EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Hora cero/Para ganar una candidatura independiente

Roberto Orozco Melo

La resolución del pleno de la Suprema Corte de Justicia que reivindica el derecho de los ciudadanos a votar y ser votados sin la indispensable postulación por un partido político con registro, ha levantado entusiastas esperanzas al tiempo que preocupación ante algunos riesgos; entre éstos, el que la autoridad electoral no pueda certificar el origen del dinero con el cual podrían hacer sus campañas políticas los candidatos independientes. La pregunta obligada es: ¿Quién o quiénes van a aportar los morrales de pesos?...

Se presume que podrían ser interesadas las organizaciones criminales o simplemente algunos inescrupulosos hombres de negocios que pretendieran obtener ventaja a cambio del patrocinio económico de las tales campañas electorales independientes. Ora que si el funcionario fuese electo va a estar expuesto a constantes demandas de prebendas, ventajas, canonjías o disimulos que irían de lo más simple a lo más complejo; desde una protección a pequeñas raterías, expedición de algunas patentes o licencias para vender bebidas alcohólicas o cualquier otro indeseable “negocillo” ligado al “chupe” hasta participar en redes criminales muy sofisticadas y fructíferas. “Eso huele mal” van a decir los electores...

En años del 69 al 79, época de Vespasiano, Emperador de Roma, su hijo Tito le reclamó airado por haber creado un impuesto a los mingitorios públicos. Tito expresó que era indecoroso usar monedas de tal origen. Sin embargo, Vespasiano recogió un puño de las que habían puesto los recaudadores en su escarcela personal y las puso en la nariz de su hijo preguntándole: ¿Tienen algún hedor? Tito respondió: “Non olet”. Entonces Vespasiano concluyó, recogiendo las piezas de plata: “No huelen y sin embargo, son el cobro de los urinarios”.

El dinero no huele, en efecto, pero su origen y escandaloso gasto siempre provocan sospechas, sobre todo si es mucho. Cuando el dinero es poco sólo es contado por quien lo posee, pues lo necesita. Pero en los días que corren, cualquier pública e insólita prosperidad provoca curiosidad y suspicacia. Aquel cuento de que “se me murió una tía y me heredó una fortuna” ya no lo cree ni el Cura que nos confiesa, muchos menos el secretario de Hacienda. Ahora hay necesidad de evidenciar la procedencia de cualquier cantidad y documentar debidamente el pago de los impuestos correspondientes. Solamente así podríamos decir de algún dinero lo mismo que exclamó Tito, el hijo del emperador Vespasiano: “Non olet”.

El historiador romano, Suetonio, narra que alguna vez se le presentó al mismo Emperador Vespasiano un atildado joven a quien hacía unos días le había otorgado una prefectura; le iba a dar gracias por la concesión, pero olía a perfume, a mucho perfume. Como ahora y acá decimos: se había vaciado todo el frasco. Vespasiano escuchó las frases de gratitud de aquel muchacho y sin dejar de caminar lo apostrofó: “Hubiese preferido que olieses a ajos” y de inmediato revocó su nombramiento.

La mayoría de los mexicanos vivimos en casa de cristal, mas no por que seamos dados a la transparencia tan en boga, sino por que la pobreza o la medianía hacen que las monedas obtenidas no exhalen el aroma del sudor con que fueron ganadas, ni reflejen el tamaño o la cantidad del esfuerzo que ameritó su obtención.

Los políticos que intenten ganar una candidatura para cualquier cargo público sin el respaldo de los partidos políticos van a tener el triunfo muy cuesta arriba y tendrán que ser multimillonarios genéticos; es decir que su chozno, su bisabuelo, su abuelo y su padre hayan sido todos ricos reconocidos y él haya heredado esa fortuna necesariamente engrandecida por el tiempo, los buenos negocios y los altos intereses.

Lo necesitará pues hoy en día las campañas políticas son más que costosas, onerosas. Los políticos y los partidos las han encarecido. La televisión, los periódicos, los carteles, los espectaculares, los volantes, la publicidad directa, las calcamonías, los equipos de sonido, los tráileres equipados para servir de escenario en los mítines, el pago de los hoteles, las comidas, banquetes, traslados, regalos y el más desmesurado etcétera que se le ocurra al lector, le podrán agotar la cartera y aún pelarle la piel y arrancarle las uñas y los cabellos.

Y todavía tendrá que esperar a la organización de los comicios, proceso para el cual va a necesitar una costosa organización electoral eficaz y multitudinaria. O definitivamente, tendría que haber sido recientemente presidente del PRI, secretario de Estado o poderoso jefe de Gobierno del Distrito Federal. Menos, ni en sueños...

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 239705

elsiglo.mx