Corría el verano de 2002 y la Selección Mexicana había sido eliminada del Mundial Corea-Japón al sucumbir frente a su similar de Estados Unidos. El director técnico era Javier Aguirre, quien había entrado de relevo por Enrique ?Ojitos? Meza cuando el Tri se encontraba al borde de la eliminación.
La prensa cuestionó al antecesor inmediato en Copa del Mundo del ?Vasco? Aguirre y preguntó la opinión a Manuel Lapuente quien no tuvo empacho en calificar la actuación del combinado nacional como un ?fracasotote?.
Pues mire usted las vueltas que da la vida, ya que en este agonizante 2006 Enrique Meza celebra en casa no sólo su resurrección como entrenador sino el haber dado al futbol mexicano el primer título internacional en torneos oficiales a nivel de clubes, al ganar la Copa Sudamericana con el portentoso Pachuca.
Por su parte, Javier Aguirre se ha convertido en todo un ?míster?, que es como llaman y reconocen en España a los directores técnicos, y luego de picar piedra con Osasuna de Pamplona se yergue como cabeza de uno de los cuadros más importantes, el Atlético de Madrid, tumba de grandes entrenadores, manteniéndolo en zona de calificación para la Copa Europea de Campeones.
Manuel Lapuente en cambio, desde su alto puesto directivo con las Águilas del América, tiene que rendir cuentas de un año que no se puede sintetizar más que con la palabra que él mismo acuñó hace cuatro años: ?fracasotote?.
Luego de un infumable Torneo Clausura, América sacó la chequera y planeó, según ellos, el equipo para ser campeón. Trajeron a los hermanos Tena, el exitoso Luis Fernando serio y estudioso, y a Alfredo en plan de motivador.
Los más cotizados artilleros del momento engrosaron la nómina del orgulloso club de Coapa y así se vistieron de azulcrema: Salvador Cabañas, Vicente Matías Vuoso y el ?Pipino? Nelson Cuevas, sumándose a Claudio López y Cuauhtémoc Blanco en una versión azteca del ?Dream Team?.
Inmediatamente se habló de ese arsenal azulcrema que llevaría al equipo a batir sin misericordia a los rivales en la liga nacional, y ojo, a hacer un gran papel en el ya muy próximo Mundial de Clubes.
No se reforzó otra línea más que el ataque y la defensa hizo agua, la media resintió la salida de Pavel Pardo, y de los delanteros, ninguno logró superar siquiera la marca de diez goles en el torneo y se fueron casi en blanco en la liguilla y el Mundial de Clubes.
Por supuesto que el fracaso no es obra exclusiva del directivo Manuel Lapuente, otras veces tan exitoso como técnico; la responsabilidad atañe a todos, desde el utilero hasta el presidente pero creo que a la afición americanista le deben una disculpa.
Al ridículo hecho ante el Barcelona sólo lo supera perder el tercer lugar a manos de un cuadro de absoluto medio pelo como el egipcio, sellando con ello un fracaso mundial.
Ahora que la actividad futbolística ha entrado en un receso, los clubes buscarán, en ese fenómeno que se ha dado en llamar ?futbol de estufa?. Santos deberá conformar un cuadro invencible en casa si quiere aspirar a conservar la categoría de club de Primera División.
