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?Esto es gandhiano?

Simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador toman el Distrito Federal.

Agencias

MÉXICO, DF.- Un manto sombrío cubrió el Zócalo, el Centro Histórico y los trozos de Paseo de la Reforma colmados de manifestantes. Andrés Manuel López Obrador (AMLO), había puesto a ?votación? una medida que causó sorpresa, ovaciones, pero también silencio y duda.

?Escuchen bien lo que les voy a decir?, recitó desde el atril con el sol que calaba de frente y una plaza colmada por tercera vez en 22 días desde que pidió un recuento de votos, uno por uno y urna por urna. ?Les propongo que nos quedemos aquí, en Asamblea Permanente, hasta que resuelva el Tribunal. Les propongo que aquí nos quedemos, que permanezcamos aquí, día y noche, hasta que se cuenten los votos y tengamos un presidente electo con la legalidad mínima que nos merecemos los mexicanos?, dijo con su voz aguda.

Hacía sol, mucho sol, pero al Centro le regresó lo nublado. La plaza quedó muda. Arropado por la movilización política más grande en décadas, (centenares de miles venidos de todo el país) López Obrador hizo una explicación detallada, por tramos callejeros, de cómo deberían instalarse los campamentos de resistencia. A los de Milpa Alta los mandó al Lago y al Zoológico, a los de Iztacalco se las puso más fácil al mandarlos a la Alameda; los de Álvaro Obregón quedarían en la Diana y los de Tlalpan en el Museo de Arte Moderno. Los provenientes de los estados a dormir en el Zócalo.

No explicó la modalidad. Si arriba en las banquetas o abajo en el pavimento aunque sí pidió ?disciplina, respeto y limpieza?.

Gustavo Iruegas, diplomático de cepa, experimentado en negociaciones de paz, ex vicecanciller en el Gobierno de Vicente Fox, ataviado con un rompevientos azul marino y una línea amarilla en el cuello, sonrió: ?Esto es gandhiano?.

López Obrador abrió una línea contradictoria. ?Aunque no descartamos que los magistrados del Tribunal puedan actuar como mujeres y hombres libres... no podemos confiarnos y quedarnos esperando cruzados de brazos?, dijo en la ambivalencia. Por eso, pidió, esperar el fallo del Tribunal movilizados.

Como Yasser Arafat, una rama de olivo en una mano -elogio al Tribunal racional- y el arma en la otra, la resistencia civil. Camina en la línea delgada, en la cuerda floja.

Ríos de gente

A las once de la mañana, cuando apenas salía la descubierta, el Zócalo rebosaba gente de amarillo, el Hemiciclo a Juárez y los árboles de la Alameda estaban poblados de miles de manifestantes, la explanada del Auditorio Nacional estaba llena y la marcha caminaba con lentitud por los dos carriles de Reforma entre Periférico y El Ángel.

Hasta adelante en el Zócalo, privilegiados, frente al templete donde hablaría López Obrador, estaban unos quince mil viejitos y discapacitados -por lo menos ése era el número de sillas dispuestas para ellos- ubicados en dos bloques; por cada segmento había un geriatra que se paseaba y los organizadores distribuían a discreción 30 mil botellas de agua para los adultos mayores. ?Hay que entender que muchos tienen que tomar sus medicinas?, explicó Ariadna Montiel, una de las dirigentes más discretas y activas del perredismo, responsable de la logística del evento.

Los contingentes apretaban el Zócalo por todos los costados mientras que la marcha avanzaba con la descubierta que en una hora ya había caminado desde la Diana hasta La Fragua.

?Puede más la marchocracia que la IFEcracia?, dice con sorna Porfirio Muñoz Ledo quien, sin quererlo asegurar, remata: ?Puede ser que estemos frente a la manifestación política más grande en el mundo?.

Y si de calle se trata, los sonideros, los tibiris, montaron su escenografía en distintos puntos estratégicos para expandir las incidencias de la marcha y el mitin. Polymarch, legendario entre los legendarios, se encargó del Auditorio Nacional y Cafeteros de Colombia, uno de los sonideros más acreditados en el Oriente de la Ciudad, copó Eje Central y Cinco de Mayo.

Antes, en los mítines de la izquierda, las banderas las hacían los militantes. Ahora, con el PRD del Peje, las venden los ambulantes a diez pesos; las cornetas también, se pintan cachetes a peso, se ofrecen fotos del candidato a veinte, camisetas que dicen ?Somos 15 millones de renegados?, con el dibujo del hombrecito dientón que se parece al Peje a 30 o bien dos por 50 pesos. Mascadas negras o amarillas a 15 pesos, tazas para el café en microondas a veinte pesos.

Surgen de todos lados. De Tlajomulco, Jalisco; de Poza Rica, Veracruz; de Ciudad Altamirano, Guerrero; de Chihuahua; de La Paz, Baja California Sur donde rentaron todo un ferry para atravesar a Mazatlán y de ahí fletar camiones. Vienen de Cuautla, de Tultepec con todo y cohetes y con toritos que queman para emoción de los bomberos; de Tapachula, de la Chontalpa, de Teapa, Tabasco, de Cancún y de Acapulco.

Desde Palacio Nacional, en la catorceava ventana a la izquierda de la campana, un hombre con dos cámaras de video no pierde detalle de la concentración. Trae camisa azul y un interés desmedido por los movimientos de los manifestantes. Desde ahí mira una manta que ondea al lado del asta bandera. ?Televisa, di la verdad. Tienes valor o te vale?.

Desfilan bandas de chile frito, otras michoacanas, grupos de conga, veracruzanos que hacen escándalo con botes de pintura. Un tractor que jala una plataforma con una reja llena de puercos. ?No pasarán?, dice un letrero en amarillo.

López Obrador llega al mitin sin cruzar la plaza como anteriores ocasiones. Ahora rodeó por Cinco de Mayo y llegó de sorpresa con la masa que desfila atrás.

?Pongo a consideración de ustedes esta propuesta ¿Nos quedamos? ¿Sí o no??. La gente grita que sí. Algunos ancianos del frente se levantan de su asiento y le gritan que están con él. ?Lo pregunto de otra forma: los que estén de acuerdo que levanten la mano ¿en contra? ¿abstenciones??. A la vista es una aprobación ?unánime?, en una Asamblea sin mesa directiva que vota, además, sin escrutadores.

La gente toma rumbo de regreso en un mitin extraño que empezó temprano pero no tiene fin. En el templete siguen los mismos a quienes les dijeron que van a acampar ahí. Ya lo había advertido AMLO en campaña: se iba a mudar a Palacio Nacional. Anoche durmió ahí cerquita con diez mil vecinos de cama.

La marcha fue una hazaña. Su corolario, el anuncio del plantón multiplicado por 47, quizá provocó la pérdida de simpatizantes que dudan de las medidas radicales. Aunque afianzó a muchos de los suyos que de eso piden su limosna.

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Escrito en: Elecciones

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