Algo tendrá que hacer el presidente Fox para poner en la transición política esa suavidad de terciopelo que ha ofrecido al país y al presidente electo; algo deberá hacer ya, pero ya, como hace seis años él mismo propaló en ese o en este modo: ?hoy, hoy, hoy?. Alguien dijo hace poco que las palabras que se sueltan al aire adquieren un justiciero efecto de boomerang para golpear en la boca a quien antes las pronunció.
Pero ahora campea en el ambiente político mexicano la sensación de vivir bajo una peligrosa falta de autoridad. En los días que corren -¡y vaya si corren!- todo puede ser posible. Lo mismo con la paralización política, económica y social de una entidad federativa como Oaxaca, en aras de un conflicto meramente local, aunque con fuertes raíces centralistas que en la inconformidad electoral de una coalición política mal transmutada en ?pueblo? por la palabra de un líder de masas que se auto proclama presidente ?legítimo? de nuestra República.
Vino a Torreón el presidente electo, Felipe Calderón Hinojosa, y en donde anduvo y estuvo también anduvieron unas cinco decenas de ciudadanos y ciudadanas dispuestos a lanzarle huevos sobre el rostro e insultos a su paso con la pueril acusación de burlar el voto del pueblo. Por fortuna nada pasó más allá de los gritos insultantes, pero quién sabe cuándo, en qué momento, actos como los descritos estén proyectados con la esperanza de conducirlo a un enfrentamiento. Esto debe parar. México no merece vivir en este ambiente de tensión política.
Hace falta ?autoridad? dicen muchas personas. Y quién la aplique, agregan otras. La autoridad es una calidad personal que trasciende para bien de las demás personas, no sólo en virtud del cargo de quien la ejerza sino de los méritos civiles que se le reconozcan. Es un poder que lo mismo nace de una designación, de una elección popular o de varias cualidades personales como las del adulto que busca corregir al joven, el padre al hijo y el abuelo a los dos; pero todo queda condicionado a que el comportamiento de quien usa la autoridad así lo acredite. La autoridad se gana con la virtud y se demuestra con el buen ejemplo en el trabajo, la honradez en el trato y la conducta decente ante la sociedad.
Otra cosa es el autoritarismo que exagera el ejercicio de la autoridad, pues lo que debiera constituir un buen uso se torna intolerable abuso y la autoridad se transforma en tiranía. Por eso nadie quiere dar luces, en esos tiempos, de mantener una pizca de autoridad. Para que el alcalde exija a los ciudadanos que tengan limpio el frente de sus casas está obligado a que el Ayuntamiento preste con eficiencia el servicio de limpia y recolección de basura. Si lo hace así tendrá la autoridad para exigir, si no hasta podría resultar plausible que la gente desobedeciera su ordenanza. La autoridad es también un compromiso para el que la usa.
Sin embargo nunca antes, como ahora, resulta urgente recuperar el buen sentido de la palabra autoridad, sobre todo como atributo del Gobierno y de quienes lo representan para tomar acuerdos o disposiciones tendientes a resolver un conflicto de paz social. Nadie podría censurar que el Ejército mexicano tomara el control de la vía pública en Oaxaca en tanto que los negociadores del Gobierno y los demandantes de justicia laboral dirimen sus diferencias y llegan a una solución positiva para ambas partes. Nadie vería mal que el gobernador Ulises Ruiz solicitara una licencia temporal para que un sustituto enérgico pero hábil concertara un acuerdo con los maestros por el cual se recuperase la tranquilidad social y se protegieran con promociones adecuadas las millonarias inversiones de la empresa privada, tan minimizadas por los sindicalistas.
Esto permitiría, con mucho, la anunciada tersura en la transición del Gobierno Federal que entonces sí tendría manera y oportunidad de expresar que entiende la palabra autoridad y puede aplicarla con inteligencia y sensibilidad al propósito de alcanzar la concertación nacional que ha expresado, como anhelo propio, el presidente electo de los mexicanos.
Pero ¿habrá alguien con autoridad suficiente para que el presidente Fox lo escuche y actúe en consecuencia?...