El consenso acerca de que en el aspecto macrofinanciero la economía no tendrá problemas en este año, por lo que la estabilidad seguirá imperturbable, es muy amplio. Y en efecto así parece ser. Veamos con un poco más de detalle lo que se espera específicamente en lo que se refiere a las finanzas públicas, cuya salud, como se sabe, es el objetivo prioritario de la ya prolongada disciplina fiscal.
Como resultado de esta estrategia, el déficit público en los últimos años se ha mantenido controlado, de tal manera que en 2005 dicho rubro se estima cerrará en alrededor de 0.3 por ciento, en tanto que para este año si bien el superávit, de 0.2 por ciento, que estaba planteando la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) está descartado, es posible que con el muy cuestionado paquete presupuestario aprobado por el Congreso se busque un virtual equilibrio de las finanzas públicas.
Esta es, digamos la cifra que resume y refleja un gran número de variables (y concepciones de la política económica) que resulta de mucho interés comentar a fin de poner en perspectiva la evolución de las finanzas gubernamentales para este año; es decir, hay que preguntarse sobre los factores que han permitido mantener esta situación de aparente saneamiento de las finanzas públicas en los últimos años.
Resulta un poco complicado hacer un comentario medianamente comprehensivo del tema, a no ser que señalar de entrada que a ello ha contribuido la austeridad en el gasto público no solamente en este sexenio, sino desde los dos anteriores. Digamos que este es uno de los sellos distintivos de las finanzas públicas.
Pero sí cabe hacer un poco más de reflexiones sobre los ingresos presupuestales del gobierno federal, en donde inevitablemente nos vamos a encontrar con la ?petrolización?, otro de los sellos distintivos, ya que mientras en 1980 los ingresos petroleros como porcentaje de los del sector público presupuestario eran del 18.4 por ciento, en más de 20 años de ?saneamiento y cambio estructural en las finanzas públicas?, dicha cifra se ha incrementado a 37 por ciento en 2005.
Particular repunte ha tenido la petrolización de las finanzas públicas a partir del 2001, cuando los ingresos petroleros entraron en una trayectoria ascendente como resultado del incremento consistente de los precios del crudo.
Por su parte, los ingresos no petroleros pasaron de representar un 81.6 por ciento en 1980 a un 63 por ciento en el periodo de referencia. Especial mención hay que hacer de los ingresos tributarios, y dentro de estos a los que más pesan: Impuesto Sobre la Renta (ISR) y el Impuesto al Valor Agregado (IVA). Ambos gravámenes, en el total de los ingresos públicos presupuestarios, pasaron de representar un 21.2 por ciento en 1980 a cerca del 22 por ciento en 2005, y el segundo de 9.5 por ciento a 17.6 por ciento respectivamente. Es decir, el ISR prácticamente mantiene igual su participación, en tanto que el IVA, como resultado del incremento de la tasa, elevó la propia.
Este patrón de los ingresos públicos presupuestarios no variará en este año, por el contrario, se acentuará, ya que en lo que respecta a los ingresos petroleros, al parecer seguirán con la buena estrella de los últimos cuatro años y medio para las finanzas públicas, estimándose que los precios del petróleo podrían mantenerse altos (considerando los factores de mercado), incluso por arriba del promedio registrado en el 2005 de alrededor de 42 dólares por barril de la mezcla mexicana. Esta perspectiva se ubica muy por arriba de lo proyectado en la Ley de Ingresos.
Sin embargo, por el lado de los ingresos tributarios las perspectivas distan de ser tan favorables como en el caso de los ingresos petroleros ya que no hay nada que indique que habrá un cambio en la perdida de importancia de éstos en el total de los ingresos presupuestarios. De hecho las previsiones para el ISR e IVA para este año, con todo y el jalón que le dieron los legisladores a las magras cifras presentadas por Hacienda en su propuesta de Ley de Ingresos, son muy conservadoras.
Hay indicios pues de que estas finanzas públicas ?sanas? solamente lo están en apariencia, ya que las cifras recientes nos hacen ver que sin duda alguna falta mucho para avanzar en materia de despetrolización de las finanzas públicas, aún cuando en este año Pemex estrena régimen fiscal. Pero no sólo eso, confirma que la eficiencia para la recaudación tributaria no es la más adecuada.
Así pues, algo anómalo hay en estas finanzas públicas ?sanas?, solamente se actúa sobre un lado, el más fácil, recortar los gastos, pero se carece de capacidad para actuar sobre el lado de los ingresos?y la bonanza petrolera no puede ser eterna. Falta entonces comentar sobre la eficiencia con que se han manejado estas finanzas públicas, lo cual haremos en su momento.
Por cierto, una manera de arribar a la ?despetrolización? de las finanzas públicas sería privatizando Pemex, en cuyo caso las ganancias que ahora produce la paraestatal y que son el sostén del gasto público, se irían a las empresas privadas, acaso trasnacionales. Las finanzas públicas efectivamente se despetrolizarían?colapsándose. Como dijo Carlos Slim, ?se mataría a la gallina de los huevos de oro?. Hay tareas.