La "mano de Dios", que sigue generando debates y polémicas, cumplirá este jueves 20 años desde su aparición en escena en el legendario estadio Azteca del Distrito Federal de México, donde Diego Maradona rompió todos los moldes.
FRANKFURT, ALEMANIA
Ocurrió el 22 de junio de 1986, cuatro años y ocho días después de la capitulación argentina ante los ingleses en la guerra por las Islas Malvinas.
Se jugaban 51 minutos del partido de los cuartos de final del segundo Mundial organizado por México cuando Maradona no encontró mejor manera de superar en un salto al gigante portero inglés Peter Shilton que estirar su brazo izquierdo para darle un puñetazo al balón.
Gol. ¿Gol? Sí, gol. Porque el árbitro tunecino Alí Bennaceur señaló el centro el campo y se mantuvo firme en su decisión pese a las protestas de los jugadores dirigidos por Bobby Robson y a que estaba un poco aturdido y desorientado.
Hubo sorpresa, confusión. Delirio en un sector del estadio colmado por 114 mil personas e indignación en otros. Un gol ilícito que ha quedado como muestra inigualable de la colección de transgresiones de una personalidad del deporte que ha desatado por igual idolatría y rechazo.
"Cuando pienso en Inglaterra, no puedo sacarme de la cabeza a los pibes que murieron en la guerra de las Malvinas", había dicho "pelusa" días antes del aquel encuentro. Horas después del partido, cuando el asunto ponía rojos de bronca a los ingleses y a los defensores del "fair play", Maradona dijo que había marcado el tanto "con la mano de Dios".
Pero cuatro minutos después de aquel hecho insólito, el pibe de Fiorito mostraba al mundo su obra cumbre, de la que también, por supuesto, se cumplen 20 años el próximo miércoles. El gol más bello en la historia de los Mundiales.
La jugada duró 10 segundos, en los que Maradona recorrió 60 metros con el balón dominado, eludió a seis jugadores ingleses y tocó suavemente el balón ante la salida de Shilton. No han sido pocos los que aseguraron que aquel gol blanqueaba el anterior.
"Sufrí el gol más bonito que a uno le pueden hacer. Hasta lo sufrí como amante del gol que soy, porque debe ser el mejor de la historia de los Mundiales", dijo al día siguiente el goleador inglés Gary Lineker.
"Hice toda la jugada para pasarte la pelota, pero me encerraron y no tuve otra alternativa que seguir", comentó Maradona a Jorge Valdano en el vestuario. "No lo puedo creer", atinó a decir éste. "Hizo todo lo que hizo y además pudo ver que yo iba por la izquierda del ataque. No lo puedo creer", añadió.
Maradona decoró su faena en aquel Mundial con dos goles a Bélgica en las semifinales y con otra genialidad en la final ante Alemania.
En esa ocasión el jugador símbolo del futbol de Argentina midió magistralmente el espacio y la situación para meter un pase antológico a Jorge Burruchaga, también en el Azteca, cuando el partido estaba igualado 2-2 y faltaba muy poco para el pitido final del árbitro brasileño Romualdo Arpi Filho.
"Burru" tocó la pelota con clase, el guardameta Schumacher quedó desairado, el resultado quedaba consagrado con un 3-2 para el equipo albiceleste y minutos después Maradona alzaba la segunda Copa del Mundo lograda por los argentinos en la historia.