Los medios de comunicación dieron a conocer la última encuesta sobre las elecciones para presidente de la República, senadores y diputados federales. Si algunos ciudadanos pensaban que este penúltimo escarceo de opinión pública constituiría una brújula para definir su voto del dos de julio próximo, pudieron sufrir una decepción. Los porcentajes no variaron sustancialmente respecto a las primeras encuestas y tendencias, incluida la probable intención del sufragio. Las preferencias electorales permanecen divididas entre los candidatos del partido de la Revolución Democrática y de Acción Nacional.
Ello no quiere decir, desde luego, que la decisión ciudadana final vaya a confirmar fielmente lo dicho por las encuestas. Por ser tan corta la diferencia entre Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón Hinojosa -apenas un par de puntos a favor de uno u otro- podrían variar los resultados previstos, aunque un final de película no sea el “happy end” que anhelan los partidos y los candidatos.
Tanto AMLO como Calderón se consienten triunfadores día tras día, pero entienden que la legitimación de cualquier probable victoria debe apoyarse en un consistente número de sufragios: no cien, ni mil, sino varios miles, ya que de otra manera se va a crear una guerra de mutuas inconformidades y reclamaciones por fraudes electorales que desplazará la decisión final del proceso al criterio jurídico de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, un fallo con “muchos asegunes”.
El riesgo de que esto suceda es que el conflicto se traslade de la barandilla judicial a las calles de los pueblos y ciudades, muchas ya agitadas y a punto de explosión. Que el Gobierno Federal no haya tomado, hasta la fecha, una decisión conciliatoria o conclusiva en el caso de Pasta de Conchos y sus derivados conflictos obrero-patronales; o en el caso de los maestros de Oaxaca, en la conflagración de Atenco y en algunos otros que pudieran surgir antes del dos de julio, es una razón más para invocar la intervención del santoral católico, como hizo ayer mismo hizo el secretario de Gobernación al rezar en el día de Santo Tomás Moro, patrono de los políticos, por que los números de la votación resulten claros, definitorios, indubitables y tranquilizantes; y que los candidatos y los partidos convaliden en los hechos sus recientes manifestaciones de respeto a la voluntad popular y a los procedimientos establecidos en el Cofipe, según afirmaron y firmaron después del último debate.
Por otra parte existe una considerable inquietud por el futuro de los instrumentos financieros. El dólar ha subido hasta casi alcanzar la cotización de doce pesos por dólar, lo que parece ser provocado por salidas extraordinarias de divisas estadounidenses como medida de protección de los inversionistas ante un posible triunfo de Andrés Manuel López Obrador como presidente de la República.
Tanto el PRI como el PAN han incrementado en las últimas semanas los videos de TV que descalifican a este tabasqueño para el cargo, culpándolo de fracasos y deshonestidades en el desempeño de la jefatura de Gobierno del Distrito Federal. Ítem más: se afirma que el pago anticipado de siete mil millones de dólares a la deuda pública externa, ordenado por el presidente Vicente Fox y calificado como una decisión récord, tiene un claro mensaje político: apoyar a Felipe Calderón Hinojosa quien, supuestamente, sería un continuador del buen manejo de la política monetaria que han realizado los operadores financieros del Banco de México por órdenes del presidente de la República.
De probarse este aserto constituiría una soberana exageración. El Banco de México fue reorganizado por el Congreso de la Unión, en el Gobierno del presidente Ernesto Zedillo, como una institución autónoma en el ejercicio de sus responsabilidades financieras. Ni el Jefe del Ejecutivo Federal ni la Secretaría de Hacienda y Crédito Público pueden determinar la política monetaria, que en todo caso está sujeta a las opiniones de un consejo de especialistas y las determinaciones de su gobernador, actualmente el licenciado Guillermo Ortiz Martínez.
Nos parece que la liquidación anticipada es una buena medida, dada la acumulación de dólares en la reserva de divisas. Que éstas se usen para aligerar la deuda externa, reducir el pago de intereses y proteger el buen crédito del país ante los inversionistas nacionales y extranjeros, fue una afortunada decisión del Banco de México y en todo caso al presidente Vicente Fox se le debe reconocer el respeto que ha mantenido por la institución. No lo tuvieron, entre otros, Luis Echeverría Álvarez ni José López Portillo.
Concluida la etapa de las encuestas sobre la campaña por la Presidencia de la República y finalizado el tiempo de hacer propaganda de proselitismo, se abre un espacio a la reflexión ciudadana. Usémoslo para dar a nuestro derecho de elegir el valor decisorio que le da la Constitución de la República. Es nuestra responsabilidad y no tenemos derecho a equivocarnos como ya hicimos en el pasado mediato e inmediato.
Alejandro Sosa
Murió en Saltillo, su Saltillo, el economista Alejandro Sosa Sánchez, quien poseía la rara facilidad de hablar con claridad sobre los fenómenos de la crematística. Nos conocimos en los felices años cincuenta y luego compartimos sueños y proyectos. Su vocación y su trabajo lo obligaron a estudiar y vivir en la capital de la República, aunque provinciano al fin, un buen día compró una propiedad en el estado de Morelos en la cual rescataba junto a su familia, la añorada bienaventuranza de vivir en la provincia. Siempre que podía, o se hacía necesario por su trabajo, tornaba a esta ciudad de Saltillo y se daba tiempo para compartir con sus amigos el café, la copa y la charla. Vivió con plenitud sus casi ochenta años. Felizmente, honradamente, laboriosamente. Que esté con Dios.
