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EU vive la cultura del odio: Eloy Martínez

EL UNIVERSAL-AEE

NUEVA YORK.- El literato argentino Tomás Eloy Martínez (1934) está decidido a no terminar sus días en Estados Unidos, donde es escritor residente en la Universidad de Rutgers, por la sencilla razón de que George Walker Bush ?ha destruido los valores elementales del país y ha transformado su cultura en la cultura del temor y el odio?.

Vía telefónica desde Nueva York, el escritor habla de su libro La Otra Realidad (Fondo de Cultura Económica), antología con fragmentos de sus novelas, notas periodísticas, relatos, textos inéditos y críticas literarias que datan de 1960, de su experiencia en Estados Unidos y de su literatura que en muchos casos se ciñe a la mirada periodística y a la reflexión política.

?Vivo mal en Estados Unidos, todo el tiempo pensando en irme, estoy decidido a no terminar mis días en este país, cuya cultura ha sido cambiada para mal por Bush, aunque sus valores más elementales siguen siendo admirables en su literatura, pero no en su política ni en su vida cotidiana. Es una país que sigue ofreciendo condiciones excepcionales para los escritores, por ejemplo, en mi universidad, Rutgers, mi obligación principal es escribir. ¡Qué cosa más envidiable para cualquier autor!?.

Tomás Eloy Martínez ha creado una obra a partir de la duda, la incertidumbre y la inestabilidad, que muchas veces se ha tomado como realista, documental e histórica, aunque su carácter es esencialmente de ficción.

?La Otra Realidad parte de que creo que hay muchas realidades, tantas como seres humanos. Kafka y su amigo de adolescencia, Max Brod, quien también fue su albacea, solían salir de Praga en tren, por las mañanas, hacia los suburbios. Mientras el tren andaba, señalaban un objeto o una escena al otro lado de la ventanilla, se concentraban en ella y la describían. Cuando miraban lo que cada uno había visto, siempre encontraban cosas distintas.

?Lo que uno ve, por muy afín que sea con la persona que está al lado, nunca es lo mismo; sucede igual en el cine, nunca se ve la misma película, ni siquiera leemos la misma novela?.

-¿Y usted enfrenta a sus lectores al desafío de descubrir las claves de su interpretación de la realidad?

-Sí, aunque a veces los lectores se pierden por desgracia, como en el caso de Santa Evita: muchos han tomado como realidad lo que el texto imagina o inventa, porque ahí no hay prácticamente nada real, salvo el personaje de Eva Perón, incluso hay diarios argentinos que reprodujeron la travesía de su cadáver basándose en la novela. No se dieron cuenta de que la mía era una novela, sinónimo de mentira, de invención.

-Escribió una vez que lo que más extraña son las experiencias colectivas en las que no estuvo y que siguen conmoviendo la imaginación de la gente, ¿a qué se refería?

-Ese fue el último avatar de mis encuentros con Perón, a quien entrevisté antes de su regreso final a la Argentina, en 1970. Me preguntó: ?¿Qué es lo que más le gusta de mi historia??, porque yo había grabado su vida. Le respondí: ?Lo que más me gusta o lo que más extraño es lo que no he visto. Cuando yo era un adolescente oía el vitoreo de la gente en la Plaza de Mayo festejándolo a usted y usted abriendo los brazos y gritando ?compañero?. Eso que nunca vi, ni viví es lo que más extraño?. Entonces él me dijo: ?Se lo voy a hacer?, y abrió los brazos, gritó ?compañero? y me abrazó.

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