En México argüimos que las ideas trasnochadas y la lentitud burocrática en el Congreso de la Unión impiden la aprobación de reformas estructurales en materia fiscal y energética, lo cual pone en riesgo la llegada de inversiones extranjeras pues las trasnacionales sospechan del sistema político y económico de nuestro país por la ausencia de leyes claras y adecuadas.
Del abanico de reformas que instauró Salinas de Gortari en su tiempo sólo evolucionó la venta de empresas del Estado; la democracia electoral fue impulsada a contrapelo del priismo lamadridista por Zedillo. Pero ni uno ni otro progreso registró avances en lo social; ni en los negocios de medio pelo, ni en las empresas oficiales que antaño funcionaron bajo la autocracia, el centralismo y la economía de Estado.
En aquel tiempo los usuarios telefónicos gritábamos ante el alto sistema tarifario de Teléfonos de México; igual por los muchos trámites a que nos sometía la necesidad de ese servicio y por otras pequeñeces, como la suspensión draconiana por falta de pago y el consecuente costo de la reanudación del servicio. Igual nos sucedía ante los costos de la energía eléctrica y del gas natural y butano.
Protestar fue, en aquellos años, una de las muchos modos de hacernos tarugos ante la fuerza del Estado, ya que poco o nada conseguíamos; mas ahora que vivimos en tiempos de modernidad y libre competencia no solamente quienes somos Juan Pérez estamos inconformes con Telmex, sino alguien más importante: el gobernador del Banco de México, que opinó sobre este tema en un foro público sobre competitividad celebrado en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión: “hay grupos económicos y empresas dominantes que presionan (supuestamente al Congreso y al Poder Ejecutivo) para frenar los cambios que pueden incrementar la capacidad de competencia del país” dijo en oblicua referencia a la empresa que nació monopolio por falta de competencia y sigue monopolio a pesar de la competencia.
Datos proporcionados por Guillermo Ortiz Martínez en un evento en que también estuvo el accionista principal de Telmex, Carlos Slim, evidencian que esta compañía y Telcel -dos sociedades por acciones en el mismo campo de negocios y con el mismo dueño- controlan respectivamente el 94 y el 80 por ciento del mercado en telefonía fija y celular.
La competencia nacional y trasnacional apenas pinta una delgada línea en el mercado de las telecomunicaciones. Ortiz Martínez considera necesario incrementar la competitividad, aun con la resistencia de las compañías afectadas y copetea al decir que los servicios de Telmex y Telcel son los más caros del mundo, incluido su Internet de banda ancha.
Más adelante, al cabalgar sobre otros campos, el gobernador del B. de M. señaló a las generadoras paraestatales de electricidad como ejemplos de resistencia a la competitividad en el país y a resolver problemas básicos como el robo de energía, un fardo que pesa mucho sobre los causantes. En cuanto a la competencia Pemex también está entre los monopolios que se han negado a la apertura en la venta de combustibles y otros productos.
El libre comercio es positivo por su capacidad de generar mejoría en los servicios y en los productos que se ofrecen a la sociedad, todos lo sabemos; pero como antaño las grandes empresas disfrutaban de la protección estatal - eran unas con el Estado- no vacilaban en imponer su mala Ley a los consumidores y a los compradores. Nos gustara o no, así eran y así son las cosas.
Por dicha sinrazón nuestra gasolina resulta barata para la exportación y más costosa para el consumo interno. Aquí la compramos cara o nos convertimos en peatones; allá -USA, por ejemplo- encontramos en una misma bomba dispensadora varias opciones, varios precios, varias calidades. Lo curioso es que muchas de empresas privadas de un mismo ramo podrían abrirse a la competencia en condiciones de igualdad, mas no las que dependen del Estado; ni, como afirma Guillermo Ortiz las que antaño eran estatales y hoy son empresas por acciones o con un solo dueño, accionista mayoritario.
Por ejemplo las dos grandes telefónicas. El Gobierno Federal debe decidir si aplica la Ley al parejo y si resultan buenas y aplicables para Telmex y Telcel las condiciones internacionales de la competitividad. Por lo pronto somos farol de la calle y oscuridad en la casa, para beneficio de una persona o de unas cuantas y perjuicio de todas las demás.