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Hora cero/Madrazo: con la boca llena de razón...

Roberto Orozco Melo

Polo Canales Dávila, entrañable amigo del columnista, celebró el día 28 de febrero sus bien llevados años de existencia invitando a setenta saltillenses a un almuerzo norteño digno de Heliogábalo. Me intrigó el preciso número de convocados: “lo hice -me dijo- porque en estos setenta amigos he fundado los setenta años de mi existencia: desde la niñez hasta la actualidad. Mal que bien todos me hablan con la verdad”.

Buena idea, dije, pero más tarde, mientras elucubraba mi artículo sabatino, recordé que hoy, cuatro de marzo de 2006, el Partido Revolucionario Institucional cumplirá 77 años como instituto político y de seguro los va a festejar como otras veces. En un marco ad-hoc un discurso generalmente intrascendente, precisamente ahora que tanto necesita el PRI de sus amigos.

Instalado en el realismo de las circunstancias me pregunto por qué no se le ocurrió oportunamente a cualquiera de los últimos líderes nacionales del PRI celebrar estos aniversarios con una convocatoria como la de Polo Canales, llevada al plano institucional: reunir en una compacta asamblea a los setenta y tantos afiliados más capaces, lúcidos, agudos y responsables para que hicieran, en conciencia, un franco análisis sobre el quehacer del PRI: lo que fue en la historia, lo que era en aquel momento y lo que podría ser conforme se consolidara y arraigara la democracia electoral en la República y en sus filas.

En vez de discursos hueros, revisiones críticas; en vez de frases demagógicas, planteamientos sensatos; en vez de ideas anacrónicas, proyectos factibles y duraderos. Todo en el marco político, social y económico del tiempo histórico presente y del que nos tocaría en el porvenir; eso sí, con valores éticos fundamentales -honradez, ante todo- y sin añoranzas trasnochadas. Creo que al PRI le hizo falta un profundo ejercicio de autocrítica a través de sus mejores politólogos y políticos pragmáticos -a todos se necesita- aunque no le hubiera sobrado convocar a pensadores independientes que fijaran la discusión sobre un método dialéctico veraz, lógico y sensato que dedujera medidas que salvaran a un partido que se había extraviado en la orfandad del mando presidencial y en los laberintos de la ambición por el poder.

Da tristeza, coraje y desilusión ver que el PRI se encuentra en el último sitio de las preferencias ciudadanas respecto a los comicios de julio próximo, cuando apenas hace una tercia de años surgían opiniones autorizadas que auguraban su retorno a palacio nacional, vista la mala conducción del llamado Gobierno de la alternancia, la escasez de buenos prospectos en el PAN y de algo que entonces se consideraba posible: la inviabilidad de la candidatura de Andrés Manuel López Obrador para la Presidencia de la República.

Sin embargo, aquellas conjeturas resultaron pesadas y embarrancantes como el barco de cemento que hizo construir el almirante Heriberto Jara cuando era gobernador de Veracruz: zozobró al primer contacto con el mar. Igual se hundieron los pronósticos favorables hacia el PRI cuando topó con la realidad de un país surrealista que, según Bretón, nada tenía, ni tiene que lo ligue a lo racional, al conocimiento objetivo y mucho menos a la ética de los medios y los fines.

Ganar la candidatura del PRI resultó pan comido para Roberto Madrazo Pintado. Eliminar la oposición de la señora Gordillo también. Con lo que no puede Madrazo es con las frecuentes encuestas sobre tendencias electorales que no le han favorecido. A cinco meses de la elección presidencial Andrés Manuel López Obrador sigue en el número uno, Felipe Calderón Hinojosa en el número dos y Roberto Madrazo en el número tres.

Cómo estará de frío el horno que hasta Madrazo lo atiza. El pronóstico hecho por el propio tabasqueño en Fresnillo, Zacatecas, para demandar el voto popular arde como leña verde: “si no ganamos la casa grande (la Presidencia) olvidémonos del futuro de esta gran organización (el PRI)”. Diremos lo que dirían en mi pueblo: señor Madrazo, tiene usted la boca llena de la razón.

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