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Geometría política/Izquierda centro derecha

Raúl Muñoz de León

“Ni la izquierda violenta y conflictiva; ni la derecha autoritaria y represiva pueden beneficiar a México. Nosotros ofrecemos un Gobierno que colocado en el justo medio pueda resolver en un clima de armonía, de respeto y de seguridad las grandes carencias de la población mexicana. Un Gobierno que actúe con firmeza, que tenga la experiencia suficiente para atacar con eficacia las causas de los males sociales. México no quiere la intolerancia que practican nuestros adversarios”... “No hay avances, no hay acuerdos y las cosas no se hacen; ha faltado voluntad, decisión, inteligencia. Proponemos una Presidencia que funcione coordinadamente con los demás poderes; el Gobierno no puede todo y la sociedad no puede sola”...

“Que el Gobierno cueste menos y funcione bien. Una nueva gobernabilidad que genere empleos, bien pagados y de largo plazo...”; en 2000 la democracia se fortaleció con la alternancia; el Gobierno que nosotros impulsaremos tendrá cuatro tareas esenciales: convocar, conciliar, pactar y ejecutar...”.

En los términos anteriores puede sintetizarse la oferta política del candidato de la Alianza por México a la Presidencia de la República: un Gobierno colocado en el centro del espectro político. ¿Es esto posible? Intentemos un análisis de la cuestión. Por principio, el centro es una manera de llamar a la moderación, que se ubica de modo equidistante entre los extremos de la izquierda y la derecha. Y en tanto que es moderado se considera como generador de estabilidad política.

Sin embargo, sus detractores opinan que el centro no existe como posición ideológica, porque según ellos en una interpretación maniquea la izquierda se identifica con el cambio, mientras que la derecha pretende que las cosas conserven el estado que tienen en un momento dado; por lo tanto, el punto medio es una incongruencia histórica y política, porque no es posible admitir el equilibrio o neutralidad entre las aspiraciones innovadoras y los afanes conservadores. El centro, dicen sus críticos, representa la indefinición, la ambigüedad ideológica, el abandono de principios y valores, la comodidad que no compromete.

Si se acepta que en México la derecha está representada por el Partido Acción Nacional y que la izquierda está englobada en el Partido de la Revolución Democrática, podría concluirse que si tales espacios están ya habitados, al Partido Revolucionario Institucional le correspondería ocupar el centro.

En el desarrollo de las ideologías políticas, han sido muchos los que rechazan el conflicto violento de dos clases, y proponen un punto intermedio conocido como la socialdemocracia. El pensador y político alemán Edmund Bernstein, afirmó que los partidos socialdemócratas debían convertirse en policlasistas donde quepan lo mismo asalariados que intelectuales. En los tiempos actuales ha cobrado vigor la renovación de la socialdemocracia, desde la tercera vía británica hasta el nuevo centro alemán, de tal suerte que incluso los partidos que anteriormente pertenecieron al socialismo, cuando se dio su renovación se autodenominaron socialdemócratas como sucedió con el Partido Socialista Obrero Español o el Socialista francés que, cuando llegaron al poder, se corrieron a la derecha.

Por esta razón, para algunos analistas el centro realmente no existe pues tan sólo es un disfraz que utiliza la izquierda o la derecha de acuerdo a la conveniencia de sus intereses. ¿Es éste el caso del Partido Revolucionario Institucional? Creemos que no. Veamos:

Mario Velasco Torres de la Vega, abogado y analista político mexicano, es autor de un interesante ensayo titulado “La búsqueda del Centro; ¿Identidad y Camino?” (2001). De este trabajo tomamos las siguientes ideas: “En México tenemos en el PRI un centro auténtico, fruto de un modelo propio de desarrollo que debe perfeccionarse a la vista de las deudas con la justicia social y con el saldo positivo de la democracia. Sería inapropiado yuxtaponer al partido de la Revolución con la socialdemocracia, aunque algunas similitudes los vinculan: policlasismo, que permite que a la fecha coincidan obreros, campesinos, indígenas, clases populares urbanas, intelectuales, académicos y empresarios”.

“Sin pretenderlo, la ideología de la Revolución Mexicana impregnada del sentido común de quienes la convirtieron en Gobierno, tomó los elementos del liberalismo del siglo XIX combinándolo con las propuestas que dieron origen al movimiento armado de 1910”. “De esta manera el eclecticismo se hizo patente a la hora de construir el proyecto de nación donde participaron todos los actores con el aporte de su propia cosmovisión... Dentro de este instituto político militan intelectuales con formación de izquierda, funcionarios públicos con visión empresarial, líderes obreros y dirigentes campesinos con una aspiración socialista... el Revolucionario Institucional supo captar ideas que se encontraban en boga como el ecologismo o el desarrollo sustentable”. Hasta aquí Torres de la Vega. Sus argumentos podrán ser válidos o no, pero mueven a la reflexión.

De cualquier modo, si tal es la esencia y estructura del PRI, la oferta política de su candidato presidencial –un Gobierno ubicado en el justo medio que atienda a todos los sectores de la población por igual- es congruente con la filosofía política partidista y por lo tanto viable el tipo de Gobierno que propone.

r_munozdeleon@yahoo.com.mx

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