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Hora cero/México en riesgo...

Roberto Orozco Melo

Varios acontecimientos importantes tendrán lugar en los días por venir. De lo que suceda dependerá la futura estabilidad política, social y económica de nuestro país; lo preocupante es qué, ahora mismo, el triple equilibrio se encuentra sostenido con alfileres.

En el ámbito del proceso comicial entre los candidatos del PAN y el PRD a la Presidencia de la República y vistos los resultados de dos de julio y los acuerdos preparatorios del dictamen final del Tribunal Electoral Federal del Poder Judicial, es posible predecir una inevitable declaratoria judicial favorable a Felipe Calderón Hinojosa con un ventaja de .58 por ciento de votos a favor.

En principio, esta declaratoria podría simbolizar un ecuanil para la sociedad y los mercados financieros, salvo que siempre está presente, ominosa y creciente una violenta reacción de Andrés Manuel López Obrador y de la tribu que lo sigue, aplaude y corea.

Ha sido la historia de este proceso. Para conjurar a los irascibles habría necesidad de ensuciarlo y contradecir la libre voluntad de la mayoría formada por otros electores para lograr que AMLO se calmara y tornara a ser el político tolerante, prudente y consecuente que fue antes de asumir la candidatura del PRD a la primera magistratura de la nación. Imposible: él afirma que en el proceso electoral federal los ciudadanos votaron a su favor, aunque la realidad evidencie que no fueron todos; pues casi 16 millones de sufragantes cruzaron el escudo del PAN y el nombre de Felipe Calderón Hinojosa, en tanto que 14 millones más 756 mil lo hicieron a favor del polémico personaje postulado por el PRD. La pequeña diferencia en contra pareció auspiciante de un triunfo, e hizo que Andrés Manuel López Obrador sintiera que la diosa del triunfo había acariciado su cuerpo, a pesar de lo que él mismo había ofrecido respeto a la significativa expresión democrática que podría representar un solo voto de diferencia, a favor o en contra. A la hora de la verdad AMLO no aceptó tal realidad y tachó la elección de fraudulenta, al señalar que tanto la coalición Por el Bien de Todos, como el PAN y algunos ciudadanos habían impugnado 375 casillas. Estas inconformidades, arguyó, eran por sí mismas evidencia plena del fraude electoral y por lo tanto el Trife debería anular la elección.

No lo consideró así el Tribunal Electoral pues en el universo de 135 mil casillas instaladas el número de unidades impugnadas no es, siquiera, relevante. De todas maneras encontraron votos con errores que deberían ser anulados, y así se hizo: a los 15 millones 284 mil votos emitidos a favor del candidato del PAN se le restaron 81 mil 80 votos con errores quedando a su favor un saldo de 14 millones 919 mil sufragios.

En el caso de López Obrador, candidato de la coalición Por el Bien de Todos, resultaron 76 mil 897 votos anulables y deducibles de la suma total obtenida. La resta dejó 14 millones 919 mil 204 sufragios. Todavía así los resultados marcaron entre ambos una diferencia favorable a Calderón Hinojosa de 239 mil 517 votos.

Hasta ahora el Trife no pronuncia su dictamen final, aunque los prolegómenos indiquen que así será. Para espantar los malos augurios López Obrador anuncia que él y sus seguidores se van a convertir en una verdadera pesadilla para Felipe Calderón y su partido. No al transcurso del tiempo, sino desde el mismo instante en que el órgano judicial electoral haga la declaratoria de presidente electo a favor de Felipe Calderón Hinojosa. Si hoy sucede esto, mañana mismo iniciarían AMLO y la “coalición Por el Bien de Todos” los planes definidos en su estrategia opositora, que seguramente no pararán en palabras y campamentos, como hasta ahora; pues afirman que van a iniciar una campaña de bloqueos de actos oficiales: el informe presidencial, las ceremonias patrióticas del 15 y 16 de septiembre, el 20 de noviembre y el acto solemne de protesta del nuevo presidente de la República.

La preocupación de los cuarenta y dos millones de personas y más que votaron el domingo dos de julio por los partidos y candidatos contendientes ya no tiene como causa principal a López Obrador ni al PRD, ni al PT, ni a Convergencia Democrática, sino la pregunta: ¿cómo irá a reaccionar el Gobierno del presidente Fox? ¿Cuál y y qué tan intensa será la resistencia que oponga la Presidencia de la República? ¿Usará, en caso necesario, a las Fuerzas Armadas nacionales y a las corporaciones civiles de Seguridad Pública? ¿Dispondrán, el Ejecutivo y el Congreso de la Unión de buenos concertadores para arribar a una solución pacífica que no cause daños a uno solo de los mexicanos en conflicto, pero tampoco al sistema financiero mexicano, a la productividad industrial, ni al indusable prestigio de país civilizado que México había conquistado?...

Ojalá que suceda esto último para que se imponga la responsabilidad patriótica y se conjure la animosidad partidista. Hay un gran país en riesgo: nuestro México...

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