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ESPACIOS ARGUMENTALES | La solución al crecimiento, más allá de lo económico

JOSÉ JUÁREZ MEDINA

Ya es oficial que el crecimiento económico del año anterior fue de tres por ciento (2.9 por ciento para ser precisos), lo que de ninguna manera es una novedad ya que así lo indicaban las expectativas. Pero el hecho de su confirmación es un buen motivo para llamar una vez más a la reflexión, y a la acción, sobre este tema, de enorme centralidad en la agenda nacional, que sin duda rebasa lo económico.

Con esta cifra, como resultado, el promedio de crecimiento anual en los cinco años del presidente Fox es de apenas 1.8 por ciento. Si las proyecciones de que en este 2006 se logre un 3.6 por ciento se materializan, entonces podríamos hablar de un 2.7 por ciento en e el sexenio.

Como lo hemos comentado en ocasiones anteriores, era muy difícil el reto que enfrentaba Fox al asumir el mandato (lo era para cualquiera), el de lograr un crecimiento de 6-7 por ciento promedio, pero posible, con imaginación, talento, pragmatismo y, suena raro, humildad.

Nada de esto está sucediendo con el gobierno de Fox, empezó asumiendo este reto con demagogia, y termino mostrando incapacidad, junto con su gabinete; tan es así que culpa a todos, especialmente al Congreso, de no aprobar unas ?reformas estructurales?, que de pronto se sacó de la manga, para justificar su fracaso, o ?curarse en salud?. Nadie está negando la necesidad de reformas institucionales profundas en este país, como lo comentamos más abajo.

Pero lo más grave del asunto no es esto, sino la calidad de este crecimiento, y los grandes obstáculos que ello ha dejado y, en consecuencia, el inmenso trabajo que habrá de hacerse para superarlos: rezago industrial por el quiebre de cadenas productivas; rezago en educación; rezago en formación de capital humano; polarización social; desintegración familiar, en fin. Estos sí, verdaderos problemas estructurales.

Entre otras cosas, a esto se refiere, o debería, el calificativo de ?mediocre? de nuestro crecimiento; otro aspecto es la dependencia de la economía estadounidense. En efecto, no es lo mismo ser parte integrante de lo que podría llamarse una economía norteamericana, en cuyo caso una mejor integración de los mercados, incluyendo el de la fuerza de trabajo desde luego, y coherencia estructural, sería más posible.

No es así, desafortunadamente lo que está pasando es que la economía mexicana se ha convirtiendo en un mero apéndice de la estadounidense, sujeta a los vaivenes de ésta, en donde la estructura y la dinámica están sujetas a las necesidades del vecino. El caso del sector manufacturero mexicano, y en particular el automotriz, es un ejemplo de ello.

Es, una vez más, irónico como un personaje ligado a esta política de las últimas décadas, causantes del estancamiento mexicano, José Ángel Gurría (ahora flamante secretario general electo de la OCDE), al igual que Guillermo Ortiz y Francisco Gil Díaz, entre otros, señale que (en alusión al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial): ?No podemos echarle la culpa a nadie, porque los problemas de México son estructurales?. ¿Qué no se supone que las políticas que llevaron a cabo todos estos personajes (alumnos favoritos de las instituciones aludidas) en las pasadas décadas promovieron un ?cambio estructural? que puso a la vanguardia a nuestro país, y por eso lo metieron a la OCDE precisamente?

En el fondo el señor Gurría tiene razón, aplicar una política económica en cuyos ejes motrices está la estabilización financiera, para tener contentos a ?los mercados (financieros)?, y alejar al Estado de su papel de promotor del desarrollo, efectivamente causo los desastres estructurales que se mencionaron.

No, no hay una disyuntiva entre crecimiento y estabilización, porque una política pragmática e inteligente, no dogmática, debe procurar lo mejor de los dos mundos. Sin embargo, los hacedores de la política económica, que son los de este sexenio y los tres anteriores, si lo han considerado así y la han resuelto a favor de la estabilización extrema.

Efectivamente, como lo hemos comentado, hacen falta cambios verdaderamente estructurales en el país, pero sobre todo, y hay que ser enfáticos en ello, de estructuras mentales e institucionales. Lo primero es lo más difícil, porque se trata de hacer entender que la actual estrategia está equivocada, y que lo que se requiere es un cambio de rumbo, eso que a los doctores les llevo mucho tiempo aprender en las universidades del exterior (sobre todo estadounidenses), y que quizás han creído toda su vida. La soberbia debe dar paso a la humildad y a la visión pragmática de las cosas.

Sin duda esta es una piedra de toque que requiere el cambio en nuestro país. Desde luego, el cambio institucional, de un nuevo arreglo institucional, no es menos importante. La corrupción, gubernamental, sindical, empresarial y de todo tipo, la inseguridad, la injusticia social, son todas estas rémoras que no pueden, no deben, figurar en este nuevo contrato que es necesario para asentar plenamente la democracia liberal-representativa en este país. En otras palabras, se requiere de una verdadera reforma ética, de valores pues, para empujar la política a la resolución de los grandes problemas económicos. Hay tareas, y que tareas.

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