(Segunda parte)
Continuación...
De este modo, Dios nos muestra que ha nacido para todos los hombres y se manifiesta de maneras que superan nuestras diferencias. En todo corazón humano hay una semilla del Amor divino. Por eso, la intolerancia, la discriminación y los prejuicios son incompatibles con el espíritu cristiano.
Panorama litúrgico. En la liturgia de la Iglesia, el tiempo de Navidad comienza con las primeras vísperas del veinticinco de diciembre y se extiende hasta el domingo después de Epifanía, en el que se celebra la fiesta del Bautismo de Jesús. Son dieciocho días en los que las celebraciones apuntan a subrayar la realidad histórica de la Encarnación del Señor: María Madre de Dios, la Sagrada Familia, la Adoración de los Magos, etc.
En estos días repasamos la infancia y la vida oculta de Jesús, hasta su manifestación al mundo en el Bautismo recibido en el Jordán cuando cumplió treinta años; aquí volvemos a encontrarnos con la figura de Juan el Bautista, quien nos había acompañado durante el tiempo de Adviento.
De esta manera, la Navidad es un tiempo en el que se despliega progresivamente la presencia de Dios en la vida cotidiana de los hombres. Y esta cercanía del Salvador es el fundamento de la paz y el amor que caracterizan el espíritu navideño. Por eso la primera carta de San Juan, con su descripción de las características del amor divino, tiene un singular protagonismo en la liturgia de la Palabra.
¿Por qué tres misas? En los primeros siglos de la iglesia, los cristianos de Jerusalén celebraban tres misas en el día del nacimiento de Jesús: ?La primera en la cueva de la Natividad, santificando así, en la noche, la hora del nacimiento del Señor?. ?La segunda, al amanecer, como signo de la Resurrección, recordando, cómo los pastores, la llegada del Dios-hombre?. ?La tercera en el templo, siendo ésta el oficio solemne del día?.
Los romanos, por su parte, quisieron imitar esta costumbre realizando tres celebraciones: ?La primera a la media noche, en la iglesia de Santa María la Mayor, en el altar del pesebre ?imitación del de Belén-, recordando la hora del nacimiento?. ?La segunda en la hora de la Resurrección, al amanecer, recordando este misterio?. ?La tercera, el oficio solemne del día, en la Basílica de San Pedro?.
Con el correr de los años, esta costumbre se difundió por distintos pueblos, hasta que, finalmente, fue adoptado por toda la iglesia.
¿Jesús nació el veinticinco de diciembre? Si bien los evangelios no nos proporcionan datos sobre la fecha exacta del nacimiento del Señor, esto no nos impide vivir lo esencial de esta fiesta: proclamar y celebrar su venida.
Sabemos, entonces, que históricamente este día fue elegido para suplantar en Roma la fiesta pagana del nacimiento del sol invicto, con la que se celebraba el triunfo del astro rey sobre el invierno. El Papa Liberio, en el año 354, aprovechó esta circunstancia para proponer a Cristo, Sol de justicia, como la verdadera luz que ilumina a los hombres. Éste es un ejemplo de la actitud de apertura con la que la iglesia no anula sino que resignifica las características culturales de los pueblos donde anuncia el Evangelio.
Símbolos de la Navidad. El pesebre ?también conocido como Belén- es una representación del nacimiento de Jesús, realizada con pequeñas figuras que nos ayudan a ubicarnos en el clima espiritual de aquella situación.
Sus imágenes principales son: el Niño Dios, la Virgen María y San José. Después encontramos otros personajes menos relevantes pero también tradicionales: los pastores, los ángeles, los reyes magos, el burro y el buey. Todo enmarcado en un paisaje natural, con piedras, arena, árboles e incluso arroyitos.
Encontramos su primer antecedente histórico en las esculturas y pinturas que adornaban los primeros templos cristianos.
Pero el verdadero origen de esta tradición navideña tan popular se remonta al siglo XIII. San Francisco de Asís quiso celebrar la Navidad de la manera más realista posible, y para eso introdujo un pesebre en una cueva muy pobre, mandó traer un buey y una mula, además de solicitar la participación de lugareños para realizar las distintas escenas que se sucedieron en el nacimiento del Niño Dios: la infructuosa búsqueda de una posada, el alumbramiento, la anunciación del ángel a los pastores, la adoración y las ofrendas que los Reyes Magos le trajeron desde el Oriente guiados por la estrella de Belén. En esta cueva predicó sobre el misterio de la Nochebuena, con notable éxito.
Este nacimiento viviente dio paso a la representación con pequeñas figuras, que en ocasiones constituían un pesebre que pasaba de casa en casa hasta el término de la Navidad.
Algunos siglos después, en América, los misioneros utilizaron el pesebre como recurso evangelizador entre los pueblos indígenas.
Lo mejor es armarlo cuando comienza el Adviento. Las figuras de María y José se ubican en el establo, y todos los demás personajes a su alrededor, en actitud de espera. También se incluye sobre el portal la estrella que guío a los Magos hasta Belén. La imagen del Niño Jesús se coloca recién en la noche del veinticuatro de diciembre.
La Corona de Navidad. Debido a que conserva el verdor de sus hojas, muchos pueblos han considerado al muérdago como una planta medicinal y sagrada, asociada a la fertilidad.
En la época navideña se usan sus ramas para formar coronas que adornan puertas o ventanas, como símbolo de la esperanza que se renueva con la llegada del Niño Dios.
El árbol. Los pueblos de la antigüedad consideraban a los árboles como la expresión de las fuerzas fecundantes de la Madre Naturaleza, y por eso les rendían culto. El roble, por su tamaño y fortaleza, fue en muchos casos el árbol más utilizado para este fin. Al llegar el otoño, su aspecto desolado era compensado con diferentes adornos tratando de atraer el espíritu de Navidad que se creía alejado.
Se cuenta que, durante el siglo VIII, un veinticinco de diciembre un roble cayó sobre un abeto, pero éste quedó milagrosamente intacto, por lo que fue proclamado el árbol del Niño Jesús. Su forma triangular se utilizo como símbolo de la Santísima Trinidad.
Los adornos. La costumbre de adornar los árboles de Navidad comienza en el siglo XVIII. Todas esas figuras guardan una significación especial relacionada con el nacimiento del Señor.
A continuación describiré las más significativas.
Ángeles. Los ángeles simbolizan el amor, la bondad, la misericordia. Son los encargados de transmitir la buena noticia de la salvación a los hombres.
En los días previos a la Navidad se conmemora la aparición del ángel Gabriel a María. A él lo conocemos como el ángel de la Anunciación, pues anunció a María que había sido elegida por el Señor para ser la madre del Salvador. Por eso se le rinde homenaje con su imagen en el árbol o en el pesebre.
Estrellas. Nos recuerdan a la estrella que llevó a los Magos desde Oriente hasta el pesebre donde nació Jesús. Según el relato evangélico, estos hombres sabios interpretaron que esa luz anunciaba la llegada de un Rey. Las estrellas simbolizan para nosotros la esperanza y los ideales que nos impulsan hacia una vida mejor.
Velas. En la antigüedad se las usaba para espantar a los espíritus asociados a la oscuridad. Su uso como adorno en sentido cristiano es alumbrar la gruta donde la Virgen dio a luz a Jesús. Por esto en muchos hogares se prenden velas y faroles en puertas y ventanas para conmemorar aquella ocasión.
Campanas. Lo mismo que las velas, los pueblos primitivos las usaban para ahuyentar a los malos espíritus. Para los cristianos significan un llamado a la oración y la meditación comunitaria.
Manzanas y esferas de colores. Las manzanas y otras frutas representan la abundancia de la vida nueva que se nos regala en la Navidad. Evocan también el sentido comunitario del compartir los dones de Dios. Con el tiempo se fueron sustituyendo por esferas de colores.
Continuará...
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?QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR?.