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Hace diez años Marcos se veía más ?chido?

Cristal Barrientos Torres

El Siglo de Torreón

Torreón, Coah.- El Delegado Zero llega puntual al encuentro con los estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas. ?Es él, ya llegó?, comentan mientras las miradas lo persiguen hasta que arriba al templete de la explanada.

Son las tres y media de la tarde. Alumnos, profesores y visitantes, se preparan con sus teléfonos celulares. Las cámaras logran captar la imagen del Subcomandante Marcos. Los años han pasado por él. Los botones de su camisa se ven un poco forzados y demuestran que ha subido algunos kilos.

Él también sabe que su aspecto ha cambiado. Al menos eso deja entrever cuando comenta que unos estudiantes ?que se oponían a su visita en la facultad- distribuyeron panfletos con una fotografía suya de hace diez años: ?o sea que me veo bien chido aquí?, dice mientras la muestra a los asistentes, ?me lo voy a llevar a la letrina porque lo puedo necesitar?.

En el templete, la gente lo observa de pies a cabeza. Sus zapatos están sucios y gastados. Los pantalones, como siempre, le quedan holgados, mas no su camisa. El pasamontañas de color negro permite ver unos ojos claros, ?tiene una mirada enigmática?, comentan las mujeres.

Quienes no lo conocían, murmuran que pensaron que era muy alto, sin embargo, el Subcomandante es más bajo de estatura que los alumnos que lo acompañan en el templete. Pero eso parece no importarle a las mujeres de la explanada. Una y otra vez, presionan el botón de sus teléfonos celulares para buscarle el mejor ángulo al Delegado Zero.

Después de escuchar a tres campesinos entonar una canción cardenche, el Subcomandante enciende su pipa. Luego, algunos estudiantes suben al templete. Ahí le cuentan a Marcos de los problemas que enfrentan en la universidad. Jorge, alumno de la Facultad de Ciencias Políticas, se queja de que los profesores los educan para conseguir una buena ?chamba? pero se olvidan del entorno social.

Gustavo, alumno de la Narro, también se queja con el Delegado. Le dice que en su universidad, los alumnos estudian para convertirse en la mano de obra barata de los empresarios agrícolas de la Región. Momentos más tarde, Víctor Rodríguez, un médico le asegura que la empresa Peñoles está ?atontando? a los niños y gente de Torreón.

El Delegado Zero, los escucha con atención. En su cuaderno anota todas las quejas que recibe. Al finalizar su mensaje, la gente lo sigue, los reporteros buscan una entrevista y logran que conteste algunas preguntas, sólo unas cuantas porque los estudiantes, sobre todo las mujeres, se aglutinan a su alrededor para pedirle que se tome una foto con ellas. El Delegado accede y sonríe detrás de su pasamontañas, al menos eso parece, pues alrededor de sus ojos se forman varias arrugas mientras las cámaras lo captan.

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