Podríamos decir que la educación es uno de los sólidos cimientos sobre los que se erige el destino de los individuos y de las naciones. En lo que se refiere a los primeros, un buen nivel educativo, en su acepción de capacidades para enfrentar el mercado laboral, aumenta las probabilidades de las personas para que éstas puedan conseguir un empleo que satisfaga lo mejor posible sus expectativas de bienestar. El grado en esto se pueda concretar depende, entre otras variables, del entorno económico, del modelo económico-social. ?La fuga de cerebros? es un buen indicador de esta aseveración.
Por el lado de los países, sin duda alguna un sistema educativo de calidad, a todos los niveles (incluyendo desarrollo en ciencia y tecnología), da como resultado una base sólida de capital humano para afrontar los retos competitivos de la economía mundial contemporánea. De manera que estamos hablando de un factor fundamental para el crecimiento y el desarrollo económico, en lo cual coinciden, aunque sea con diferentes enfoques, las distintas corrientes teóricas.
Sin embargo hay un tercer aspecto, en el cual casi nunca se repara, sobre todo si se tiene una mentalidad orientada a lo tecnocrático, un mejor nivel educativo, en este caso en su acepción cívica y humanista, contribuye a formar individuos más conscientes de su entorno y de sus compromisos con el mismo, lo cual ayuda a suavizar la polarización social, además de que personas mejor educadas e informadas no son presa fácil de la manipulación de todo tipo, por lo tanto, se eleva la calidad de la democracia, algo de lo que estamos urgidos en este país.
Estos planteamientos tienen el objetivo de servir de marco para comentar la publicación del Centro Nacional de Evaluación (Ceneval): ?La educación superior en el nuevo milenio; una primera aproximación?, en donde, a nuestro juicio, una de los datos más relevantes es que de mil 189 universidades e institutos tecnológicos, el 62 por ciento son pequeñas escuelas de menos de 500 alumnos y que ofrecen, a lo mucho, uno o dos programas.
Ésta es pues la expresión cuantitativa de la impresión que nos queda cuando vamos en la calle y vemos que han surgido como hongos nuevas ?universidades?, como muchos otros pequeños negocios que la gente emprende en el garage o donde se pueda, en esta economía tan carente de oportunidades.
Desde luego, el problema no es que sean pequeñas, lo cual es una limitante para ofrecer una educación de calidad, el problema es que estas universidades ?patito? efectivamente imparten una preparación muy deficiente.
Y, ¿de dónde viene la demanda? Sin duda alguna ésta se ha disparado como resultado del alejamiento del Estado en el cumplimiento de sus funciones en las últimas décadas, en este caso de la provisión de las condiciones para la educación pública, particularmente superior, como resultado de lo cual se ha registrado un crecimiento muy importante de estas universidades ?patito?.
Tal como lo comentamos, actualmente ya ni siquiera una buena preparación, ya sea en escuela pública o privada, garantiza la inversión en tiempo y recursos para los egresados, mucho menos para aquellos provenientes de las escuelas ?patito?. El resultado es que los padres de familia y los alumnos quedan defraudados al darse cuenta que ese otrora medio de capilaridad social actualmente ya no funciona, y que la baja calidad de la enseñanza para los estratos menos desfavorecidos de la sociedad tienden a perpetuar la desigualdad social.
Sin embargo, ésta es solamente una cara del problema de la educación en nuestro país. Es ampliamente conocido que éste se viene arrastrando desde las etapas básicas, en donde la preparación es muy deficiente, lo cual se ha evidenciado a nivel internacional en las evaluaciones de la OCDE.
Ya se ha dicho, en parte el problema de la mala educación en nuestro país es por la falta de recursos que se destinan a esta actividad. Es posible que algo haya de ello. En todo caso hace una falta estricta fiscalización y evaluación para medir la eficiencia en el ejercicio del gasto en este rubro. Pero resulta que aquí también hay serios problemas con la evaluación a los maestros, por la existencia de un sindicato que responde más a sus criterios de control político que de calidad educativa.
Tengo pues para mí que el estado lamentable de la educación en nuestro país se debe a una escala de valores en la que la educación, en su sentido amplio, no aparece en los primeros lugares, algo sobre lo que hay que reflexionar muy seriamente.
Los funcionarios educativos, por mencionar un aspecto del problema, se hacen de la vista gorda para no quedar mal parados en las estadísticas internacionales sobre eficiencia terminal, pero también frente a las estrictas regulaciones que deben establecer frente a las escuelas ?patito?, ya que es mejor, que los jóvenes estén ahí a que se genere una protesta porque no pudieron ingresar a las universidades públicas, o no tuvieron para pagar las privadas de alto costo. Y si hablamos de desarrollo científico y tecnológico?pues. Hay tareas.