El UNIVERSAL-AEE
MÉXICO, DF.- El escenario es el siguiente: el sujeto ?x? se levanta por la mañana y hace un par de llamadas desde tu teléfono fijo. Sale hacia su destino, pero el tráfico lo obstaculiza, quisiera avisar de su retraso, debe buscar una caseta pública. Llega a su destino, hace llamadas desde el teléfono alámbrico y no se separa mucho de éste porque recibirá llamadas importantes. Mientras, busca su correspondencia y ve que no están algunos sobres que esperaba y reza para que durante la tarde lleguen.
A la hora del almuerzo sale y aprovecha para llevar a revelar unas fotos que tomó el día anterior en una fiesta, le dicen que pase por ellas más tarde, ?ojalá que mis familiares, amigos y yo pudiéramos ver las imágenes ya?, lamenta; durante su comida quiere escuchar música, pero debe tolerar el ruido que se oye alrededor. De regreso se encuentra con varios recados de llamadas, algunas de ellas eran importantes y no podrá contactar a las personas hasta el día siguiente.
Vuelve a revisar su correspondencia, los sobres nunca llegaron. Al final del día, tiene que seguir trabajando en su hogar; entonces carga con varios fólderes y discos que en total pesan cinco kilos. Llega a casa y debe hacer una llamada importante, pero sucede una desgracia: su hermana está hablando por teléfono y no hay poder humano que la separe de él. Tendrá que esperar o salir y buscar un teléfono público.
Parece una escena de hace 20 años, pero aunque no lo crean, sigue sucediendo actualmente por dos razones: porque hay quienes piensan que lo antiguo siempre es mejor, y porque se tiene la idea de que las nuevas tecnologías son caras y difíciles de utilizar. Gran error.
Veamos ahora al sujeto ?y?, una especie que se está reproduciendo en México como los conejos: se levanta por la mañana, toma su celular, revisa su correspondencia (e-mail), hace un par de llamadas sin tener que estar en un solo lugar, envía un mensaje de texto instantáneo, y le manda flores virtuales a su novia deseándole un buen día, ¡y todo esto antes de que tome el desayuno!
Sale hacia su destino y en el camino mira las noticias de CNN en su celular, hace una llamada, conversa mediante mensajes de texto y escucha un poco de música. Recuerda las fotos que tomó con familiares y amigos, las mira, elige las mejores y se las envía mediante un mensaje multimedia, ¡todo esto antes de llegar a su destino!
Lo que antes sonaba como ciencia ficción es ahora una realidad.
Perfil de los asesinos
No sólo el teléfono celular ha contribuido a que cada vez haya menos líneas de telefonía fija; también existen otros productos que no admiten los cables, como notebooks, PDA, GPS, BlackBerry, consolas de juegos portátiles, reproductores MP3 y otros gadgets que, por sus encantos, todos quisiéramos tener.
Pero es el teléfono celular que conjunta todos los beneficios de los dispositivos anteriores, ya que los últimos modelos ?y algunos que están por salir al mercado? cuentan con cámara, videocámara, radio, tv, internet, mensajería instantánea, videojuegos, calendario y agenda.
De acuerdo con la consultora The Competitive Intelligence Unit (CIU), hay alrededor de 18 millones de usuarios en México que tienen sólo un teléfono celular, es decir, que no han contratado uno convencional.
Si echamos un vistazo al número de usuarios de telefonía celular en la nación, nos topamos con la cifra de 49.2 millones de personas; esto se vuelve impactante si vemos que sólo hay poco más de 20 millones de teléfonos alámbricos en operación en hogares y empresas.
La CIU señala que al cierre de la primera mitad de este año habría poco más de 50 millones de líneas celulares. De este número, 93 por ciento son usuarios del sistema de prepago.
Un dato curioso es que México fue el primer país que introdujo el sistema de prepago en la telefonía celular. El rápido crecimiento de los celulares empezó a partir de la instrumentación del sistema tarifario ?el que llama paga?, que entró en vigor en mayo de 1999. Ese año había 7.7 millones de teléfonos móviles y al cierre de 2005 había un total de 47.1 millones. Crecimiento rápido, ¿verdad?
Pero, ¿quién es el culpable de todo esto? Nuestras investigaciones nos llevaron hasta un tal doctor Martin Cooper, creador del primer teléfono celular en 1973.
Después, cuando una empresa llamada Motorola observó los potenciales del nuevo producto, lanzó al mercado el primer teléfono móvil, el DynaTAC. Era 1988 y muchos de nosotros aún no habíamos oído hablar de algo semejante. El DynaTAC era un ?ladrillo? que tenía una hora de tiempo de conversación y ocho horas de tiempo de espera.
Aunque pareciera que es más barato hablar desde una línea telefónica fija que desde un celular, no lo es. Los operadores celulares aplican importantes subsidios a los handsets, por lo que cada vez más las terminales son más baratas. Incluso hay teléfonos que se venden desde 300 pesos.
En contraparte, la contratación de una línea telefónica resulta más cara por los gastos de instalación y de cableado, que suman poco más de mil 300 pesos. En tierra azteca, el usuario tiene que cumplir con una renta mensual de 156.55 pesos que incluye 100 llamadas. Con un celular, una línea puede permanecer sin saldo en promedio tres meses, por lo que el usuario no tiene que pagar, (al menos en este periodo de gracia) por recibir llamadas y continúa localizable.
Como resultado de lo anterior, cualquier persona puede tener un celular. Y cuando decimos cualquiera nos referimos a aquel segmento de personas que, gracias a nuestro arraigado complejo de clases sociales, pensaríamos que no podrían adquirir uno: taxistas, choferes de microbús, vendedores ambulantes, obreros, niños pequeños y hasta niños de la calle.
Por todo lo anterior, el deceso de los teléfonos alámbricos se convierte en una especie de crónica de una muerte anunciada. No sabemos cuánto dure la agonía; mientras, la banda de los dispositivos inalámbricos sigue su expansión por todo el territorio.
