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Enfoques/PYMES

JESÚS CAMPOS VILLEGAS

No obstante que en México la economía no crece de acuerdo a los requerimientos del país al menos la tasa de dicho crecimiento durante 2005 es favorable pero muy moderada; el déficit comercial está controlado, la inflación alcanza mínimos históricos y gracias a una política monetaria restrictiva mantenemos tasas de interés estables al igual que el tipo de cambio sin olvidar, que no en todos los sectores y segmentos de la población logran obtener beneficios tangibles de estos resultados.

La pobreza extrema es atendida con paleativos, el ingreso percápita no es satisfactorio y el desempleo a pesar de lo que se dice en los medios oficiales sigue latente; sin olvidar también que las variables económicas favorables están sustentadas principalmente por los ingresos del petróleo, remesas de los connacionales, exportaciones de algunos sectores y el turismo pero no por un verdadero crecimiento interno.

Precisamente uno de los sectores desfavorecidos a pesar de conocer lo que significan para el país son las pequeñas y medianas empresas (Pymes), que contribuyen con la mitad de la economía nacional ya que hay estadísticas que establecen que en México hay un estimado de 4.5 millones de Pymes que contribuyen con el 64 por ciento de la fuerza laboral del país y aportan 40 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) desafortunadamente un alto porcentaje de las mismas desaparece antes de cumplir dos años de vida por la falta de apoyos.

Ante lo incuestionable de la importancia que este tipo de negocios genera en otros países como una verdadera cadena productiva por su generación de empleo, en el nuestro no se logran cristalizar programas con resultados tangibles; sin desconocer que el actual gobierno ha hecho un buen esfuerzo principalmente a través de Nafinsa y diversos Municipios en la Nación con sus propios programas que sin embargo no llegan a tener el éxito esperado.

Son muy diversos y complejos los problemas que enfrentan este tipo de empresas, anteriormente dependían completamente de las políticas y acciones del Gobierno quien a través de intervención directa jugando un papel empresarial propiciaban su desarrollo en todas sus formas. Con motivo de la apertura comercial ya sin esa protección su capacidad de respuesta a las nuevas condiciones de mercado fueron perdiendo competitividad y capacidad de respuesta, ya que se enfrentaron a grandes consorcios y no les fue posible satisfacer los requerimientos de precio, calidad y servicio hacia el consumidor.

Precisamente por esta debilidad no hay una verdadera disposición para el otorgamiento de crédito a dicho sector, los costos de financiamiento, los requisitos que se les exigen el poco entusiasmo de las mismas para capacitar a su personal crean un ambiente adverso para la exitosa operación de este tipo de negocios. Por lo tanto es necesario una mayor apertura y flexibilidad de la Banca Comercial y la de Desarrollo para que con una mayor vinculación con el Gobierno e incluso la iniciativa privada se pueda apoyar en forma más eficiente a este tipo de empresas mediante un mayor acercamiento y asesoría así como tasas de interés preferenciales evitando caer en subsidios disfrazados, quizá buscando alternativas con instituciones como el Banco Mundial y otras extranjeras que en diversos países tienen programas específicos para apoyar y resolver estas necesidades.

Por ejemplo en Chile por medio de instituciones autónomas se realizan planes de inversión para pequeños y medianos empresarios, con especial énfasis en riesgo compartido mediante la evaluación de proyectos financieramente sanos y económicamente autosuficientes permitiendo que el crédito llegue en forma fluida y oportuna.

No solo hay que criticar a la economía informal se debe buscar apoyarla mediante disposiciones de orden pública y apoyos financieros para que se integren a una actividad formal y productiva; incluso promover más en las Universidades planes y fórmulas para inculcar en los jóvenes la vocación empresarial que puedan iniciar su propio negocio mediante capacitación y enlace con grupos empresariales y el propio Gobierno para la creación de negocios satélites de las grandes empresas en cada región.

Se me dirá que existen programas e instituciones que están atendiendo este sector, pero la cruda realidad nos indica como ya lo expresé con los indicadores anteriores que no se concretan a fondo los planes para una verdadera política industrial y financiera que propicie el pleno desarrollo de este sector tan importante pero tristemente muy rezagado y olvidado en nuestro país.

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