(Novena parte)
Continuación...
Cuentan que don Hermenegildo Torres se reunía en un bar, en la ciudad de Monterrey, N.L., a platicar con sus amigos y lo hacía con tanta gracia que a todos los tenia ?muertos? de risa. Alguien le dijo ?don Hermenegildo- ¿Por qué no va y nos cuenta esto en el Club de Leones? A lo que él contesto: ¿y cómo creen que voy a ir a platicar estas tonterías ante un público tan selecto? Pues así como nos las dice a nosotros. Para no hacer el cuento largo, de un club pasó a otro y luego a otro, hasta que alguien le sugirió que cobrara por sus conferencias y ahora tiene tanta demanda, que hay que programarlo con meses de anticipación, y no tan sólo eso, sino que ya ha grabado material, tiene posters, distintivos, credenciales, etc., gana una fortuna, sólo por hacer uso de su habilidad que es la de platicar.
Busque dentro de usted y ya deje de quejarse de lo caro que está la vida, de los candidatos, de lo difícil de la situación, pues sólo tiene que descubrir cuáles o cuántas, son las cualidades y lo más importante póngalas en práctica.
Nuestros pensamientos forman nuestro destino. Según sea nuestra actitud hacia la vida, según pensemos de la oportunidad que tenemos de nuestra existencia, así nos empezara a ?pagar? la vida. Usted conoce personas que nunca, o casi nunca, tienen problemas, nunca sufren accidentes, ni fracasos económicos, les va bien en todos los órdenes de la vida, sin embargo, existe otro tipo de persona, que siempre está padeciendo alguna tragedia, siempre se están quejando de algo que les está pasando, que ya, siempre tienen algún problema que no los deja vivir o disfrutar la vida. Si analizamos la actitud de una y otra persona, se dará cuenta de cuál es la razón de estas diferencias, pues definitivamente, las personas con ?buena suerte?, son gentes positivas, activas, joviales, que no se dejan abatir por alguna situación. Y las que según ellas, las persigue la ?mala suerte?, son personas pusilánimes, negativas, angustiadas, que no pueden ver todas las oportunidades que hay a su alrededor.
Lo que somos es el obsequio que Dios nos hace, lo que lleguemos a ser es nuestro obsequio a Dios. Fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, y es cierto, pues nos hizo en perfección, somos lo más perfecto que existe en el mundo.
Este concepto, a algunos asistentes a los seminarios como que no están de acuerdo, pues tanto han dicho ?somos humanos y como tales somos imperfectos?.
Lo que tal vez pase es que tenemos una idea equivocada de lo que es la perfección, o a qué perfección nos estamos refiriendo.
Planteemos esta situación y usted dirá, si esto no es perfección: cuando a usted le entra una pequeña basurita en el ojo (puede que sea microscópica) ¿Qué pasa inmediatamente en su organismo? Y ni nos damos cuenta de ello. Primero: siente una incomodidad inmediata y muy molesta. ¿Para qué? Pues para obligarlo a hacer algo de forma inmediata, pues su cuerpo no quiere nada extraño dentro de usted. Segundo: se produce un lagrimeo abundante, para obligar a ese cuerpo extraño a salir de allí. Tercero: esas lágrimas (que tienen sabor a sal) contienen en sí mismas químicas para evitar una infección. Es decir. Su cuerpo, aun en el desequilibrio, está actuando en perfección pues aun la enfermedad es perfección, porque de esa manera nuestro cuerpo busca el equilibrio.
Por lo tanto, haga uso de las ?cualidades?, que hasta aquí hemos analizado, para que salga de esa pobreza, esa enfermedad, ese problema moral, etc.
Quizás conozca la fábula de Alejandro Jodorowsky que dice: un granjero se encuentra un huevo en el campo, al no saber de qué tipo de ave se trata, se lo pone a una gallina que estaba empollando. Cuando nacieron los polluelos de la gallina, nació el pollo de ese huevo extraño, que se confundía con sus ?hermanos? que andaban detrás de su madre, comiendo los gusanitos que ésta sacaba al momento de escarbar la tierra.
Tiempo después pasó por la granja un naturista, un científico, observó aquel pollo tan diferente y le dice al granjero: oye ¿Qué pollo es ése tan diferente a los demás? Pues no sé salió de un huevo que encontré en el campo, -contestó el granjero-.
Déjame estudiarlo y yo te digo de qué pájaro se trata, aseguró el sabio. Se llevó al polluelo y descubrió que era un águila real. Tú no eres pollo de gallina ?le dijo el sabio- tú puedes volar muy alto. No, -contestó el pollo- yo soy un pollo de gallina y así estoy muy a gusto, déjame.
Te voy a llevar a un peñasco, te voy a aventar al viento y verás cómo tú vas a volar. Lo llevó al carro, subió a una peña grande; lo aventó, el pollo no movió las alas y se dio un tremendo golpe que se quebró un ala.
Te digo que yo no sé volar, yo soy pollo de gallinero ?gimió el herido- lo lleva nuevamente a la granja, lo curan y a la tercera semana vuelve nuevamente por el polluelo; ahora lo lleva más alto, lo vuelve a aventar, éste no mueve las alas y ahora se quiebra las dos extremidades.
Ves, te digo que no puedo volar, déjame en el gallinero ?protestó el aguilucho-. Lo vuelven a curar y ahora lo llevan hasta la cima de la montaña, cuando iban subiendo, el pollo vio en lo alto un águila real, le entusiasmó la idea de que tal vez sí pudiera volar tan alto como aquel congénere que estaba viendo.
¿De veras crees que yo puedo volar tan alto como esa águila? Preguntó un tanto interesado. Claro, sólo tienes que mover las alas.
Cuando lo avientan y empieza a volar y observa a lo lejos un hermoso horizonte se dice a sí mismo: ¿cómo es posible que yo estuviera tan a gusto en ese gallinero?
Y usted, porque no ?mueve? tantito sus alas, y tal vez cuando ya esté en las alturas, usted también diga: ¿cómo es posible que por tanto tiempo, yo no haya querido salir de allí?
Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta. ?¿Dios hizo todo lo que existe??.
Un estudiante contestó valiente, ?¡sí, lo hizo!?. ?¿Dios hizo todo, caballero??. ?Sí, señor?, respondió el joven.
El profesor contestó, ?si Dios hizo todo, entonces Dios hizo al mal, pues el mal existe, y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo?.
El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe cristiana era un mito.
Otro estudiante levantó su mano y dijo: ?¿puedo hacer una pregunta, profesor??.
?Por supuesto?, respondió el profesor.
El joven se puso de pie y pregunto: ?profesor, ¿existe el frío??.
?¿Qué pregunta es ésa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío??.
El muchacho respondió: ?De hecho, señor, el frío no existe. Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor?.
?Y, ¿existe la oscuridad??. Continuó el estudiante.
El profesor respondió: ?por supuesto?.
El estudiante contestó. ?Nuevamente se equivoca, señor, la oscuridad tampoco existe. La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no, incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores de que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie donde termina el haz de luz. ¿Como puede saber cuán oscuro esto un espacio determinado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente?.
Finalmente, el joven preguntó al profesor, ?señor, ¿existe el mal??.
El profesor respondió: ?por supuesto que existe, como lo mencioné al principio, vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, ésas cosas son del mal?.
A lo que el estudiante respondió: ?el mal no existe, señor, o al menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es, al igual que los casos anteriores un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios no creo al mal. No es como la fe o el amor, que existen como existe el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz?.
Entonces el profesor se quedó callado.
La próxima semana comenzaremos un tema nuevo y muy interesante, ya que veremos el funcionamiento de la mente interior, de nuestro subconsciente. Entenderemos la razón de todos nuestros fracasos, tanto económicos, morales, emocionales, sentimentales, así como también las razones de nuestras enfermedades, accidentes, etc., tal vez de nuestros éxitos, pues veremos cómo ese mecanismo interior, una vez que es accionado, no podemos hacer nada para detenerlo (a menos que sepamos cómo funciona para poder manejarlo adecuadamente).
Esperamos seguir contando con su atención en ésta su columna y agradecemos los comentarios recibidos a nuestra dirección electrónica que ponemos a sus órdenes con Germán de la Cruz Carrizales (pmger@hotmail.com pmger@todito.com).
Reiteramos nuestro agradecimiento a quienes hacen posible estas publicaciones y sobre todo a usted amable lector quien hace que este proyecto contribuya a fortalecer nuestras familias y sus valores. La siguiente semana veremos la primera parte de Despertar...es Mecanismo de la Mente. Gracias por su atención.
?Quien no vive para servir, no sirve para vivir?.