Preparando clases, volví a encontrarme con el concepto italiano del divismo y los estudios que sobre el punto se hicieron. El divismo se puede referir al sistema de star sistem que se desarrolla en Norteamérica en las primeras épocas del cine mudo. Los actores se convierten en iconos o modelos a seguir para el público. La heroína y el héroe imponen las modas y los comportamientos; el imaginario colectivo escribe historias de amor entre ellos y sus actores o actrices predilectos.
Marck Pickford fue la primera niña bella del cine y Douglas Fairback, que acabó siendo esposo de la primera, el galán joven. A partir de ellos, vinieron muchos otros que se encaramaron en el imaginario colectivo de la sociedad. Los jóvenes acabaron usando la mezclilla porque James Dean la utilizaba en sus películas, sobre todo en la de Rebelde sin Causa; a los chicos que no les gustan los uniformes se acabaron uniformando según la norma del divo.
Pero hay que dejar a los divos cinematográficos un poco en paz, después de todo ésa es parte de su negocio. El divismo no es de uso exclusivo de la industria del espectáculo sino que ha traspasado fronteras; los locutores también tienen derecho a compartir la fama de los actores y los futbolistas, aunque vayan en la última posición de la tabla y hasta los políticos han entendido que los tiempos modernos, en lugar de ideologías y planteamientos económicos, sociológicos culturales, hay que usar la fotografía y el espectacular donde la frase supla a la realidad. ¿Tenemos una mejor policía porque un espectacular lo dice? Por lo menos se confiese la pretensión de tenerla. No sé cuáles serán los polvos mágicos que se utilizarán para lograr el cometido que se anuncia. El solo decirlo no cambia la realidad y una foto en espectacular, menos.
Pero así como los locutores al anunciarse, en cierta manera están vendiendo su imagen afable para que posteriormente compre su verborrea y lo que anuncian, así los políticos tienen derecho a anunciar sus intenciones. Junto con ello, el caos que parece rodearles no tiene la menor importancia. El hecho de que se esté dando de baja a gente en el municipio, y que por lo mismo esté creando desempleo y que por lo mismo sea dinero improductivo el que utilizas para pagar despido y que por lo mismo no acabas de entender pero que sospechas puede gestarse inseguridad, cuando la promesa es crear más empleos, como medida de contrarrestar la inseguridad, no tiene relación alguna con esa foto de la mejor policía del mundo (coacción contra el desempleo).
Las fotos están ahí y las campañas políticas, sobre todo a nivel de legisladores, es guerrilla de fotos y no de ideas y a este país lo que le faltan son ideas y no fotos.
La juventud se está dejando llevar por la influencia del divismo, sobre todo en ciertas carreras, desgraciadamente la mía, comunicación. Piensas que por estar ahí sin estar ya son estudiantes, sin necesidad de estudiar. Carreras como éstas, según ellos, sólo requieren la imagen, la estampa, no la preparación; y a lo mejor tienen razón con los productos que muchas veces ofrecen los medios masivos que para la demasiada conciencia estética, social, política resulta tortuoso. Para hacer lo que se hace no hay que saber muchas cosas; por el contrario, hay que ignorar conceptos como civilización.
Pero el propio divismo a lo mejor hasta contagió a las propias universidades que se anuncian más como clubes sociales que como casas de estudio, donde importa más el pasto sintético que tener, de perdis, completa la colección sepan cuántos, (ochocientos y feria de libros). Los viernes son sociales y deportivos. Ahora, que si cobran lo que cobran, uno debería de salir de ahí sabiendo divertirse intelectualmente aunque sea con las comedias de Aristófanes o Pantagruel y Gargantúa. Muchas veces los alumnos ni siquiera saben enumerar los países que se encuentran rodeando el mediterráneo ni aunque sea el ombligo de la cultura del mundo occidental. (¿Grecia, Roma, Israel, Palestina, Les suena?).
¿Habrá vacuna contra este divismo? Ya encontraron la de la gripe aviar.
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