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GOBIERNO E INDUSTRIA

ROGELIOS RAMÍREZ DE LA O

El más vistoso error de esta administración fue la incapacidad de materializar el proyecto petroquímico El Fénix

En esta administración se exa-cerbaron tanto los errores de las políticas públicas relacionadas con la industria, como la contradicción tan elemental de tener a un presidente de un partido de derecha que no pudiera pensar en apoyar a la industria. No sólo hubo grandes errores, varios de ellos garrafales, en materia de política industrial y comercial, sino muchísimas omisiones y contradicciones que ni siquiera se cometieron por los regímenes más antiempresariales del PRI.El más vistoso de esos errores fue la incapacidad de la administración de materializar el proyecto petroquímico El Fénix, mismo que implicaba una inversión de dos mil millones de dólares para la producción de productos petroquímicos que la industria química demanda. El plan no se concretó, a pesar de lo atractivo que debería ser para cualquier país petrolero tener nuevas inversiones en la cadena de valor de la petroquímica y la química. Más aún, cuando en el caso de esta inversión los sectores privados nacional y extranjero estaban interesados en tener mayoría del capital accionario con Pemex como socio minoritario.

Eso no sólo atraía nueva inversión, sino le daba un nuevo impulso a la decaída petroquímica de Pemex. Otro atractivo es que la producción de este proyecto iría a sustituir importaciones que hoy se realizan de productos, con lo cual se crearían nuevos empleos, habría mayor valor económico para el país y se mejoraría el balance entre producción primaria y producción de mayor valor en ese organismo del Estado.

A pesar de que el Gobierno entretuvo al sector privado durante más de cuatro años en este proyecto, tiempo en el que le hizo creer que finalmente se materializaría, y aun contando con el apoyo de Pemex, el proyecto se desechó por la falta de apoyo de la Secretaría de Hacienda al esquema de precios que se le proponía para la materia prima cuyo proveedor sería Pemex. La secretaría siempre argumentó que los precios descontados que los socios de Pemex requerían representaban un descuento sobre el precio de mercado y creaban una desventaja para el erario, pues Pemex podría obtener más vendiendo su materia prima en el mercado.

Es posible que eso haya sido cierto con un razonamiento de corto plazo y que en efecto Pemex pudiera obtener más de la venta directa de sus materias primas al mercado. Sin embargo, nunca se observó que la Secretaría de Economía haya hecho su trabajo de convencer sobre los beneficios de largo plazo y las ventajas de tener una nueva inversión con multiplicadores de empleo. Sobre todo, porque hay un claro freno para la creación de mayor capacidad en la industria química, ante la falta de seguridad de abastecimiento de productos básicos. Lo que es elemental para cualquier empresario resultó imposible de entender para toda una administración supuestamente pro empresa en seis años.

La misma Secretaría de Economía había anunciado con gran lucimiento una estrategia sexenal pro empresarial mediante programas sectoriales ambiciosos, incluyendo la química, la industria automotriz, el sector agropecuario, el comercio, la infraestructura y otras ramas. La realidad es que de dichos planes no se materializó nada. El programa de la química, uno de los más viables, atractivos y necesarios, quedó concluido desde finales de 2002, pero la Secretaría de Economía ni siquiera lo publicó.

Otro programa, el de la rama comercial, quedó eventualmente concluido y fue enviado a la Secretaría de Hacienda para su autorización, pero al haberse concluido en 2005, un año antes de terminar la administración actual, Economía decidió no publicarlo, como la subsecretaria Rocío Ruiz explicó, porque a esas alturas ?ya no se vale sacar programas?.

Un fiasco más en materia energética fue el plan de coinvertir con otros países en una refinería en Centroamérica, cuando en México hacen falta cuando menos dos refinerías nuevas. Más aún, cuando a Pemex no le sobra petróleo crudo y a esa refinería tenía que dedicar 230 mil barriles diarios de crudo y posiblemente más.

Más de una vez el presidente Fox y el secretario de Energía insistieron en las bondades de ese proyecto, creando expectativas en los países centroamericanos

de un inminente apoyo oficial mexicano. Las cosas finalmente llegaron a donde tenían que llegar, cuando Pemex aclara que no puede garantizar el abasto de este volumen de crudo, en caso de que en México haya nuevas refinerías que requieran de ese petróleo como materia prima.

Infortunadamente la imagen que ha quedado en México y en el extranjero sobre estos planes fallidos es de improvisación y actitudes erráticas que dañan la credibilidad internacional de la administración frente a otros gobiernos y frente

a inversionistas y, sobre todo, pérdida de tiempo. No se puede desde luego culpar de todo al gobierno, aunque ahí radica el mayor problema, por la falta de objetivos y metas claras, y por la falta de coordinación entre distintas entidades.

El sector privado agrupado en los organismos, por cierto ya anacrónicos, no está libre de culpa, pero en especial los empresarios con los cuales este gobierno supuestamente tuvo una relación especial, es decir los empresarios de Monterrey. Que estos empresarios que son los principales usuarios de gas y energéticos, y los que mayor interés deberían tener en la industria, hayan permitido esta falta de progreso en materias que deberían ser de su interés, es decepcionante. Más aún, cuando a pesar de eso sus empresas siguieron teniendo problemas con los costos de la energía. Sus mercados locales crecieron mucho menos de lo que pudieron haber crecido, y algunos de ellos tuvieron que vender empresas a extranjeros, en términos

poco atractivos, quizá humillantes, que cada vez los acercaron más a la condición de rentistas y no de empresarios.

Es como si en Estados Unidos las empresas petroleras no hubieran progresado en la administración del presidente Bush. Imposible de entender, salvo en un gobierno carente de verdaderas convicciones empresariales.

Analista económico

ecanal1@attglobal.net

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