No cabe duda que hoy en día muchos ciudadanos vivimos en tensión constante, que se acrecienta en la medida en que tengamos que salir a la calle de noche, o tengamos que deambular por alguna de las ciudades consideradas de alta peligrosidad por el índice de violencia urbana que padecen.
Ahora bien: ¿existirán efectivamente hoy en día mayores niveles de inseguridad por efectos del crecimiento del índice delictivo?
¿Ese incremento de la delincuencia (en caso que la primera pregunta fuese objetiva y estadísticamente contestada de manera afirmativa) será general, o localizable en determinadas ciudades o incluso barrios de esas ciudades?
¿Qué tanto influirá en ese subjetivo aunque real sentimiento de incremento de la inseguridad ciudadana, el papel que desempeñan los medios de comunicación social, sobre todo los audiovisuales?
No se puede soslayar que las grandes ciudades deshumanizadas y masificadas se convierten en caldo de cultivo a la proliferación de acciones delictivas, dado que cualquier persona inclusive dentro del mismo edificio en que habita, al salir de su departamento y llegar a la escalera se convierte en ser absolutamente anónimo que podrá ser visto, pero no mirado por sus semejantes de modo que a muy pocos les podrá interesar algún problema de salud o de accidente que pudiera sufrir ese prójimo nada próximo, ni tampoco lo podrán ubicar en un momento dado, si acaso ese mismo personaje se convirtiera en delincuente y cometiera alguna tropelía inclusive en el área cercana a donde mora.
La masificación provoca un anonimato deshumanizado con doble repercusión en la delincuencia: Por una parte pocos se van a jugar la vida defendiendo a un “ser anónimo” que deambula por las calles. Por otra los delincuentes cuentan con bastantes posibilidades de no ser descubiertos ni ser identificables en un ambiente tan masificado.
Aunado a ello vemos cómo importantes noticieros de televisión y de radio dedican los mejores minutos de su programación informativa a relatar con lujo de detalles los problemas en torno a sucesos delictivos acaecidos.
La justificación estriba en que se tiene que informar de todo. Pero en el fondo sabemos que existe el amarillismo informativo: recurso para lograr auditorios multimillonarios, dado que cualquier persona con un mínimo de inteligencia se interesará por noticias en las que la profusión de sangre sea la característica; en tanto que otra clase de noticias tienden a ser menos entendibles y por ende van segmentando el famoso “rating” y por ende no son tan interesantes para esos genios de la mercadotecnia, a los que interesa fundamentalmente los auditorios millonarios y con ello la publicidad que se genera, más que la satisfacción del auténtico derecho a la información de toda persona y de cada grupo social.
Aunado a ello, para ciertos programas televisivos es noticia aquello que cuente con imágenes que puedan ser proyectadas, por lo que un suceso de violencia grabado o filmado, puede convertirse en producto explotable, un día y otro mientras mantenga un interés fundado en el “rating”.