El joven lagunero vive en Inglaterra desde hace siete años y es reconocido como uno de los mejores arquitectos.
EL SIGLO DE TORREÓN
GÓMEZ PALACIO, DGO.- La falta de empleo obligó a Salvador Flores a emigrar, pero en vez de buscar mejores oportunidades en Estados Unidos como la gran mayoría de los mexicanos que salen del país, probó suerte en Inglaterra, donde permanece desde hace siete años.
Luego de egresar de la carrera de Arquitectura en la Universidad La Salle, Salvador entendió que, dadas las condiciones de crisis que prevalecen en México, resultaría prácticamente improbable encontrar empleo en su país natal. Sin embargo, se rehusó a buscar una salida en Estados Unidos debido a las limitantes de los migrantes en dicho país, y determinó que en Inglaterra podría desarrollar su carrera de una mejor forma.
Para Salvador resultaba frustrante pensar que, tras el haber cursado toda una carrera de arquitectura, terminaría en la construcción, y no en el diseño, que siempre fue su principal motor para dedicarse a esta profesión.
Las dificultades económicas eran constantes en la familia, por lo que el joven contaba con una beca académica del 25 por ciento en la universidad, pero aun así los pagos en ocasiones resultaban imposibles de solventar. En esos días, la motivación más importante para Salvador era la ilusión de sus padres porque terminara la carrera y su deseo de salir de México para desarrollar la arquitectura de manera plena.
Una vez que hubo terminado la carrera, convenció a un amigo suyo, Rogelio Barrientos, para dejar juntos el país y empezar la experiencia laboral en otro lugar, por lo que analizaron cuidadosamente cuál sitio sería el más apropiado y consideraron en aplicar para una beca en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), pero las posibilidades de salir elegidos eran remotas, además de que estaban desesperados por salir.
Pronto acordaron un plan: juntarían dinero para los boletos de avión a Londres, así como las necesidades más básicas. En cuatro meses apenas lograron reunir 600 dólares, que resultaron en cerca de 300 libras esterlinas y alcanzaba sólo para el transporte. No obstante, obtuvieron una promoción de descuento en la agencia y se les otorgó una semana de hotel en Inglaterra.
Salvador recuerda que fue el 15 de marzo de 1999 cuando se despidieron de sus familias en la Central de Autobuses de Gómez Palacio, pues el dinero que juntaron no alcanzó para pagar el avión a la Ciudad de México, de donde partirían a Inglaterra.
Llegaron al aeropuerto de Heathrow, en Londres, al día siguiente. Sin recursos suficientes para comida iniciaron su aventura. El hospedaje en el hotel sólo era de una semana, por lo que estaban obligados a conseguir empleo antes de que los siete días pasaran.
La búsqueda comenzó apenas arribaron, pero terminó el hospedaje y siguieron desempleados. Cuando se disponían a regresar, Rogelio Barrientos prefirió romper su boleto, acto que Salvador imitó. Con los boletos en la basura y las maletas cargando caminaron toda la tarde y regresaron al hotel para pedir que les permitiesen guardar ahí la carga por una noche.
Tras dormir en una banca de Trafalgar Square regresaron al hotel por las maletas. Un recepcionista les ofreció rentarles un cuarto y que pagaran cuando pudiesen, lo que les daría más oportunidad de conseguir un empleo. A los dos días, Salvador lavaba platos en un restaurante italiano y Rogelio limpiaba cuartos en un hotel.
El primer sueldo lo invirtieron en aprender inglés, pues aunque podían comunicarse, no tenían dominio del idioma. Seis meses después, hicieron su currículum en español y lo llevaron a un traductor para que lo modificara al inglés. La desesperación de no encontrar empleo en el campo de la arquitectura crecía y optaron por tomar medidas más drásticas.
Salvador cuenta que le dijo a Rogelio que imprimieran el currículum 500 veces y lo enviaran a 500 empresas, así alguien forzosamente tendría que responder, y así lo hicieron. En una semana recibieron varias cartas de agradecimiento por su interés en dichas compañías y cuatro días más tarde, la empresa John Burke Associates se interesó en el lagunero.
Salvador confiesa que entendió sólo el 50 por ciento de lo que hablaron en la entrevista que concertó con los representantes de la empresa. Una semana después, recibió otra carta de la compañía donde le ofrecían trabajo permanente.
La empresa se hizo cargo de solicitar el permiso de Salvador bajo un esquema que permite a los profesionales de la arquitectura trabajar en el Reino Unido. Tomó menos de un mes para el joven obtener su residencia. A partir de aquí, comenzó la experiencia de este arquitecto lagunero, que permaneció durante un año en John Burke Associates y posteriormente, cambió a Pascall+Watson Architects, una compañía donde se le ofrecían más responsabilidades.
En la actualidad, Salvador cuenta con una maestría en Energía por la Universidad Metropolitana de Londres y ha tenido la oportunidad de participar en proyectos reconocidos en Inglaterra y el resto del mundo. El mes pasado, British Airports Association, Richard Rogers Partnership y Pascall+Watson Architects le nominaron al premio High Five Awards en el proyecto de la terminal del aeropuerto de Heathrow, en el que se desempeña como uno de los coordinadores de construcción.
En junio próximo, la empresa Pascall+Watson le enviará a Irlanda para un proyecto de la nueva terminal en el aeropuerto de Dublín, y el año que entra al aeropuerto de Manchester.
Salvador dice que la soledad en Inglaterra en ocasiones resulta insoportable, pero asegura que los profesionales mexicanos antes de pensar en emigrar a Estados Unidos a un empleo donde sean discriminados, deben considerar el resto del mundo para desarrollarse, y donde no enfrentarán necesariamente ese tipo de prácticas negativas, que son tan frecuentes en el vecino país del norte.
