Hermosillo, Sonora
La vida de María del Socorro Gálvez Miranda transcurre entre su trabajo como taxista, el cuidado de sus tres hijos y de unas ancianas que habitan una casa para mujeres de la tercera edad.
Su jornada inicia a las cinco de la mañana, duerme unas cuatro o cinco horas, y manifiesta que se siente una mujer plena, no obstante que lleva el peso de su familia porque funge de madre y padre a la vez.
María del Socorro o "Coyito", de 45 años, llegó a Hermosillo hace 25 años procedente de Los Mochis, Sinaloa, siguiendo a quien fuera su pareja porque hasta acá lo trajo su trabajo.
Al poco tiempo de llegar a la ciudad esa relación terminó y se quedó con tres hijos a quienes debía alimentar y dar estudios, por lo que tuvo que buscar trabajo para atender las necesidades de su familia.
Coyito se empleó en un comercio del centro de la ciudad, al tiempo que se encargaba del cuidado de sus hijos Abraham, Manuel Francisco y María del Socorro, quienes ahora tienen 25, 23 y 22 años, respectivamente.
Cuenta que con gran esfuerzo y sacrificio sacó a sus hijos adelante, porque es difícil hacer el papel de madre, padre y proveedora de una familia, y después de ocuparse en diversos oficios, encontró en el volante su mejor trabajo.
Señala que fue empleada, vendedora de artículos para el hogar, incluso tuvo un negocio de venta de comida, sin embargo, desde hace diez años conduce un taxi y ha vivido prácticamente de todo.
Reconoce que el trabajo en el volante es peligroso y arriesgado, pero le gusta lo que hace, aunque deba lidiar con ebrios, drogadictos, delincuentes y personas dedicadas a la prostitución, pero también con pasajeros buenos, generosos y respetuosos.
"A la gente todavía le parece extraño una mujer que maneja un taxi y muchos me felicitan y me tratan muy bien, pero hay otros que pretenden sobrepasarse", comenta Coyito.
Asaltos, intentos de violación, embarazadas a punto de dar a luz, parejas de enamorados, gente de todas las edades buena y mala, han sido sus clientes a lo largo de los diez años detrás del volante, trabajando en turnos matutinos y vespertinos.
Gálvez Miranda considera que ha tenido la suerte de contar con patrones muy comprensivos para trabajar en turnos que le permiten estar con sus hijos, "ellos están muy orgullosos de tener una mamá diferente, que es taxista".