La visión apocalíptica de los medios es la que subraya el ser real de la comunicación de masas en nuestros días. Un comercialismo que sólo interesado por el rating, la supuesta audiencia, planifica su programación con miras a tasar los espacios y los tiempos. Afortunadamente en el cine, por ejemplo, aún hay visionarios que piensan el medio sirve como un vehículo para expresar algo sobre el mundo o dar un mensaje estético y que este tipo de películas tienen públicos. Desgraciadamente la televisión mexicana, y aclaro porque hay televisoras de otras partes del mundo que aún tienen algo de materia gris en sus cerebros, hace mucho dejó de ver otras posibilidades. La explotación del morbo es el gran negocio de todos los tiempos y por ello, en los últimos días se gasta más tiempo y espacio en entrevistar al asesino de Monterrey y hacerlo famoso que hablar sobre los datos biográficos de Elizondo quien murió la semana pasada. Elizondo no deja, el asesino sí deja. Nuestros hogares, posiblemente a la hora de la comida, se ponen a discutir de los motivos para asesinar a los hermanitos de la novia, (¿edificante discusión?) o cualquier otro tema que nuestra televisión imponga, porque resulta difícil de encontrar más temas de plática, sobre todo si los buscamos en la televisión abierta.
Los integrados serían aquéllos que sobrevaloraron las posibilidades de las nuevas tecnologías. Pensaron, en un momento dado, que representaban la posibilidad de acceso de cualquier tipo de personas a los bienes culturales que la civilización ha producido en la historia; hay que decirlo de otra manera, lo que la sociedad históricamente ha venido acumulando para hacer civilización.
De esto segundo no ha sucedido mucho en México. Aún en nuestras escuelas se nos hace difícil abrir las conciencias a este cúmulo de posibilidades que se nos ofrece. A lo mejor estamos acostumbrados con el más de lo mismo; la forma de huir de la realidad para dejar hacer, dejar pasar en contra de los intereses del alma nacional.
¿Moral? ¿Quién habla de moral? ¿Ética quién habla de ética? ¿Es legal poner en pocas manos medios tan poderosos para enajenar la conciencia humana? ¿A esto se le puede llamar democracia?
Yo le pregunto a los diputados y senadores que nos representan, ¿cuál es el sentido social de haber puesto las posibilidades de los medios en tan pocas manos y tan irresponsables? Me imagino que una de ellas es el de entrar al negocio del star sistem; o sea, gobernar mediante desplegados y fotografías; construir un imaginario colectivo en donde el público haga de cuenta que se hace cuando no se hace, que hay, cuando no hay, que existe lo que no existe.
La ciudad, por ser tiempo de elecciones, se llena de fotografías (por favor ciudadano toma conciencia que poner esas fotografías cuesta, y que eso sale de tus impuestos). Los políticos que recién estrenan puestos, antes de hacer nada, ya están fotografiados en cuanto espectacular han podido disponer. ¿Se acuerdan de eso de los cien primeros días? ¡Qué poco se ha visto en éstos; bueno, aparte de las fotos. Hace tres años ya se veía el cambio del perímetro del bosque. Yo prefiero un distribuidor, con todo y sus problemas que pueda tener, que pura palabrería.
Pero no estábamos hablando de las obras o políticas del gobierno, sino de los medios de comunicación. ¿Cómo unir los dos temas? Ah, sí; dicen que los políticos aprobaron la ley porque eso representaba mayor posibilidad de hacerse publicidad; por lo menos representaba en que los medios no pusieran demasiadas barreras para hacerlo.
Cada quien con su cada cual; el Poder Legislativo a las órdenes de las mafias televisoras; pues entonces, ¡les deberían de pagar ellos! ¿Por qué nosotros? ¿Nos representan? ¿Eso es representarnos?
Y ya metidos en el star sistem, pues entonces pongan fotografías más atractivas, más sugestivas, más, no sé; sus amos saben cómo hacerlas, de eso viven; tal vez con mucha salsa de tomate, o en tanga, o aprovecharlas para la comercialización. (Un buen policía usa Colt).
