Es notorio que las cosas no le están saliendo bien al candidato del Partido Acción Nacional. Sigue siendo cuestionado por los jóvenes y asume actitudes bravuconas frente a ellos; fueron retirados de circulación, por orden de la Suprema Corte, los spots del presidente Fox que le beneficiaban; tuvo que recomponer su equipo de campaña a mitad de camino y hacer un supuesto relanzamiento porque no sube en las encuestas por más que hace o dice hacer y ahora se le descubre al señor Felipe Calderón una estrategia similar a “Los Amigos de Fox”, que él niega pero que acepta sea investigada. Con todo ello y más que se podría mencionar, resulta muy difícil que logre emparejar al candidato puntero en las encuestas, que sigue siendo el licenciado Andrés Manuel López Obrador.
En virtud que Roberto Madrazo sigue firme en un tercer lugar, del cual no se le ven posibilidades de salir y que Felipe Calderón, como ya señalábamos, no está siendo verdaderamente competitivo por lo que al parecer ya llegó a su techo en cuanto a votos probables, se empieza a percibir cierto nerviosismo y por momentos desesperación en sus equipos de campaña y también en los grupos de poder económico que están detrás de ellos.
Desde la derecha que representan le ven, ahora sí, serias posibilidades de triunfo al candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador y tienen el temor de que se acaben los privilegios de quienes, en un grupo cupular muy reducido, a la mala han saqueado este país y se han enriquecido escandalosamente al amparo del poder político.
Pero resulta que quieren que ese miedo llegue a permear hacia otros sectores, no sólo de la clase alta sino también de la afectada clase media, haciendo correr el rumor que al llegar López Obrador a la Presidencia de la República quienes posean propiedades o algún capital lo perderán para ser repartido entre los pobres. A esto que desde luego no resiste el rigor de la lógica y pudiera parecer risible, es importante que se le ponga cuidado y se le vea como una estrategia para desalentar el voto a favor de un candidato que ciertamente ha manifestado su compromiso con los pobres de este país, pero que también ha dejado en claro que no está contra los empresarios que invierten en México, que generan empleos, que tienen fortunas producto de su trabajo.
Además, ha mandado señales a los centros financieros que no habrá radicalismos y que se respetarán las reglas del juego económico, lo cual le ha valido críticas de ciertos sectores de la izquierda. Entonces, ¿a quiénes les interesa promover la estrategia del miedo para buscar impedir el triunfo de López Obrador? A quienes están financiando las campañas de Madrazo y Calderón, a los grandes evasores de impuestos, a los que quieren seguir enriqueciéndose por medio de la corrupción. Son los mismos que propalaron la versión que López Obrador gobernaría como Hugo Chávez o con la asesoría de Fidel castro, a lo que el candidato de la Alianza por el Bien de Todos les ha respondido que conoce bien nuestra rica historia nacional de la que se pueden sacar grandes ejemplos de buen Gobierno, sin necesidad de importar modelos de otras regiones.
Lamentablemente esas versiones y los rumores para inducir el miedo sí llegan a tener su efecto, por lo menos creando confusión. Conozco algunos casos de madres de familia de ciertos colegios, que comentan la preocupación de sus esposos porque les han dicho que la empresa donde trabajan será cerrada si gana López Obrador. También sé de otras personas que están pidiendo a familiares y amistades que recen para que no gane ese candidato porque les quitarán sus bienes si llega al Gobierno.
Parece increíble pero es cierto. Afortunadamente el efecto señalado no se ha extendido y se va imponiendo el sentido común de la mayoría de los mexicanos, según se refleja en las encuestas que cada vez más demuestran su efectividad, tal como ocurrió cuando anticiparon el triunfo del presidente Fox.
No es la primera vez que se pone en marcha la estrategia del miedo en nuestro país, pero todo indica que esta ocasión no les funcionará. La gente entiende que López Obrador no es un santo pero tampoco un demonio; que más allá de lo que puedan decir unos cuantos que verán afectados sus turbios intereses, la ciudadanía ha constatado su forma de Gobierno con sentido social y combinando la inversión pública con la privada, demostrando firmeza en las convicciones y decisiones, actuando con honestidad y austeridad. Se percibe en el ambiente que hay una aceptación mayoritaria hacia el candidato que han buscado frenar, por todos los medios, desde los círculos de poder económico y político. A pesar de la estrategia del miedo se percibe que cada vez se ensancha más el camino hacia la victoria, no sólo de Andrés Manuel López Obrador sino de un pueblo demandante de justicia, que no ha perdido la esperanza de que las cosas cambien verdaderamente en este país. La mejor arma para lograrlo será la credencial de elector y la mejor estrategia salir masivamente a votar por un cambio real.