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Estrella de Belén/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Porque su estrella hemos visto en el

oriente y venimos a adorarlo”.

Mateo 2:2

Hace algunas semanas, en respuesta a mi artículo “Navidad” publicado el pasado 23 de diciembre, uno de mis lectores me preguntó si era cierto que la estrella de Belén había sido en realidad el cometa Halley. Ésta era la versión de los hechos que le habían explicado en algún momento de su niñez.

Mucho se ha dicho, efectivamente, que el fenómeno celestial que guió a los “magos” que, según el Evangelio de Mateo, llegaron a adorar a Jesús en Belén poco después de su nacimiento era en realidad el cometa Halley, el cual reaparece cada 76 años en el firmamento de nuestro planeta.

En 1705 el astrónomo inglés Edmond Halley publicó un trabajo que sostenía que los cometas que se habían visto en el cielo en 1531, 1607 y 1682 eran en realidad un solo cometa que regresaba a la vecindad de la Tierra cada 76 años. Pronosticó así que el astro sería visible una vez más en 1758. Cuando esto efectivamente ocurrió, asombró a muchos que pensaban que una predicción de ese tipo sólo era posible por un arte de magia.

El cometa Halley, cierto, fue visible en el firmamento de la Tierra en una fecha relativamente cercana al nacimiento de Jesús, pero no lo suficiente como para que hubiera sido la estrella de Belén. Su presencia está registrada en el año 12 a.C.

Jesús, sin embargo, debe haber nacido entre el 6 a.C., el año del censo de Augusto que menciona Lucas (2:1) en su Evangelio, y el 4 a.C., año de la muerte de Herodes, quien era rey de Judea en el tiempo de nacimiento de Jesús como lo señala Mateo (2:1). Si el cometa Halley fue la estrella de Belén, la cronología que ofrecen los Evangelios de Lucas y Mateos sería falsa.

Hay registros históricos de otros fenómenos astronómicos que podrían haber sido esa famosa estrella de Belén. Algunos documentos chinos, por ejemplo, hablan de una estrella nueva entre las constelaciones de Acuario y Capricornio en el año 5 a.C. Podría tratarse de una nova, esto es, de una estrella en explosión, pero no hay registros en ningún otro lugar del mundo de este fenómeno en un tiempo en el que ya se documentaban en occidente las apariciones de novas.

Se ha hablado también de la posibilidad de que la estrella de Belén haya sido una rara conjunción de los planetas Marte, Saturno y Júpiter, la cual se produjo a principios en el año 7 a.C. Una conjunción de este tipo, es verdad, no habría sido discernible para la mayoría de la gente, pero los magos que llegaron a adorar a Jesús no eran gente del pueblo sino sabios que podían interpretar las señales del cielo. Para ellos una conjunción de esos planetas no habría pasado inadvertida.

Otros acontecimientos astronómicos han sido identificados también como la posible estrella de Belén. Pero ninguna estrella natural podría haber avanzado delante de los magos hasta detenerse “sobre donde estaba el niño” como lo narra Mateo (2:9).

Así como no sabemos qué fue esa estrella de Belén, tampoco sabemos cuántos magos llegaron a adorar a Jesús. Mateo no lo dice. La tradición oriental registraba a 12 sabios. En el occidente se redujo el número a tres y se les hizo reyes. Mateo no nos dice sus nombres ni nos da ninguna información sobre ellos. Ningún otro evangelista los menciona a ellos o siquiera la adoración.

Una crónica del siglo VIII d.C. escrita en latín, Exerpta latina barbari, le da nombre a los magos, Bithisarea, Milichior y Gathaspa, pero no cita ninguna fuente. De esas designaciones surgen los actuales Baltasar, Melchor y Gaspar. Unas supuestas reliquias de los magos fueron trasladadas de Constantinopla a Milán, al parecer en el siglo V, y desde ahí fueron llevadas a la catedral de Colonia en el siglo XII. Ahí yacen todavía y son objeto de adoración sin que sepamos realmente si corresponden o no a esos personajes.

Como tantas otras historias bíblicas, la de los magos de oriente debe ser vista más en un sentido figurado que literal. El propósito de Mateo era mostrar que Jesús había de ser no un simple rey de los judíos sino un redentor de toda la humanidad. La adoración por parte de un grupo de nobles sabios provenientes del extranjero mostraba esa universalidad.

De hecho, la tradición occidental de considerar a estos magos como “reyes”, la cual no está avalada en el texto de Mateo, procede de ese mismo afán. El salmo 72 del Viejo Testamento habla del rey que: “Juzgará a los afligidos del pueblo. Salvará a los hijos del menesteroso. Y aplastará al opresor.... Todos los reyes se postrarán delante de él; todas las naciones le servirán” (72:4,11). Era el deseo de los cristianos que Jesús fuera considerado como ese nuevo rey.

ESPINOSA

La esposa de Óscar Espinosa Villarreal ha publicado un desplegado de prensa en el cual pide que no sea el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal en el Distrito Federal el que decida el amparo de fondo sobre el caso del ex regente capitalino. La razón es que Espinosa ha presentado una denuncia precisamente en contra de los magistrados de ese tribunal por una decisión anterior. Lo lógico sería que los magistrados del Segundo Tribunal se excusaran de conocer el caso debido a un evidente conflicto de interés o que la Judicatura Federal radicara el amparo en cualquier otro tribunal. Este amparo es la última instancia que tiene Espinosa en su lucha jurídica.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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