(Tercera parte)
Continuación...
La función idónea del hombre es vivir, no existir. Debemos aprovechar hasta el último de los minutos del día de hoy, cada instante cuenta para nuestra felicidad, y a veces lo que estamos haciendo es solamente existir, empieza y acaba el día y todo lo que decimos es; -un día más y no hice nada- y lo malo es que un día se sucede a otro y a otros así pasan los años y llega nuestro final y no dejamos ninguna huella, ningún merito que haga que los demás nos recuerden.
3. Tacto. Hay muchas personas que son muy sinceras, pero no tienen tacto para decir las cosas y algunas se esconden en que -¡Yo soy del norte y los del norte somos muy francos o bien yo no tengo pelos en la lengua para decir lo que siento! Tal vez sean muy sinceros, pero a veces lo hacen sólo para molestar a los demás.
Hay una prueba del tacto, para ver cómo andamos en este talento o cualidad. Hagámosla ahora para que gráficamente veamos lo que pasa cuando sucede esa situación negativa. Tome una hoja de papel de máquina, haga una pequeña bolita con ella, apriétela. Ahora trate de dejar el papel como estaba antes de que la arrugara. ¿Verdad que ya no vuelve a quedar igual? Ya que por más que la alise, la planche, que quiera quitarle las arrugas, esto será totalmente imposible. Eso mismo sucede con las personas a quienes les hacemos un desprecio, una broma pesada, les ponemos un apodo, los invitamos a una supuesta cena para humillarlos, les hacemos un juicio sumario, les decimos una mentira, les hacemos una mala cara, les levantamos un falso, nos burlamos, etc., después por más que pidamos perdón ya no son las cosas igual.
Perdono, pero no olvido, dicen algunas personas.
De hoy en adelante, trataré a los demás, como quisiera que los demás me trataran a mí. Ésta es una regla de oro, si somos conscientes de nuestra actuación antes de ofender, de decir las cosas, veremos si no vamos a lastimar con nuestras palabras o actitudes, pues muchas veces no es tanto lo que decimos, sino ?cómo lo decimos?.
En un diplomado reciente, cuando estábamos tratando lo del tacto, me decía un gerente: cómo no estuviste una semana antes en mi empresa, pues tuvimos un incidente bastante grave ?me comentaba muy apenado-.
Resulta que como los trabajadores empiezan sus labores a las ocho, la empresa daba un descanso a las diez de la mañana, de diez minutos para comer un lonche y tomar un refresco.
Uno de los empleados trajo su lonche y lo puso en su banco de trabajo y alguien por hacerle una broma se lo escondió. ?Denme mi lonche- suplicaba a sus compañeros, se va a terminar el descanso y no voy a tener tiempo de comer. Todos sus compañeros sólo se reían de su impotencia, cuando sonó el timbre indicando que el tiempo se había terminado, alguien disimuladamente dejó la bolsa con el lonche, pero él alcanzo a ver con el rabillo del ojo quién había sido: pero vas a ver infeliz, me las vas a pagar, amenazó a esa persona.
El día siguió transcurriendo, y en cierto momento cuando la persona de la broma pasó cargando una viga de metal, por el lugar donde estaba trabajando la persona ofendida, éste le dio un fuerte empujón a la viga, lo que hizo que aquél perdiera el equilibrio y se fuera trastabillando hacia atrás, hasta que tropezó con unos materiales que estaban en el suelo, cayendo aparatosamente y lastimándose el cuello. Al apoyar sus manos sobre los citados materiales, tomo lo primero que sintió cerca de su mano, que resultó ser un pedazo de varilla y se lo lanzó a su compañero de trabajo, con tan mala suerte que ésta se le hundió en el estómago. Uno fue a parar al hospital y el otro a la cárcel, ¿Y todo por qué? Por una broma pesada.
Si no puedes decir algo agradable de alguien, mejor no digas nada. Ésta es otra recomendación que hago, si no tiene nada agradable qué decir mejor cállese, pues dicen que es más fácil detener una locomotora a toda velocidad, que una palabra una vez que sale de nuestros labios.
Luego es muy común que estemos platicando con un grupo de personas y sale la pregunta: ¿oye, conoces a fulano de tal? ?Realmente no lo conocemos afondo, a nosotros no nos consta en lo personal nada de lo que se dice de esa persona, pero luego luego sacamos el veneno y decimos con toda la seguridad del mundo: sí, es un ratero, o un homosexual, o un drogadicto, o un traficante, etc., etc. Ahora bien, si algo de eso nos consta ¿quiénes somos nosotros para juzgarlos?
Recuerde que en un principio dijimos que todo lo que decimos se va a saber tarde o temprano. (Que no sean nuestros representantes, son un matrimonio mal avenido). Así que esa persona algún día lo va a saber y no nos imaginamos cómo va a ejercer su venganza contra nosotros.
El mundo da muchas vueltas y quién le dice a usted que esa persona será un día alguien de quien dependa, tal vez su futuro o la persona que tiene que arreglar un trámite oficial, o quien decida su ingreso o no a alguna empresa, etc., y si usted de alguna manera la tiene ofendida, ¿cómo cree que va a reaccionar contra usted?
Así que con todo lo que hemos visto, ¿por qué no tratar de la mejor manera a todas las personas que nos rodean? No nos cuesta nada y sí ganamos mucho.
4. Cortesía. Ésta es otra cualidad que también desgraciadamente ya la hemos perdido, o bien casi no la practicamos. A veces ni siquiera un buenos días sincero, amable, podemos decir a nuestros compañeros de trabajo. En nuestro hogar con nuestra esposa(o), ya no sabemos decir algo agradable, a veces ni siquiera recordamos la fecha de cumpleaños, o aniversario de bodas, porque ya hemos perdido esa cortesía.
Uno de los factores más importantes dentro del ambiente comercial, es precisamente la cortesía que los empleados puedan tener hacia sus clientes, pues con una frase simpática, una sonrisa amable el cliente siempre volverá a ese comercio.
Una de las cortesías que más agradan a las personas, es el hecho de que lo mencionen por su nombre pues no hay música más celestial que ante un grupo de personas reunidas, alguien nos saluda con mucho afecto, diciéndonos ?buenos días Sra. Gómez Palacio-.
Recuerdo lo que me pasó en el aeropuerto de la Ciudad de México, D.F., cuando conocí al vendedor más grande del mundo... Un maletero muy entusiasta, entregado a su trabajo. Cuando llegue a la sala para registrarme en mi vuelo se acercó un maletero y me preguntó: ?¿a dónde vuela Ing. De la Cruz?? mientras tomaba mi equipaje para llevarlo al área de documentación. ?A Torreón, Coah.- contesté al mismo tiempo que sacaba un billete de baja denominación para su propina.
-Bien, entonces por Aeroméxico- llevando el equipaje a la ventanilla correspondiente, entonces le dice a la persona que atendía el mostrador. ?El Ing. De la Cruz viaja a Torreón, Coah.-. Cuando oí que el maletero me mencionaba por mi nombre guardé el billete de baja denominación y saqué uno de mayor valor, mientras el maletero ponía mi equipaje en la báscula.
Cuando la persona de boletos estaba documentando el vuelo y necesitaba el dato de cuánto equipaje traía y el peso correspondiente, ya había detrás de mi varias personas, y el maletero, desde la báscula, le decía al de los boletos casi gritando ?el equipaje del Ing. De la Cruz pesa 30 kilogramos y va a Torreón, Coah.- a lo que los demás pasajeros voltearon a ver con interés quién era esa persona de quien se hablaba, claro que guardé aquel billete y saqué otro de más valor.
Todo porque en un momento determinado, este maletero, me había hecho sentir tan importante ante los demás con sólo mencionarme por mi nombre. (El cual estaba anotado en las etiquetas de mi equipaje).
Ahora quisiera preguntarle a usted: ¿cuantos clientes o personas atiende usted diariamente en su oficina, despacho, taller, mostrador, etc., que ni siquiera sabe cómo se llaman?
En la lavandería donde regularmente llevo mi ropa, la propietaria una persona muy atenta y fina la Sra. Clara Elvira siempre me trata con mucha amabilidad, y las personas que colaboran con ella, al verla me tratan con la misma cortesía, una vez que me reciben las prendas me dicen muy bien Sr. De la Cruz su ropa estará tal fecha y gracias por su visita.
Con nuestra familia ¿cómo nos comportamos? ¿Cuántos de nosotros llevamos una agenda de fechas para estar pendientes de los cumpleaños o aniversarios de nuestros hermanos, padres pareja? ¿Cuántos de nosotros que estamos casados, le mandamos nada más porque sí, un ramo de flores a nuestra esposa? Pues es realmente poco ese detalle de cortesía con aquella persona que nos ha dado tanto en la vida.
No llenes de flores los panteones, llena de amor los corazones. Sólo hasta que están muertas las personas, entonces sí, como que queremos compensar lo que no hicimos en vida, lo queremos hacer a la hora de la muerte, y mandamos enormes ramos de flores, mandamos decir misas, publicamos grandes desplegados en los periódicos, ¿y ya para qué? Ahora que las personas todavía están vivas, ahora que todavía nos pueden apreciar, vamos a darles todo nuestro cariño, nuestro aprecio, nuestra ternura, nuestra cortesía. Usted amigo(a) que me está leyendo ¿cuándo fue la última vez que le dio un beso a su padre, madre, hijos? Si no lo ha hecho, hágalo ahora, no tiene que esperar a Navidad, o el día de su cumple, o el día del padre o de la madre, quién sabe si para entonces tenga todavía esa oportunidad.
Con sus clientes, amistades, empiece a llevar un registro de sus cumpleaños y mándeles un correo electrónico si se puede, o una tarjeta, donde les desee buena suerte, donde se haga presente en sus vidas y vera cómo pronto su círculo se irá abriendo y esto se multiplica enormemente para usted. Continuará...
Esperamos seguir contando con su atención en ésta su columna y agradecemos los comentarios recibidos a nuestra dirección electrónica que ponemos a sus órdenes con Germán de la Cruz Carrizales (pmger@hotmail.com pmger@todito.com).
Reiteramos nuestro agradecimiento a quienes hacen posible estas publicaciones y sobre todo a usted amable lector quien hace que este proyecto contribuya a fortalecer nuestras familias y sus valores. La siguiente semana veremos la cuarta parte de Despertar... es Cualidades. Gracias por su atención.
?Quien no vive para servir, no sirve para vivir?.