EFE
Nakolec (Macedonia).- De las profundidades del desecado lago Prespa, al sur de Macedonia, han aflorado a la superficie embarcaciones del neolítico que, por falta de dinero para su recogida e investigación, se pierden entre la maleza.
El lago Prespa, el segundo de los tres mayores en este país balcánico -además de los de Ohrid y Dojran-, se encuentra en el extremo sur de Macedonia, lo comparten Grecia y Albania y aquí se suceden en intervalos de siglos fenómenos naturales de relleno y vaciado aunque desaguan los ríos.
Desde finales de los años sesenta del siglo pasado, está en curso el proceso de desecación que ha hecho perder casi un tercio de los 274 kilómetros cuadrados de superficie que el Prespa tiene en circunstancias normales.
Al evaporarse el agua salieron a la superficie vetustas barcas de asentamientos neolíticos.
Algunas de estas embarcaciones halladas hace unos 30 años están expuestas en los corredores de la Casa de la Cultura de la ciudad de Resen, próxima al lago.
Los habitantes de la región han advertido en los últimos dos años a las autoridades arqueológicas de la aparición de otros objetos similares a las de estas embarcaciones, pero el Estado nada puede emprender la investigación correspondiente por falta de medios.
"Se trata de barcas monolíticas de cinco metros de largo. Eso significa que fueron construidas de troncos ahuecados de un árbol raro, parecido al abeto, de hoja perenne presente también en esta región", explica el arqueólogo de Resen, Dimitar Mucevski.
Todos provienen de la zona del pueblo de Nakolec, cuyos habitantes avisaron también la última vez, hace varios meses, de haber vuelto a encontrar partes de barcas neolíticas.
Esta tranquila aldea de unos 30 habitantes se encuentra a sólo tres o cuatro kilómetros de la frontera con Grecia y está poblada mayoritariamente por ancianos, ya que los jóvenes han emigrado durante las últimas décadas a EU en busca de una mejor vida.
Nakolec era antaño un pueblo muy interesante y animado. Los viejos lo llamaban la "Venecia macedonia". Las casitas de pescadores estaban construidas dentro del lago sobre estacas de madera, de ahí su nombre: "na kolec" ("sobre estacas").
"Mi abuela me contaba cómo iban de una casa a otra en barcas y también remaban para asistir a la liturgia en la iglesia de Santo Domingo", dijo Vera Tuxharova, de 50 años, pero, nada de eso queda, el agua se ha retirado, la gente se ha ido, las casas están en ruinas.