Estar en Europa suele transportamos mágicamente a los cuentos infantiles, con sus castillos, princesas y verdes campiñas, con las grandes obras de arte que hoy la televisión nos lleva a la sala de la casa.
Alemania encarna todo esto, las calles limpias, el orden y la belleza arquitectónica, en donde existe un respeto por el pasado y marcan la gran diferencia de este disciplinado y esforzado pueblo.
Alemania tiene belleza y arte en cada una de sus instalaciones públicas, las cuales compiten en equilibrio con las obras que han instalado dentro de ellas la empresa privada y esto llama la atención.
La oferta de bienes, servicios y productos alemanes para los turistas es bombardeado, como si estuviéramos en Tokyo o Nueva York, y el costo para nosotros, los pueblos en vías de desarrollo, muchas veces prohibitivo.
No obstante visitar Alemania acarrea un aprendizaje imperdible, el sólo ver a los alemanes disfrutar de la cerveza y comprobar no sólo que beberla les cae bien, sino hasta les cambia el carácter para bien, es notable ver como cambian ese rictus adusto y serio por uno sonriente, relajado y hasta con tintes de sudamericano, acompañado todo esto con una tabla de salamines, quesos y salchichas, demuestra que es un pueblo que disfruta la vida y su momento de música, cerveza y buena meza, en donde no faltan los kuchenes.
Para nosotros un bello paisaje, que es parte de la postal de esta Alemania unida, y pensar que hace 60 años y un poco más, la postal era muy distinta.
Hasta la próxima.