A pesar que en el discurso, el gobernador Humberto Moreira, asegure que Coahuila aún no requiere la implementación del programa México Seguro, los acontecimientos de los últimos días obligan a hacer un alto en el camino y reconsiderar dicha postura. Como nunca el estado ha sido noticia a nivel nacional, no por sus logros, sino por la ola de violencia que ha azotado principalmente a Torreón y Saltillo.
Como muestra un botón: ayer a las 5:25 de la mañana en Saltillo tres individuos irrumpieron en el restaurante Los Pioneros y uno de ellos baleó al comandante estatal, Gaspar Ramos. En la trifulca una mesera también resultó herida.
Este hecho se suma al despliegue de la mañana del pasado jueves en una residencia en la colonia Real de Peña en Saltillo, con más de 150 efectivos de diversas corporaciones, para desmembrar a una presunta banda de secuestradores que también desempeñaban actividades de venta de droga.
Por si fuera poco, el decomiso de más de siete toneladas de marihuana en Francisco I. Madero, pone en evidencia una nueva ruta de entrada a Estados Unidos. Así lo dejó entrever el chofer del tráiler incautado, quien declaró a las autoridades: llevo veneno a los gringos.
Estos acontecimientos se suman a la detención de Óscar Arriola Márquez hace unos días en Torreón, y de quien se presume lideraba el Cártel de “Los Arriola”, una de las organizaciones internacionales de droga más peligrosas. El presunto delincuente se hacía pasar por empresario y tenía su lujosa residencia en el Campestre La Rosita.
Si estos hechos aparecieran de manera aislada tal vez no habría de qué preocuparse, pero no es así. La suma de cada uno de estos actos delictivos, relacionados con el narcotráfico, obliga a las autoridades a “blindar” el estado y redoblar esfuerzos para evitar que Coahuila viva una realidad similar a la de estados como Tamaulipas.
El “blindaje” debe ser una realidad y no sólo una declaración que permita asegurar un espacio en los medios. La violencia relacionada con actividades del narcotráfico cada vez es más evidente, el primer paso para combatir el problema es reconocerlo y no minimizarlo, porque el riesgo de que la situación se agrave, es latente.