Por Adriana Guadalupe Miranda
y Guillermo Vacio Reyes
El Siglo de Torreón
Torreón, Coah.- En el transcurso de la tarde y noche de ayer arribaron en vuelos procedentes de la capital del país, los féretros de los cinco laguneros ejecutados el pasado 30 de abril en el poblado de Coyuquilla, municipio de Petatlán en la costa norte de Guerrero.
A las cinco de la tarde arribaron los primeros dos féretros con los restos de los lerdenses, Salvador Medina Nevárez y Miguel Ángel Huerta Castrellón, quienes desde horas antes ya eran esperados a las afueras del puerto aéreo por decenas de familiares y amigos, a quienes se les unió la alcaldesa de Ciudad Lerdo, Rosario Castro Lozano, quien viajó desde la Ciudad de México en el mismo vuelo.
Ya por la noche -23:30 horas- arribaron a esta ciudad los cuerpos de José Guadalupe Maldonado Salazar, José Luis Valenzuela Barrón y Jorge Salas Rodríguez, cuyos ataúdes fueron subidos de inmediato a tres carrozas del velatorio del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) a cuyas instalaciones fueron trasladados escoltados por patrullas de la Dirección de Seguridad Pública Municipal y Preventiva del Estado, para posteriormente ser entregados a sus deudos.
Por la tarde, vecinos y familiares de Salvador Medina Nevárez y Miguel Ángel Huerta Castrellón, mantenían el bloqueo en la colonia Benito Juárez de la Ciudad Jardín, lugar de donde ambos eran originarios. La manifestación, la cual se iba tornando cada vez más violenta, inició durante las primeras horas de ayer, como parte de la desesperación y frustración de no poder ver, por última vez, el cuerpo de los hoy occisos.
Ana Isabel Herrera, esposa de Salvador, se mostraba tranquila así como también Mayela Soto, esposa de Miguel Ángel.
Minutos después, el avión proveniente del Distrito Federal hizo su arribo. Los familiares corrieron para cerciorarse si los cuerpos habían llegado. A lo lejos se veía un montacargas, el cual llevaba dos ataúdes, los cuales más tarde serían trasladados al hogar donde pasaron sus últimos días de su vida.
Ana no resistió más y rompió en llanto. Por su parte Mayela, con lágrimas en sus ojos, corría detrás de aquella carroza fúnebre. Una vez que las carrozas salieron del estacionamiento del aeropuerto, ambas mujeres y los amigos ahí presentes, subieron de inmediato a sus vehículos para indicarles el camino de regreso a casa, donde decenas de amigos y vecinos los esperaban.
Por su parte Cecilia y María Teresa Dena de la Rosa, amigas de José Luis Valenzuela Barrón, quien también fuera acribillado en el estado de Guerrero, envueltas en llanto esperaban la llegada del cuerpo de su amigo, el cual llegó por la noche acompañado de los cuerpos de José Guadalupe Salazar y Jorge Salas Rodríguez, quienes también fueran asesinados.