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Hijos no deseados

Rossana Fuentes-Berain

Entre los 15 y los 29 años, quien se va por el mal camino es muy difícil que regrese.

Los expertos en seguridad rechazan la noción de un perfil delincuencial. Cualquiera puede serlo; los de orejas redondas, los jóvenes, las mujeres, los morenos, los de ojos azules, los ricos, los pobres, cualquiera. Lo que sí establecen los expertos tanto en asuntos de seguridad cómo de economía, es que un delincuente con enorme frecuencia es un hijo no deseado.

El libro intitulado Freakonomics de Steven Levitt y Steohen Dubner, dos economistas con credenciales académicas impecablemente tradicionales que se plantean preguntas retadoras, ha llegado en español a nuestro país justo cuando la presidencia de Felipe Calderón hizo su prioridad de reestablecer la seguridad y el orden.

La noción de que el Presidente tendrá la mano firme frente a la delincuencia, se asocia frecuentemente con las políticas impulsadas en Nueva York a finales de la década de los ochenta, conocidas como de ?cero tolerancia? o ?no a las ventanas rotas?, políticas de seguridad a las cuales se les adjudica un descenso de 73.6 por ciento en los índices de criminalidad.

El reconocimiento de que se detuvo la escalada de homicidios, violaciones y robos en esa ciudad de la costa este de Estados Unidos gracias a esquemas policíacos más duros con los delincuentes, puede reconfortar a quienes aplauden el despliegue de fuerzas en diversos estados de la república mexicana, sólo que ¡no corresponde con la verdad! En un análisis econométrico impecable, los autores documentan que la caída de las actividades ilícitas tiene más que ver con la legalización del aborto que con el no a las ventanas rotas.

Con evidencia sólida, el autor demuestra que el caso particular que estableció jurisprudencia en 1973 conocido por el nombre de Roe vs. Wade, con el cual se abrió la puerta en todo EU para que las mujeres pudieran decidir si llevar a término o no un embarazo, explica mejor la curva decreciente de delitos que cualquiera de las medidas de endurecimiento de la policía hacia los delincuentes.

Que nazca un niño no deseado es una tragedia para la niña o niño y sus progenitores, pero es también un pésimo negocio para la sociedad. Al crecer, es muy probable que esos sujetos no hayan tenido una supervisión parental adecuada lo que puede desembocar en conductas antisociales con frecuencia relacionadas con o directamente enlazadas a actividades ilegales.

Además del tema de salud pública, que en sí mismo debería invitarnos a reflexionar sobre la conveniencia o no de despenalizar el aborto, esta nueva evidencia empírica de investigaciones económicas poco ortodoxas, debería exhortar a la sociedad mexicana a explorar salidas no limitativas al uso de la fuerza policíaca en cuanto al asunto de seguridad que tanto preocupa en el país.

No todos los jóvenes son delincuentes, no se puede reducir a un segmento de la población el perfil delincuencial, pero es indudable que entre los 15 y los 29 años, probablemente por la temeridad propia de esa edad, quien, como decían las abuelitas ?se va por el mal camino? es muy difícil que regrese.

Si esos delincuentes no llegan a nacer porque de hecho quienes justamente no los van a educar cuentan con los recursos para decidirse por un aborto, la sociedad tendría un desembolso único, el pago del legrado, un esfuerzo no menor para un mermado aparato de salud pública, pero el gasto se compensaría al no tener que invertir en una educación casi siempre truncada, en policías para perseguirlo y, en el improbable caso de que en este país de índices de impunidad mayores a 90 % se le atrapara en prisiones para apartarlos de la sociedad a la que pretenden hacerle daño.

Calderón ganó probablemente porque dentro del caos político de este 2006 sus adversarios no ponderaron el efecto positivo de un crecimiento económico cercano a cinco por ciento, pero sólo le alcanzó para despegarse medio punto porcentual de su rival, ahora si quiere realmente lanzarse a fondo y hacer un salto cuántico en lo que le resta del sexenio, este economista debería leer Freakonomics y darse por enterado de que a la conocida consigna de ¡es la economía, estúpido! deberíamos de sustituirlo por ¡es la demografía!

Periodista e investigadora del ITAM

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