Quizás haya sido falta de colmillo o de imaginación; puede que fuera ausencia de malicia o abundancia de torpeza. ¿O acaso formará parte de un plan desestabilizador animado por la llamada ?coalición Por el Bien de Todos??...
Lo cierto es que la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca han venido jugando al gato y el ratón con los funcionarios federales desde hace más de cinco meses, los asuntos planteados mediante el cierre de las escuelas y la toma de la capital de aquel estado permanecen sin solución, y no tienen fecha para resolverse?
En beneficio de los desmemoriados debemos decir que los profesores mantienen sobre la mesa de las discusiones el cumplimiento de un antiguo acuerdo sobre la homologación de salarios y la reubicación de plazas, de antiguo pactado con la Secretaría de Educación en el Gobierno de Vicente Fox. La Appo, por su parte, ha exigido la salida de Ulises Ruiz Ortiz del Gobierno de Oaxaca. Por lograr tales metas fue que paralizaron la educación básica en el estado y las actividades económicas de la ciudad capital.
El planteamiento inicial de éste último capítulo de lucha fue postulado en fecha previa a las elecciones federales de éste 2006. ¿Mera coincidencia o acto de mala fe? El Gobierno Federal debería analizar la segunda opción: Andrés Manuel López Obrador, que en el Distrito Federal, el Sur y el Sureste de México conserva la mayor parte de su capital político, bien pudo dejar prendida esa lumbrita hasta la transición formal del poder Ejecutivo federal a favor de Felipe Calderón Hinojosa, fecha en el cual anunció que se haría una mayor presión popular para estorbarla. ?No va a poder dormir tranquilo? dijo.
Y es que a López Obrador le han dolido, hasta el fondo de su bolsa hepática, los hechos que sobrevinieron a la declaratoria del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal que reconoció el triunfo de Calderón Hinojosa como presidente de la República y la validez de las elecciones constitucionales del dos de julio. Entre otros muy sofocantes ganchos al hígado están el triunfo priista en los comicios para elegir gobernador de su estado nativo, Tabasco y los múltiples y constantes apoyos recibidos por el candidato panista de los sectores económicos, políticos y sociales de la República.
En diversa forma, igual de aflictiva, han puesto a AMLO en un grito algunas reacciones postelectorales al interior de su partido, de su coalición y de su círculo de amistades, pues la mayor parte de quienes antes fueron sus inteligentes simpatizadores han pintado una raya entre lo que pudo haber sido una protesta normal de inconformidad, y lo que López Obrador anuncia como oposición radical y permanente ante las autoridades constituidas. Nadie parece dispuesto a acompañarlo en una aventura impúdica y sin fundamentos legales, y menos aún cuando implique descalabros para la economía nacional.
Hay, desde luego, algunas irreflexivas facciones y personas corífeas de AMLO quienes están prestos a establecer una lucha frontal contra el Estado mexicano. Éstas integran el ala radical extrema del PRD y marchan con el puño izquierdo cerrado al paralelo de las reconocidas agrupaciones de lucha urbana y rural que fueron fortalecidas al margen de la Ley, bajo el amparo del entonces jefe de gobierno del Distrito Federal, quien siempre cuidó de bienquistarlas con jugosas concesiones de vía pública, permisos o disimulos para explotar el transporte urbano, así como diversas prebendas y canonjías que aseguraran su ciega adhesión, para lo que fuera y hasta lo último.
Para ese mismo objetivo dormitan con un ojo abierto las verdaderas intenciones de la sección 22 del SNTE y la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca, pues no ha sido gratis su reticencia para llegar con el Gobierno Federal a los necesarios acuerdos que devuelvan al estado y a la sociedad oaxaqueña la estabilidad que le arrebataron desde hace más de cinco meses.
¿No advierte esta realidad el secretario de Gobernación? Y si la conoce, ¿a qué entonces soportar tan larga espera para actuar de acuerdo con la Ley?...¿O es que se busca sembrar de minas el camino del nuevo presidente para que lo recorra a su riesgo?...
No hay desgobierno en Oaxaca por una sencilla razón: tampoco hay Gobierno.
Ninguna entidad puede ser gobernada por alguien que anda del tingo al tango a salto de mata, ni un gobernador puede ejercer en ausencia las facultades que le otorga la Constitución del país y la del estado. Que a duras penas operen los poderes legislativo y judicial no evidencia que existan, funcionen y sirvan a la ciudadanía que los eligió, directa o indirectamente. Sin poder Ejecutivo no hay Gobierno posible y esto bien lo saben los senadores del PRI, del PAN y del PRD que han enredado la solución política del caso Oaxaca. Con razón decía mi inolvidable abuela que en río revuelto hay ganancia de pescadores...