Una grata experiencia es visitar este nuevo museo que acaba de abrirse en el centro de la ciudad donde antes fuera el Casino de La Laguna. Un orgullo, el presumir que cosas como éstas son posible gracias al empeño de los hombres que han impulsado esta región y que piensan que nada es imposible. Con anterioridad eran pocas las oportunidades de apreciar cosas como las que ahí se exhiben o ver la historia de nuestra región y de nuestro país tan bien concentrada.
No es lo mismo observar pinturas en los libros que enfrentarse a un cuadro. ¿Cómo se puede pedir a las personas que tengan conocimientos o una cultura pictórica si no se le da la oportunidad de ver las obras originales; sobre todo, el que se pueda dar cuenta por medio de una exposición organizada el desarrollo que la pintura ha tenido a través de la historia. Éste es el fin didáctico que cumplen los museos.
No solamente en la pintura, también en la artesanía o en otro tipo de utensilios, sale más benéfico ver que imaginar. En el museo existe una buena exposición de arte sacro y seguramente reflejará muchas de las aspiraciones y concepciones del tiempo en que se elaboró. En los objetos quedan las huellas del paso de los hombres, y esas huellas siguen diciendo cosas a aquéllos que quieran escucharlas.
El museo contiene una gran área donde se cuenta la historia de la nación en diferentes épocas y la historia de la región, las principales industrias y personas que la hicieron ser. El niño y el joven tienen la oportunidad de abrir sus propias concepciones de lo que son, o de lo que es la sociedad en la cual se desenvuelven, el viejo puede recordar los tiempos idos que es una manera de recuperar el tiempo.
Otra de las cosas bastante gratas es el saber que no se han escatimado esfuerzos para entregar a la ciudad un museo modernizado, en donde las nuevas tecnologías cumplen como apoyos didácticos y a la vez de entretenimiento ya que los visitantes pueden participar utilizando las computadores que pululan por todo el recorrido. Si uno no tiene visita guiada, que la primera vez sería lo más recomendable, uno resuelvo las dudas que las exposiciones van generando por medio de tableros que uno mismo manipula. Hasta me encontré una pantalla donde a base de breves informaciones te dan un vistazo general de la historia del cine.
Ya nuestra ciudad necesitaba algo así, como una ciudad grande que quiere ser. Hasta las vacas que están afuera son ecos de la artesanía surrealista que pueda producirse en estados como Michoacán o Oaxaca, producto de la imaginería nacional. Muchos de los que viven en nuestra ciudad, a lo mejor no han tenido oportunidad de conocer la riqueza artesanal de los estados mencionados, o de haber visto este tipo de trabajos artesanales; ya es hora de darse cuenta que también ese tipo de vacas pasen en nuestros establos.
La vida del hombre no puede ser un círculo vicioso de trabajo y obligación; o la huida a los disfrutes que se nos han comercializado como únicas alternativas de una sociedad enajenada. A veces el hombre puede gozar las cosas bellas, intentar entender las nuevas representaciones del mundo, o perderse en los mares de la historia. El hombre es sensibilidad y un museo es un diálogo sobre todo a la sensibilidad. Dese la oportunidad de este disfrute. Treinta pesos como quiera se gastan; una entrada al cine cuesta más, una entrada al futbol cuesta mucho más. Dejará de tomarse dos caguamas para tener una experiencia que de otra manera no podrá tener. Las cosas desgraciadamente cuestan y sobre todo cuesta su mantenimiento. No todo en la vida puede ser gratis.
Éstas son las cosas que llenan de orgullo. Nuestros cien años de la ciudad con eventos de este tipo se dignifican y muchos más que están surgiendo. Somos, pero de esta forma; esto nos obliga a repensar en el entorno.
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