En cuestión de educación parece que casi todo mundo (sobre todo el desarrollado) tiene claro que éste es un factor ineludible para la competitividad de las naciones, así como para elevar el espíritu crítico y la calidad de la convivencia. Y decimos que casi todo mundo, porque en algunos países, como el nuestro, esta importancia es solamente retórica; en los hechos, este factor parece no encontrarse entre las prioridades. En consecuencia, ya no solamente estamos estancados en este rubro sino que retrocedemos.
En nuestra entrega anterior comentamos que con los números se pueden hacer muchas cosas y, entre otros usos, el gobierno con cierta frecuencia los utiliza para hacer un manejo político de ellos, algo que caracteriza el talante de muchos funcionarios públicos.
Tal sucedió con la reciente publicación de un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un organismo, que, como usted sabe, agrupa a una treintena de países, los más ricos y desarrollados del mundo, ante lo cual el que escribe sigue preguntándose: ¿cómo es que México fue incorporado y sigue siendo miembro de este club?
Pues bien, de acuerdo con la OCDE, México fue el sexto país que más incrementó su gasto educativo, 49 por ciento, en el periodo 1995-2003. Expresado como proporción del PIB, dicho gasto en 2003 fue del 6.8 por ciento, por encima de la media de la OCDE, de 5.9%. El porcentaje de gasto público canalizado a la educación fue del 24 por ciento, mientras que el nivel promedio de la OCDE se ubicó en 13 por ciento.
Esto, como en ocasiones anteriores, llevo a afirmar al vocero de la presidencia, raudo y veloz, que México invierte en educación 1.1 por ciento más que los países de la OCDE, lo cual ?es un dato sin duda positivo?.
Con los números de la OCDE y la declaración del vocero más de un lector podría sentirse desconcertado con la conclusión del organismo en el sentido de que es cada vez más preocupante la situación de México en materia educativa, lo que hace que vayan perdiendo posiciones en la competencia internacional. Se observa que hay menos progreso que en el resto de los países de dicha organización.
La clave está, insistimos, en la manipulación política de los números. Los funcionarios hacen un manejo de las cifras ya sea en términos relativos o absolutos, o poniéndolos fuera de contexto, según sea la conveniencia.
Veamos. Siguiendo con la OCDE el gasto por estudiante de primaria en México fue de mil 656 dólares anuales, cuando el promedio de la OCDE fue de cinco mil 450 dólares. En el caso de la secundaria la inversión fue de mil 495 dólares, frente a los seis mil 560 que en promedio invirtieron las naciones de la organización.
En bachillerato, la inversión en México fue de dos mil 790 dólares, mientras que en los países de la OCDE se invirtieron siete mil 582 dólares. Y a nivel universitario, mientras en México se canalizaron cinco mil 774 dólares, en los países de la organización se gastaron 11 mil 254 dólares.
De manera que, en promedio aproximado, la inversión en educación per capita en México fue de un tercio con respecto al que se destina en los países de la OCDE.
Pero el asunto no solamente es de insuficiencia de recursos para atender este problema, sino de la calidad, lo que sugiere que de haber voluntad para avanzar en la brecha cuantitativa primero habría que atacar los obstáculos cualitativos para no desperdiciar los recursos.
A este respecto, la OCDE es enfática de que hay un ?progreso limitado? en conseguir que los alumnos salgan de la escuela con una preparación sólida en matemáticas y español, haciendo referencia al examen de Pisa, aplicado en 2003. Recientes evaluaciones del Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE) confirman está pésima calidad de la ecuación en nuestro país.
En medio de todo esto, la SEP hace mutis mientras que, según la perspectiva generalizada, la presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) Elba Esther Gordillo, hará uso del poder político que tiene para cobrarle la factura al candidato declarado ganador por el tribunal, Felipe Calderón, por los servicios prestados en la jornada electoral del 2 de julio.
De manera que el PAN, lejos de hacer un cambio en la estrategia económica le dio continuidad, siendo esto uno de los factores que tiene en la lona a la educación, en el aspecto de carencia de recursos. Pero no solamente eso, mantuvo las relaciones de perversa complicidad con los líderes sindicales corruptos, como los del SNTE y otros más, tal como lo hacía el PRI, por las ganancias electorales, entre otras cosas, que ello les proporciona. Aquí está otro factor del atraso de nuestra educación, en este caso en el orden cualitativo. Así pues, la tan mencionada frase de que el cambio solamente fue cosmético no es retórica, es muy real.
Pobre educación en México, tan lejos de la calidad y la eficiencia, y tan cerca de los intereses de los políticos y líderes sindicales corruptos y ambiciosos. Hay tareas, muchas tareas.
josemedinajuarez@yahoo.com.mx
