Luego del triunfo de Felipe Calderón Hinojosa, según los resultados del IFE, analicemos entre sumas y restas políticas las enseñanzas del proceso. Pueden definirse en términos de ganadores y perdedores, pero más importante aprender lo positivo y a mejorar para avance de la democracia.
No cabe duda: el primer gran ganador es el pueblo de México, con sus 42 millones de votantes, casi el 59 por ciento del padrón electoral, cifra superior a las expectativas. Refleja la madurez ciudadana alcanzada, a pesar de los “dimes y diretes” entre contendientes.
El otro ganador es Felipe Calderón: pudo descontar la ventaja que llevaba Manuel López Obrador hace unos meses. Aún más, superó las dudas por sus antecedentes en el Gabinete de Fox y el descrédito por su relación con el “Cuñado incómodo” y la familia del presiente.
El Instituto Federal Electoral, indudablemente es otro ganador; logró “capear tempestades” y conducir el proceso con transparencia, hecho reconocido por los observadores nacionales e internacionales. Un porcentaje menor al uno por ciento de las casillas no se instaló y la mayor falla se dio en las especiales, que no atendieron adecuadamente a los votantes en tránsito.
La gran ganadora fue Patricia Mercado, con base a promesas que sabía no necesitaría cumplir, logró posicionar en el mapa a su Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina.
Elba Esther Gordillo también ganó, al demostrar su fuerza gremial; mantener posibilidades en el PRI; ver derrotados a sus enemigos; manipular la fuerza de un nuevo partido y tener excelentes relaciones con el presidente en turno y entrante.
Entre los perdedores, sin duda el primero fue Manuel López Obrador, logró “ingeniárselas”para acabar con la amplia ventaja sobre sus opositores. Los analistas políticos equivocaron la estrategia y los tiempos al calcular erróneamente las posibilidades, olvidando que: “juego ganado no se cierra”. Agredir al presidente de México costó la pérdida de simpatía ante muchos ciudadanos; no tomó en cuenta el conservadurismo y la idiosincrasia de mexicanos. Atacar a los “ricos” empresarios tampoco le resultó positivo, generó llamados de algunos invitándonos a negarle el voto. Sin duda, esos errores costaron mucho más que 250 mil sufragios y ahora busca anular las elecciones, hechas y vigiladas por ciudadanos.
Una mala noticia para el ganador Calderón: sólo el 20 por ciento de mexicanos lo apoyó; será un presidente elegido por minorías; el triunfo lo alcanzó con la quinta parte de los posibles votantes; dicho de otra forma, deberá trabajar fuerte en convencer a cuatro de cada cinco personas que no creyeron en su proyecto.
El Partido Revolucionario Institucional cayó a la tercera posición, algo impensable hace dos sexenios; la máquina se desmoronó ante la pugna interna y su incapacidad de reaccionar a cambio de los tiempos. Queda algo positivo: la oportunidad de tocar fondo y someterse a una verdadera reforma. Solamente piense en los partidistas sin méritos; ellos se apoderaron de puestos y nombramientos, mostrando incompetencia política, en algunos casos deshonestidad y creando cuellos de botella generadores de insatisfacción, disgusto, enojo y hasta abandono de quienes sentían tener derechos; recuerde a los decepcionados que abandonaron sus filas y el desprestigio acarreado con sus renuncias. Los compromisos generados a través del tiempo, sumados a la corrupción, hicieron su parte, tejiendo “nudos de interés”, estrangulando al propio PRI.
Coahuila, por tradición tricolor se “pintó de azul”. El gobernador Moreira recibió al estado con mayorías en los distintos poderes, dándole grandes oportunidades de maniobra política; ahora tiende al equilibrio. También vivió la pugna interna, debilitante y varios partidarios hasta aceptaron competir contra el partido. En Durango, tampoco las elecciones fueron positivas para el PRI, sólo ganó dos diputaciones de seis y por primera vez en la historia perdió las senadurías.
En las sumas y restas de la democracia, sin duda salimos ganando; México es ahora un país que empieza a salir del primer nivel de madurez, sentando las bases para la mayor distribución del poder; de ahí a la participación generalizada es solamente un paso.
Los perdedores tienen procedimientos descritos para la impugnación legal, que deberán seguir hasta sus últimas consecuencias; luego, si no son favorecidos con la sentencia, dar muestras de civilidad democrática y respetar la voluntad de las mayorías.
Queda la tarea de continuar aprendiendo a “hacer democracia” , no sólo votando, también participando en los procesos partidistas; exigir el efectivo trabajo de los elegidos; participar en instituciones intermedias; continuar manteniéndonos atentos a las distintas propuestas y educarnos para tener calidad de decisión en política nacional. Todas tareas permanentes.
México tuvo un significativo avance en su vida democrática, ejemplo para muchas naciones. Continuemos con el esfuerzo.
ydarwich@ual.mx