Mi querido Niño Dios, el vivir con la noticia de que el presupuesto para la cultura mexicana va a bajar, es entrar al augurio negativo de un futuro que se antoja oscurantista donde los pasitos duranguenses, las películas de acción, el amarillismo, los programas denigrantes de mesas redondas donde se expone lo peor del género humano, el alcoholismo, la drogadicción, el consumismo y demás fenómenos semejantes a los anteriores harán presa de la sociedad; de ésta a la que le suben los impuestos después de que nuestros políticos han despilfarrado a manos llenas, y lo siguen haciendo, el dinero en campañas publicitarias que no han tenido otra finalidad más que satisfacer la vanidad de quien ha demostrado ineptitud en resolver los grandes problemas nacionales.
Si la cultura puede supeditarse, si el deporte puede supeditarse, si la educación puede supeditarse a no sé qué otros intereses, entonces díganme, cuál es el sentido de vida que debe tener el mexicano. Porque la cultura es lo que plantea, un sentido de vida no solamente estético sino también moral. La vida no se reduce al comer y vestir, aún el comer y el vestir dependen de un gusto, el comer tiene que alimentar, el vestir representa. En el comer hay aromas y sabores; todo esto es cultura, cultura, cultura.
En lugar de mejorar nuestros niveles de vida los estamos empeorando. La seguridad social no cuenta con presupuesto para que haya las medicinas y el servicio suficiente en el Seguro Social; y eso que lo pagamos, porque el servicio se paga con las cuotas de los trabajadores, a nadie se lo regalan. Es un servicio que se cobra. Ahora resulta que también al escaso presupuesto cultural lo recortarán más, porque es algo de lo cual se puede prescindir, como quien dice, para la vida animal no hace falta ni la obra de arte, ni la conciencia histórica, ni enriquecer la dignidad humana. Todo eso puede ser suplido por la industria cultural masiva encabezada por las grandes cadenas de televisión cuyos principales productos es la bazofia entretenida que produce, al igual que la droga, un escapismo a la conciencia de la vida cotidiana.
¿Ése es mi futuro como ciudadano? ¿El soma? No creo que democráticamente se pueda sustentar que eso es lo que quiere el pueblo mexicano. El jugar con el concepto de elitismo cultural es engañar a la ciudadanía. La cultura no es elitista. La cultura es lo que los hombres necesitamos para dar valor a nuestras acciones cotidianas. Lo que el mexicano necesita es definir políticas culturales, fines culturales, un marco ideológico que nos dé un sentido de pertenencia y de superación en todos los niveles. Pero para ello, también es necesario el intelectual, el artista, el pensador que proponga caminos para conseguirlo y quien conozca las potencialidades de los medios modernos de difusión para hacer ver a la misma ciudadanía la importancia de rescatar cosas de valor que están perdiendo las nuevas generaciones.
A la par que un presupuesto cultural hace falta las personas apropiadas que dirijan nuestros institutos culturales hacia un fin preciso y determinado. Que sepa definir sus objetivos y marcar los caminos para lograrlos que dé continuidad a los proyectos. (Todo lo que se gastó el corito de los cien años las cien voces creo que se fue a la basura porque ya no he oído hablar de él). Para combatir el alcoholismo, le inseguridad. La drogadicción y todo lo demás que son lacras sociales latentes en nuestros días, no basta con aumentar multas, o crear súper policías, hace falta sobre todo dar opciones. El joven dice: ¿No quieres que me drogue? ¿No quieres que deje engatusar por la vida fácil que me ofrece el consumismo? ¿Qué me ofreces?
Ésa es precisamente la pregunta, ¿qué me ofreces? Y ésa es la respuesta que estamos precisando de nuestras autoridades a todos los niveles. ¿Qué me ofreces? Porque los impuestos se pagan para recibir ofrecimientos. Al no haber ofrecimientos, no hay una noción clara del futuro que se quiere.
No se puede vivir en paz si uno se muere de hambre. No se puede vivir en paz si no se tienen alternativas de un mejor modo de vida. No se puede vivir en paz si uno no acumula valores que enriquezca el sentido de ser. Hay que trabajar en eso y hay que buscar la gente apropiada que pueda resolver esos problemas.
Nota sobre artículo anterior: no entiendo por qué una premiación de concurso literario tiene que dilatarse tanto. (Eso es haber planeado las cosas con las patas, no haberse propuesto una ruta crítica antes de realizar un evento). Por eso digo, más que presupuesto, se necesitan personas capaces.