El Congreso de la Unión celebró ayer la sesión inaugural de la 60 Legislatura. Se suponía que asistiría el presidente de la República, Vicente Fox, para leer su Sexto y último Informe, condensado de uno escrito y más amplio que anticipadamente debería entregar al presidente de la Cámara de Diputados, Jorge Zermeño Infante...
Pero no hubo de piña. Los diputados y senadores del Partido de la Revolución Democrática, encabezados por sus respectivos líderes se apoderaron de la tribuna y amacharon en que no la abandonarían hasta que el jefe del Poder Ejecutivo ordenara el levantamiento del cerco militar y policial que desde hace días rodea al edificio de San Lázaro, sede de las cámaras colegisladoras.
Esto sucedió cuando sólo faltaban de perorar dos oradores de la retahíla que expresa la opinión política de sus partidos antes del arribo del presidente del país a San Lázaro. Habían usado la tribuna los legisladores Aída Ruiz Rivas, de Alternativa Socialdemócrata y Campesina; Rafael Ochoa Guzmán, dirigente de Nueva Alianza; Ricardo Cantú Garza, del Partido del Trabajo; Alejandro Chanona Borguete, de Convergencia Democrática; Arturo Escobar y Vega, del Partido Ecologista Mexicano y Martha Hilda González Escobar, del Partido Revolucionario Institucional. Entonces fue llamado al podio el senador Carlos Navarrete Ruiz, del Partido de la Revolución Democrática. Con suspenso y todo, éste lanzó una arenga en defensa de las garantías individuales de los defeños, supuestamente violadas por el citado cerco de seguridad. No dijo nada de la idéntica violación de derechos que constituyó la ocupación de los alianceros Por el Bien de Todos en el Zócalo y el Paseo de la Reforma.
A las 18:55 horas, como un solo hombre, los legisladores perredistas se levantaron de sus curules para ubicarse tras de los escritorios de los secretarios de la Cámara de Diputados y de la tribuna ocupada por Navarrete. Otro grupo semejante subió se colocó tras el amplio presidium, desde cuyo centro observaba Zermeño Infante todos los movimientos. Convocó a los perredistas al orden, pero su atenta petición fue desoída. Poco después, los cronistas de la televisión reseñaban el arribo del presidente Vicente Fox al recinto, quien sólo llegó al vestíbulo, donde fue recibido e informado, por el secretario del cuerpo legislativo, de la falta de condiciones de seguridad para la proyectada lectura de su documento. Fox diría “ni modo” mediante un encogimiento de hombros y algo así como un puchero; e hizo entrega del documento escrito, diciendo que así cumplía su obligación de informar al pueblo a través del Congreso. Fue su última rendición de cuentas en el sexenio. A las 19:21 minutos se retiró del recinto parlamentario y a las 19:26 Zermeño clausuró la sesión, citó a los diputados para el martes cinco de septiembre y pidió entonar el Himno Nacional; única vez, a lo largo de la sesión, en que todos los legisladores expresaron unanimidad.
Insólito hecho. Jamás se había visto una situación igual. Con todo lo ingrato y frustrante que fue el sabotaje al informe presidencial perpetrado por la “Alianza Por el Bien de Todos” es destacable que no se dio un solo hecho de violencia física o verbal, salvo las proclamas de “voto por voto, casilla por casilla” y la alterada respuesta del bloque clamando por el acatamiento de los resultados electorales y de los procedimientos democráticos.
A las 21:00 horas, desde Los Pinos, fue transmitido un mensaje del presidente Fox para el pueblo de México que enunció sus esfuerzos a favor del federalismo, de la democracia, del Estado de Derecho, del equilibrio de los poderes de la República, de la educación, de la transparencia, de la rendición de cuentas; de su lucha, ineficaz por cierto, contra la inseguridad; de la vigencia del derecho a la información, del crecimiento económico para el desarrollo humano con equidad social, etc, etc. Convencido de sus logros, vimos emocionado a Fox y casi pudimos percibir un suspiro de alivio cuando mencionó que lo que decía era, forzado por las circunstancias, el breve texto de su última comparecencia ante el Congreso en pleno. Sin embargo, no fue del todo convincente. Pero la inclemente memoria nos hizo rememorar esa inmensa cantidad de pobres que todavía esperan la redención prometida por todos los mandatarios que en México han sido, incluido éste que se irá en tres meses más.
¿Y cómo se irá?.. ¿Dejará convulso al país y enredada a la clase política en un conflicto que, bien visto, no tiene una aparente solución pacífica?.. Quienes arguyen tener la razón legal, encabezados por Felipe Calderón Hinojosa, son acusados de no tener la necesaria legitimidad para asumir la Presidencia. Y los que dicen estar legitimados, carecen de la razón y respaldo de las leyes y de sus órganos. Tercos contra tozudos, aquéllos han hecho gala de paciencia hasta ahora, pero en cuanto dictamine la elección presidencial el Tribunal Federal Electoral tendrán que ponerse en obra para detener la exacerbación de ánimos y sus imprevisibles consecuencias. Es decir, que hoy estaremos igual que ayer...