La gran final de la Liga de Campeones de Europa fue ganada por el Barcelona, y con ello, Rafael Márquez, capitán de la selección nacional, ha inscrito su nombre junto al de los grandes deportistas mexicanos.
La hazaña personal de Rafa inicia mucho antes de este trascendental encuentro. Empieza exactamente el día en que siendo un jovencito decide desdeñar la comodidad, la fama casera, el aplauso fácil, el dinero seguro y emigrar apostando su futuro al futbol europeo. Mónaco fue su primer club y desde su arribo mostró las condiciones que lo convertirían con el paso del tiempo, según Pelé, en el mejor defensa de Europa.
Con el cuadro monegasco obtuvo el campeonato pero logró un objetivo mayor, que era ser observado por los buscadores de talento, y así logró fichar con una de las instituciones más serias y respetadas de todo el orbe: el Barcelona.
Habiendo sido campeón de España, Rafa y los catalanes han vivido un año de ensueño consiguiendo primero el bicampeonato y ahora levantando la ?orejona?, el trofeo más codiciado del mundo.
Ojalá que esa aviada que trae Márquez contagie a sus compañeros y sea el presagio de una actuación histórica del tricolor en la ya muy próxima Copa del Mundo.
El partido en sí tuvo todos los ingredientes que a este nivel hacen del futbol un espectáculo maravilloso. Arsenal fue un dignísimo rival e incomodó a los ?culés? hasta el grado de sentir que con diez hombres podrían arrebatarles el título.
El Stade de France, lleno hasta las banderas, fue testigo de este histórico acontecimiento con el Barza campeón y Rafael Márquez, nativo de Zamora, Michoacán, escribiendo su nombre con grandes letras doradas en la historia al ser el primer mexicano en integrar un cuadro ganador de la Champions.
En ese mismo tenor, no puede dejar de aplaudirse el trabajo de Javier Aguirre con el Osasuna de Pamplona.
?El Vasco? también pagó el impuesto del triunfador cuando, después del Mundial de Corea-Japón emigró a España en busca de nuevos retos y horizontes.
De haber permanecido en México seguramente trabajo no le hubiera faltado pero eso era demasiado cómodo para un tipo de carácter como Javier. Arriesgando el prestigio y sacrificando dinero, Aguirre aceptó el reto de dirigir a un equipo chico, con problemas eternos de descenso y cuya principal misión era precisamente conservar la categoría como el Osasuna de Pamplona.
Las primeras tres temporadas fueron apenas regulares, el plantel no daba para más, aunque por ahí hubo campanadas interesantes al derrotar a los grandes pero este año, Osasuna tuvo, de la mano del ?Vasco?, la mejor temporada de su historia. Se dice fácil, pero otros cuadros con mejor plantel y nómina más alta darían lo que fuera por conseguir lo que los pamplonicas lograron en este 2006.
Javier se va, asume nuevos retos y seguramente logrará el éxito, pero ahí deja una muestra inigualable de su liderazgo, capacidad y trabajo.
Venga, Aguirre, y al Osasuna, mucha suerte en la Champions, que en Navarra también hace aire.