Nacional Claudia Sheinbaum Seguridad Narcotráfico Generación Z Pensión Bienestar

Entre México y el Kurdistán

Javier Garza Ramos

El 31 de agosto, mientras en México se debatía si el presidente Fox daría su informe, el país esperaba ansioso el fallo de un Tribunal Electoral y México llevaba dos meses sin resolver una elección, me senté a tomar una cerveza con dos guerrilleros kurdos en un bar de la ciudad turca de Cizre, a unos kilómetros de la frontera con Irak, donde dicen que está enterrado Noé, el de la Arca.

Si pensaba que en México había problemas, era porque no había platicado con dos guerrilleros kurdos.

Hablamos de su vida en la montaña y en la clandestinidad, de las bombas que uno de los brazos más radicales de su movimiento había estallado en centros vacacionales de Turquía, hiriendo a 21 personas y matando a tres. Pero sobre todo hablamos de la lucha por lograr el reconocimiento de autonomía y de identidad cultural para el pueblo kurdo, la principal etnia del sureste turco. Una lucha prohibida porque el Estado no les reconoce ninguna avenida de participación política. Su Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK) es ilegal, el Gobierno no le permite registro. Su opción fue la armada.

El bar donde conversamos está al lado de una bodega que les sirve de casa de seguridad. Me recibieron ante una mesa donde había tres ?cuernos de chivo? y manuales de guerrilla urbana. Explicaron que habían bajado de la montaña porque el Ejército turco volvió a cerrar la pinza contra ellos, metiéndose en las aldeas rurales donde viven acogidos por campesinos, aldeas que hace 15 años el Ejército quemó por docenas, apretando a la población para que delatara a los guerrilleros.

* * *

Dos días después, leí en Internet que los diputados perredistas tomaron la tribuna de la Cámara de Diputados, impidieron a Fox dar su Informe, y su líder, Andrés Manuel López Obrador, había declarado que había que mandar ?al diablo? a las instituciones.

Es decir, que la segunda fracción más grande en el principal cuerpo de representación política del país impidió que ese cuerpo funcionara. Que uno de los políticos más influyentes del país, a quien, a pesar de torpes intentos, no se le ha cerrado ninguna vía de participación política, que compitió en una elección con registro legal, con acceso a medios de comunicación y a financiamiento público, planteaba desconocer las mismas instituciones que lo habían arropado, simplemente porque no le favorecían.

Qué decepción. Tenía fresco el encuentro con un grupo orillado a la ilegalidad por el mismo Estado, mientras leía que en México un grupo legal y reconocido por el Estado proponía tirarlo todo por la borda.

Qué pequeñez. No sólo de López Obrador o del PRD, sino de todos. Nos estamos ocupando de pequeñeces.

* * *

Nunca me había sentido tan lejos de México como ese día y era una ironía. Me asombraba lo parecidos que somos México y Turquía. Dos países atrapados entre civilizaciones, México entre Estados Unidos y América Latina, Turquía entre Europa y Medio Oriente. Ambos debemos decidir de qué lado tiramos. Los dos alcanzamos el desarrollo en la segunda mitad del siglo 20, gobernados por élites que no toleraban desacuerdos a sus programas.

Pero Turquía tiene dos grandes problemas que en México no existen y que le impiden avanzar: un fundamentalismo religioso, islámico, que hasta ahora ha sido contenido por el Estado, pero que ya muestra señales de querer desbordarse; y una etnia, los kurdos, que mantiene una lucha separatista y a la que hasta hace poco no se le reconocía ningún tipo de expresión cultural.

Es una lucha que se radicalizó hace 30 años, con el nacimiento del PKK. La negativa del Gobierno turco a reconocer al PKK argumentando que querían partir a la nación, empeoró las cosas. Trajo una sangrienta guerra civil en el sureste, en la legendaria Mesopotamia, que luego trajo muchos de los problemas que sufre ahora Turquía: la sobrepoblación de sus ciudades por el desplazamiento forzado de personas de las áreas rurales, pobreza, desempleo, la radicalización del discurso de muchos líderes religiosos en la región y la imagen exterior de que Turquía es un país donde no se respetan los derechos humanos.

Pero era una paradoja. El PKK insiste que hace mucho que abandonó la idea de separar el Kurdistán. Se convencieron que estarían peor afuera que adentro y ahora buscan una vía más ancha de participación política y cultural de la etnia, pero también que el Gobierno, que no les cree, les crea. La violencia es la única opción que tienen para mantenerse vivos.

En Turquía, los problemas que observaba eran bastante serios, en México me parecía que nos estábamos ocupando en las cosas equivocadas.

Por eso cuando leía el triste espectáculo del Informe, pensaba en lo pequeños que podemos ser. Un país que tiene resueltos -en gran parte- sus problemas de convivencia social, étnica y religiosa, que son la principal plataforma para el desarrollo de cualquier sociedad, no puede avanzar por lo que, a la distancia, parece una simple búsqueda de poder. Pero de alguna extraña manera, también hemos sido capaces de ir dañando por a poco esa convivencia, de ir debilitando al Estado, pensemos en Oaxaca, Chiapas o la narcoviolencia en Guerrero y Michoacán.

Regresando a México, la cosa parecía peor. Veía la manera irresponsable en que López Obrador está provocando un enfrentamiento con el Ejército y la forma en que el presidente Fox comenzó a cosechar todas las provocaciones que sembró durante seis años gracias a su incontinencia verbal y su imprudente indiferencia.

Pensé en Turquía, que había desperdiciado una década de desarrollo porque estaba metida en una guerra civil y en México, que desperdició media década de desarrollo porque estaba metido en un simple desacuerdo político en el que nadie tuvo el tamaño, la visión o la inteligencia de resolver.

Pensé en los dos guerrilleros kurdos y su frustración. Pensé en el PRD y su frustración. Pero la diferencia entre uno y otro es que los primeros no tienen ninguna opción más que la armada, mientras que el PRD usó todas las opciones que tenía a la mano y aún así no están satisfechos porque no hay confianza en las herramientas que nos hemos dado. Qué decepción.

Leer más de Nacional

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nacional

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 235072

elsiglo.mx