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Fox y Morales/Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

Todavía no asume sus funciones el presidente electo de Bolivia, Evo Morales, y ya el presidente Fox ha trazado su distanciamiento con el mandatario que con el 54 por ciento de los votos alcanzó el Poder Ejecutivo del que tomará posesión el 22 de enero. El Gobierno mexicano prolongará de ese modo tensiones y rispideces que lo enfrentaron a los de Argentina y Venezuela en los meses finales del año pasado. Como en esos casos, Fox actúa de modo trivial. Y en éste, desinformado.

No obstante la contundencia del triunfo del candidato del Movimiento Al Socialismo (MAS), de Los Pinos no salió una felicitación a Morales sino hasta el martes pasado. Se alegó que se esperaría a su confirmación formal, precaución valedera en los casos en que, como en Honduras recientemente, dos candidatos se proclaman vencedores o bien la diferencia es muy estrecha. Pero en muchas otras oportunidades -pensemos en la reelección del presidente Bush, en noviembre de 2004- la Presidencia mexicana se apresura a felicitar a los ganadores.

En el caso de Morales, pues, hubo una reticencia no explicable por motivos formales sino por la distancia ideológica y la conocida vinculación -ratificada en los comienzos de la gira del boliviano, que incluyó citas con mandatarios europeos, concertadas antes que se le proclamara presidente electo- del dirigente cocalero con Fidel Castro y Hugo Chávez, con quienes explícitamente Fox se ha enemistado.

Cuando Morales estuvo en París, Mónica Delgado, la corresponsal de Reforma en la capital francesa indagó sobre la relación con México del primer presidente indígena de un país con mayoría indígena. El boliviano solicitó a Fox una entrevista, en el marco de la reunión cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea y América Latina. Conversaron en Guadalajara el 26 de mayo de 2004, pero no se simpatizaron. “No hemos podido entendernos”, dijo Morales. Por lo que dijo ayer durante su visita a Sudáfrica, podemos colegir que la falta de entendimiento se refería al papel de México como receptor de gas boliviano: “En esa reunión no hubo mucho entendimiento sobre la venta de gas a México, aunque yo no tenía entonces mucho que hablar”.

En su estancia parisiense Morales había dicho que, sin embargo, “el contacto siempre estaría abierto”. Por eso resultó impropia y desdeñosa una expresión de Fox sobre el tema. El domingo, en el programa radiofónico semanal de Eduardo Salazar, el presidente dijo: “el nuevo Gobierno aparentemente había dicho que el gas de Bolivia no se exporta. Bueno, pues ni hablar. Pues lo van a consumir ahí o se lo van a comer ahí, allá ellos. Tienen mucho gas como para exportarlo”.

Además de la reacción de un dirigente del MAS, el dicho de Fox fue también mal recibido por Morales. El futuro gobernante boliviano calificó de “muy apresuradas” esas palabras de Fox, y se dolió: “que no trate de humillarme a mí o a mi pueblo para defender los intereses de su país”. Hubiera podido también refutar la posición de Fox por mal informada. Morales no es contrario a la exportación de gas. Ahora mismo Bolivia vende ese energético en volúmenes importantes a otros países, y el presidente electo no ha anunciado que cancelaría la exportación sino, cuando más, procuraría nuevas condiciones. Y al contrario de lo que Fox supone, su política energética incluye ventas de gas al exterior.

En septiembre de 2003 vino a México el presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Losada, grato al presidente Fox. El mandatario visitante expuso con claridad su propósito de exportar gas a México, a través de una compañía privada, dentro de un paquete en que una mayor cantidad de ese energético se vendería a Estados Unidos. El fluido llegaría desde un puerto peruano a Lázaro Cárdenas o a Ensenada, donde ya se edificaban construcciones para su redistribución a Estados Unidos.

La operación fue cancelada porque apenas volvió a su patria Sánchez de Losada se vio envuelto en la impugnación popular a su política energética (de la que la exportación era sólo una parte) y tras una represión brutal a la movilización popular, tuvo que huir de Bolivia. Evo Morales fue protagonista de ese movimiento y tal vez cuando habló con Fox en mayo siguiente se proponía explicar su posición.

Un año más tarde, en mayo de 2005, el presidente mexicano viajó a Bolivia. Ya era presidente Carlos Mesa, y se mantenía el propósito de que México aliviara su déficit (que resuelve con importaciones carísimas, de Texas) con gas boliviano. Pero si Fox y Mesa conversaron sobre el tema, su desarrollo se frustró porque el presidente boliviano renunció a su cargo.

No ha variado, sin embargo, la intención de realizar esas operaciones. El vicepresidente elegido junto a Morales, Álvaro García Linera (que vivió en México una suerte de exilio) manifestó a fines de diciembre, expresamente, el interés del nuevo Gobierno por efectuar esas exportaciones, intención que fue saludada por el canciller Luis Ernesto Derbez. Pero quizá no lo comentó con Fox, que da por hecho que por no querer venderlo, en Bolivia se comerían el gas.

Además de una invitación general, con motivo de este incidente Evo Morales pidió a Fox viajar a Bolivia para hablar del tema frente a frente. Pero ayer mismo Fox anunció que no asistirá a la toma de posesión, ni lo hará el canciller Derbez, sino sólo el embajador acreditado. Fox acudirá, en cambio a la asunción del nuevo presidente hondureño, Manuel Zelaya. A Perú hace cuatro años viajó con propósito similar la esposa del presidente.

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