?Lo único que no entiendo es?? solía expresar, a título de pregunta, un querido amigo mío que entendía poco de todo. Pero ahora, justicia de la vida, yo me siento igual respecto a una información del señor secretario de Hacienda y Crédito Público sobre los ingresos fiscales de este convulsivo 2006, comentada en el contexto de una conferencia ante el ITAM: ?Lo único que no entiendo es??
No se refirió don Francisco Gil Díaz a los recursos petroleros, sino a otros de origen fiscal, vale decir de impuestos, productos, aprovechamientos, empréstitos y participaciones; y ante ello externo mi duda: si la recaudación extraordinaria de 2006 totaliza 100 mil millones de pesos ¿por qué entonces el más alto nivel político decide recortar en 4 mil 992 millones de pesos el Programa de Apoyo Federal para las entidades federativas, en vez de compensarlo con parte del anunciado superávit?
Las entidades federativas, incluidos los municipios, representan el sector más débil en la estructura política del Estado mexicano, al cual de viejo se aplica un trato de segunda mesa, según anden las relaciones de los gobernadores con el Jefe del Poder Ejecutivo Federal: si el mandatario local observa una conducta cortesana hacia la autoridad presidencial su Estado va a aparecer en los primeros lugares del reparto; en caso contrario se va a mostrar entre los últimos.
Ahora, si el lector desea conocer la posición de Coahuila en esa nómina de recursos extraordinario, infiérala de la cantidad recortada (118 millones de pesos) y compárela con el recorte al Gobierno del Distrito Federal (405 millones 604 mil 750 pesos) y lo que se amputó al Estado de México (596 millones de pesos) Verá entonces que los coahuilenses no somos parte del círculo consentido del señor Vicente Fox.
Pero no piense, paciente lector, que la malquerencia proviene de la actitud del gobernador Humberto Moreira. Nada qué ver con su defensa de las familias de los mineros sepultados en Pasta de Conchos, ni con posteriores actitudes críticas del mandatario local, pues la discriminación hacia Coahuila viene de muy lejos, desde los años veinte del siglo pasado. Nuestra entidad fue postergada en casi todo el periodo posrevolucionario por haber sido la cuna de Carranza y del carrancismo; la punición, obra y gracia del asesino de don Venustiano, el general Álvaro Obregón, se siguió aplicando por los subsiguientes mandatarios nacionales a través del desaire político y fiscal para nuestra entidad. Si no, pregunten a los gobernadores vivos (a los muertos para qué) sobre el limitado apoyo económico que recibieron del Gobierno del centro.
Vicente Fox tiene propios motivos para a odiar a Coahuila. Primero por ser una entidad que ha mantenido su fidelidad a los principios revolucionarios y constituye con Durango un gran estorbo para el viejo proyecto del PAN que pintaría de azul a todo el Norte del país. Segundo, porque durante su precampaña presidencial en 2000, Fox lanzó desaforados dicterios contra el presidente Zedillo, contra el PRI y contra el gobernador Montemayor que éste no toleró por lo que invitó a Fox a debatir públicamente sobre sus dichos en un evento serio, no en discursos placeros. Fox adoptó entonces una actitud prepotente para evadir el reto, con lo cual tanto él como sus denuestos quedaron en entredicho.
Y sólo por no variar Fox está apoltronado ahora en el WC del ridículo con su famosa y vociferada ?pesca de peces gordos en Pemex? aquel globo mediático que se desinfló después de cinco años y cientos de declaraciones infamantes contra varios presuntos actores de un supuesto fraude en la paraestatal y que ahora está en el desagüe del drenaje, como todos los proyectos de cambio alucinados por quien pronto solamente será dueño del rancho San Cristóbal en Guanajuato.
Ahora qué, de vuelta a lo único que no entiendo, el anuncio de un superávit en los ingresos normales para la Secretaría de Hacienda no se compadece con las razones que la misma dependencia expuso para meter tijera en la distribución de participaciones sobre el ingreso de recursos extraordinarios del petróleo a favor de los Estados firmantes del pacto federal. Y tampoco nos explicamos el porqué de anunciar el ingreso petrolero extraordinario, festinar su destino a través del Programa de Apoyo al Fortalecimiento de las Entidades Federativas, y después decir ?fíjense que dijo mi mamá que siempre no??
Cuentas claras hacen amistades largas y eso es precisamente lo que hace falta en la práctica de un verdadero Federalismo. No se debe impresionar con equívocos demagógicos a la ciudadanía. Tampoco se vale discriminar por razones políticas a unas entidades federativas y privilegiar a otras. Es urgente esclarecer los parámetros que deciden el otorgamiento de los apoyos destinados a fortalecer a los Estados miembros del pacto federal y también acatar las determinaciones del Poder Legislativo respecto a la distribución de los recursos, sin recorte alguno.
Y así dejarán las entidades firmantes del pacto federal de estar: unas amparadas por los recursos petroleros y otras como el chinito del cuento: ?nomás milando?...