EL UNIVERSAL-AEE
MÉXICO, DF.- Se cuenta que los delfines han rescatado a seres humanos del ataque de tiburones, o que los han guiado para salir de alguna cueva marina a donde llegaron buceando. Como sea, su ?cálida sonrisa?, sus sonidos y su tibia y suave piel, resultan fascinantes.
Quienes han tenido oportunidad de estar muy cerca de ellos aseguran que tienen una mirada dulce. Será por eso que hace tiempo se descubrió la gran ayuda que proporcionan los delfines en el tratamiento de niños con capacidades diferentes y otras personas con patologías muy diversas.
En el Dolphin Adventure de Nuevo Vallarta, Nayarit está Jessica, de 11 años, mientras recibe terapia con delfines. La niña parece disfrutarla mucho. Su madre, que no la pierde de vista, cuenta su historia: ?Jessica tuvo problemas desde muy pequeña; a los seis meses comenzó a perder el conocimiento y la llevé al Seguro, pero después de mucho tiempo, complicaciones y desatinos médicos, finalmente fuimos a Houston, donde le detectaron esclerosis tuberosa, que invadió de tumores su cabeza. Esta es una enfermedad progresiva e incurable. Jessica está desahuciada?.
La señora conmueve con su dramática narración. Dice que ?después de mucho batallar? se comenzó a tratar a la niña con una sustancia llamada ACTH y le dieron radiaciones. ?Esto detuvo el avance del padecimiento, pero mi hija se volvía muy agresiva e irritable, se golpeaba a sí misma contra lo que podía y no había manera de controlarla. Ningún tranquilizante le hacía efecto.
?Cuando cumplió cuatro años, me recomendaron la terapia con delfines. Con mucho esfuerzo la llevé a Cuernavaca, en donde tomó sus primeras terapias. El cambio fue asombroso: pudo controlar sus esfínteres y por primera vez se pudo sentar tranquila. Incluso la inscribí en el kinder, donde aprendió a pintar, junto con sus primeras letras.
?Hoy, Jessica está en quinto año de primaria y saca excelentes calificaciones. No somos ricos, pero al ver las mejoras que han provocado a mi hija los delfines, puedo decir que cualquier esfuerzo ha valido la pena?.
Fernando Miranda labora en Dolphin Adventure de Nuevo Vallarta y es experto en la materia. Entrenador de mamíferos marinos, se especializó en programas humano-delfín, para lo cual no existe una carrera específica sino que se ha ido desarrollando a lo largo del tiempo y con experiencias en todo el mundo. Estos estudios reciben el reconocimiento de IMATA (Internacional Marine Animal Asociation).
-¿Cuándo se comenzó a dar terapia con delfines?
-Desde los años 70, varios programas de investigación han reparado en la habilidad del delfín para ayudar a desentrañar el mundo secreto del niño autista y para participar enseñando al incapacitado. Así, se ha demostrado que la terapia de delfín puede ayudar a aumentar las habilidades de comunicación y aprendizaje, y que también acelera el desarrollo vocal y físico de niños autistas y mentalmente discapacitados.
-¿Estos son lo únicos casos en los que se puede ayudar?
-La ayuda se ha centrado en personas con autismo, Síndrome de Down, lento aprendizaje, aunque también ha dado resultados en personas con patologías tan complejas como depresión y SIDA. En estos casos, se han reportado cambios significativos en el estado físico y emocional de los afectados. Imagínate el campo de investigación tan amplio que tenemos enfrente y las posibilidades que aún desconocemos.
-¿Cómo funciona esta terapia?
-Nadie lo sabe con certeza. La hipótesis es que nadar con un delfín refuerza el sistema inmune de la persona, estimula el ciclo de producción y recaptación de neurotransmisores, así como el sistema hormonal, a través de las ondas ultrasónicas que emite el animal.
-¿Algún otro descubrimiento interesante?
-Los avances tecnológicos en investigación bioacústica han permitido a los científicos explorar con mayor exactitud la región nasal de los delfines. Dichos estudios sugieren que es en un conjunto de tejidos llamado Melón, donde probablemente se producen todos los sonidos y que éstos son enfocados en un eje direccional. Cuando tales sonidos se reflejan en algún obstáculo, los ecos portadores de información se reciben en la cavidad interna llena de grasa de la mandíbula inferior.
