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Familia Sirviendo a la Vida / DESPERTAR... ES

Germán de la Cruz Carrizales

(3a. Parte)

FUERZAS Y DEBILIDADES DEL SIGLO XXI

Continuación...

Cada uno de nosotros es una joya exclusiva, una piedra preciosa, invaluable, porque somos únicos en el mundo, es decir, no hay entre los seis mil millones que somos más o menos en el planeta, otra persona igual a nosotros, con nuestras características físicas, nuestro modo de pensar, nuestra forma de actuar, nuestro timbre de voz, nuestras capacidades y habilidades, nuestra forma de vestir. Es decir, somos únicos. Pero ¿nos sentimos así? Realmente ¿queremos ser el número uno? El comportamiento en nuestra familia, en nuestro círculo social, en nuestra ciudad ¿hace sentir que somos el número uno? En el teatro de la vida ¿en qué lugar nos sentamos, en la primera fila, en la segunda?, ¿en la última? Cuantas veces hay lugares disponibles adelante y nos hablan para ocuparlos, ¿pero qué hacemos? Tomamos la silla y nos la llevamos silla para atrás. ¿Por qué? Porque no nos gusta, no sabemos o no queremos ser el número uno, y luego nos quejamos que no nos toman en cuenta, de que no se nos aprecia, de que no se nos da el lugar que merecemos. Pero si nosotros mismos no nos apreciamos, ¿cómo queremos que los demás lo hagan?

Ser el número uno tiene sus obligaciones y responsabilidades y tal vez sea ésa la razón de no querer serlo. Porque es muy cómodo culpar a otros cuando las cosas no salen bien, porque no queremos molestarnos en pensar, en iniciar algo. Piense en esto, analice su situación y no importa cuál sea su actividad en la vida, actúe como el número uno. Si su trabajo es barrer, hágalo como el mejor, si va a tomar dictado, hágalo como el número uno, si va a entregar un pedido, que no haya otro como usted. Que sus hijos, su pareja, su jefe, sus amigos, su patria, Dios y sobre todo usted mismos, se sienta orgulloso de su situación.

Viendo la televisión aparece un comercial que nos dice, intestino delgado 200,000 pesos, intestino grueso 400,000, vaya si cuestan. Si hiciéramos una lista de todos nuestros órganos, aparatos y sistemas y tuviéramos que ponerle un precio a cada uno de ellos ¿cuánto valdría nuestro cuerpo? Mucho seguramente, ¿pero cuánto sería mucho? Pues no tiene valor definido, es incalculable. Imagina a una persona que tiene muchísimo dinero y que es invidente diciéndote: ¿me vendes tus ojos? Cuánto quieres que le ponga al cheque porfa véndeme tus ojos. ¿Se los venderíamos? Seguro que no, pero aquellas personas que fuman en cuanto valoran su salud, en nada. Aquellas personas que se enojan y son corajudas, cuando producto de su enojo se vuelven hipertensas o diabéticas, ¿en cuánto valoran su salud?, en nada. Aquellas personas que son alcohólicas y pierden toda noción de lo que hacen, ¿en cuánto valoran su vida? Hay muchos casos, como aquella persona que tenía miedo a las cucarachas, y en una borrachera veía claramente que una cucaracha de gran tamaño se venía acercando a él, con valor acaba con ella, pero cuando tiene conciencia a quien agredió gravemente fue a su hijo de cinco años a quien adoraba. Una persona que tiene alguna adicción, sabe que la adicción lo va a llevar a perder su trabajo, su familia, pero en ese momento no nos importa, no valoramos lo que tenemos. Y usted, ¿valora realmente su cuerpo, su salud? Si nos ponemos a pensar en los cuatro mil o más millones que tiene la humanidad comparada con los 70 ó 100 años que en promedio vamos a vivir, ¿cuánto contribuye nuestra existencia a todo ese tiempo? Nada, una milésima de segundo, un suspiro, un parpadeo y si todavía esa milésima de segundo o suspiro que es nuestra vida, nos la vamos a pasar angustiados, molestos, enojados, enfermos, quejándonos ¿cuál será entonces la razón de existir? Porque muchas veces es lo que hacemos solamente, existiendo, no viviendo.

¿Se ha puesto a pensar usted, a meditar la máquina tan maravillosa, tan perfecta que es nuestro cuerpo? Cuántas cosas suceden en nuestro organismo sin que intervengamos para nada y sin embargo todo sucede con una perfección increíble, divina, con una sincronización maravillosa, pero que no apreciamos ni valoramos en toda su magnitud. Nuestro cuerpo se compone únicamente de reacciones químicas e impulsos eléctricos, es sólo eso. Muy complejo, sí, pero es lo que somos, sólo eso. Una persona que pesa setenta y cinco kilos, 43 son de hidrógeno, 16 de oxígeno, siete de carbono, dos de nitrógeno, dos de calcio y esto suma 70 kilos y tres kilos en total de los elementos como: aluminio, yodo, arsénico, hierro, cloro, azufre, potasio, sodio, flúor, magnesio, silicio. Pero esos elementos químicos que son necesarios para el desarrollo de las actividades del cuerpo, también son venenos activos que pueden, destruirnos totalmente.

¿Qué pasa si nos tomamos un vaso de cloro, o de arsénico o si durante diez o 12 minutos deja de haber aportación de oxígeno al cerebro? Pues nos morimos. Deducimos entonces que las químicas en nuestro cuerpo deben estar en equilibrio, en balance, en armonía dentro de nuestro cuerpo, sin embargo con cuánta facilidad se nos desequilibran, ante cualquier pensamiento, idea, emoción, o situación que pasa a nuestro alrededor. Cualquier desequilibrio de éstas en medicina, la llamamos enfermedad. Qué pasa si nos duele la cabeza, pues tomamos un analgésico que es una química y que viene a equilibrar ese desequilibrio y se va el dolor de cabeza. Pero una vez que pasa el efecto, vuelve el desequilibrio. Y cuántas personas no conoce usted que pasa toda su vida con dolor de cabeza o migraña.

Imagine que ésta en una reunión familiar con toda su familia, los niños jugando en la calle y de pronto escucha un rechinido de llantas, un claxon furioso y un grito angustioso de alguno de los niños. ¿Cuál es inmediatamente la reacción de su cuerpo, esté o no alguno de sus hijos en la calle? Seguramente su estómago se sobresaltará, angustia, boca seca, las manos sudan, el color se le va y en ese momento usted ya no sabe nada y cuando vuelve a la realidad, es porque está ya en la calle, cerca de lo que pudo o no, ser un accidente, eso no importa, lo que importa es que ahora vea usted lo necesario de conservar la calma, porque ante cualquier idea o emoción sus químicas se desequilibrarán, sus venenos se activan y una vez activados, ellos van a buscar el equilibrio, llevándolo a una enfermedad nerviosa o patológica y tal vez hasta la muerte.

Ésta es la explicación de ciertas situaciones que hemos visto en estos últimos catorce años y con más de ciento veinte mil personas que tal vez no encontraban la razón o justificación científica de lo que les sucedía y luego se comenta como algo sobrenatural. Personas que en momentos de emergencias levantan cosas sumamente pesadas, que se caen de edificios de varios pisos y que no les pasa nada, que ante un inminente peligro ?vuelan? de un lado a otro, porque en ese momento sus químicas les permiten hacer todas esas cosas inconscientemente, pero una vez que pasamos por la emergencia empezamos a temblar, a sudar y a veces perdemos la conciencia o la razón; pues a veces el shock es tan fuerte, que nuestras químicas no pueden ser balanceadas, y nuestra mente para salvarnos la vida nos saca de la realidad. Hay un dicho muy común, ?el que se enoja pierde? y claro que pierde, así que nada de enojarse, de alterarse, de molestarse, no hay nada que valga la pena de desequilibrarnos, pues nada es más valioso que nuestra salud. Disfrute, aproveche el tiempo para disfrutar la vida, deje de quejarse, los rencores, las envidias, los celos, y las angustias, todo esto déjelo a un lado, pues nada es más importante que usted. Continuará...

Esperamos seguir contando con su atención en ésta su columna y recibiendo sus comentarios en la dirección electrónica con, Germán de la Cruz Carrizales (pmger@hotmail.com pmger@todito.com).

Reiteramos nuestro agradecimiento a quienes hacen posible estas publicaciones y sobre todo a usted amable lector quien hace que este proyecto contribuya a fortalecer nuestras familias y sus valores. La siguiente semana veremos la cuarta parte de ?Despertar...es? Fuerzas y Debilidades del Siglo XXI. Gracias por su atención.

?Quien no vive para servir, no sirve para vivir?.

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