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Indicios energéticos

José Juárez Medina

Pues más temprano que tarde Felipe Calderón está dejando ver lo que podría ser su Gobierno. La forma en que ha conformado su gabinete revela su visión que tiene del país y de la situación económica, política y social en que se encuentra. Sin el riesgo de caer en el prejuicio y abriendo un espacio para, como dicen por ahí: ?otorgar el beneficio de la duda?, se pueden formular los siguientes comentarios.

Lejos están ya, más por su ánimo (si alguna vez lo tuvo genuinamente) que por el tiempo transcurrido, sus frases soltadas al calor de la controversia poselectoral, de formar un Gobierno de coalición y de ?rebasar por la izquierda? a López Obrador.

Expresiones repetidas insistentemente en el compás de espera que se abrió a partir del tres de julio hasta el día que el TEPJF lo declaro presidente electo en los primeros días de septiembre. Una vez que se dio el dictamen Calderón sintió que podía manejar otro discurso.

Y así fue. Con la conformación de los gabinetes, particularmente en lo que se refiere al aspecto económico y social, parece querer gobernar como si hubiera obtenido una amplia mayoría en las votaciones; lo que en todo caso quizá, y sólo quizá, tal vez le hubiera significado un cheque en blanco.

Desde luego, falta ver que tipo de políticas públicas propone Calderón a través de su gabinete y que iniciativas legislativas defiende en el Congreso con su partido, para ir conformando el cuadro. Pero ya vemos indicios.

Por la importancia estratégica que reviste para el país el sector energético (lo cual contrasta con el desdén con que se le manejo en el sexenio que recién termina) resulta interesante formular algunas reflexiones al respecto. Son ampliamente conocidos los rezagos en esta materia, que han señalado los expertos. De manera general podemos mencionar: a) la necesidad de recuperar el volumen de reservas y de producción de petróleo; b) el imperativo de ampliar las reservas y la capacidad de producción de gas natural; c) el fortalecimiento de las capacidades de refinación y petroquímica, y d) la expansión del sector eléctrico.

Frente a ello, los primeros indicios sobre la política que podría haber en la materia se conocieron cuando la prensa difundió una reunión a puerta cerrada (y en sigilo) que hace algunas semanas tuvo el equipo de asesores del entonces presidente electo, con funcionarios de empresas estadounidenses del sector energético.

El siguiente indicio ha sido el nombramiento de Georgina Kessel Martínez como Secretaria de Energía, una técnica ampliamente ligada a la visión privatizadora de la economía y participante de algunas acciones en el sector energético precisamente, en pasados sexenios.

Hasta donde se sabe Kessel también participó en la elaboración de un texto, publicado por el CIDE, en donde plantea la necesidad de una reforma del sector energético en donde propone la autonomía de gestión de las empresas paraestatales de la energía (PEMEX y la CFE) a partir de tres líneas de acción: a) darles una estructura de gobierno corporativo para eficientarlas; b) reducir la deuda gubernamental, y c) modificar la estructura de mercado de bienes y factores que enfrentan dichas empresas.

Así, con la autonomía de gestión de las paraestatales se avanzará en la eliminación del control presupuestario que restringe las opciones de inversión productiva, se agilizará su operación que se ve entorpecida por una excesiva tramitología para ejercer su presupuesto, y se reducirán costos administrativos.

Tanto la CFE como Pemex generan ingresos propios por concepto de la venta de bienes y servicios, por lo que éstos deberían ser sólo destinados para su operación y no formar parte de los ingresos del erario para otras políticas públicas. Y es que el control que mantiene el Estado sobre las paraestatales provoca su debilitamiento, ya que están imposibilitadas para reinvertir para contar con infraestructura y una operación más eficiente.

Resulta difícil estar en desacuerdo con la médula del diagnóstico que se hace del sector, lo cual ya también han hecho otros analistas. No hay que olvidar el manejo patrimonialista (con todas sus nefastas implicaciones) que la burocracia priista hizo de las empresas paraestatales, cosa que, por cierto, no ha sido ajena a los gobiernos neoliberales, lo cual tiene postradas a estas empresas.

Si, sí es imperativo reformar el sector energético para hacerlo más eficiente?pero para que la alta rentabilidad que se genera en éste a través de las empresas paraestatales, aparte de facilitar su sana operación desde luego, se traduzca en recursos que se puedan utilizar en el financiamiento políticas que beneficien a la población.

Para eso son empresas públicas, ¿qué no? Hasta ahora los indicios son un poco contradictorios, vamos a ver más adelante. Hay tareas.

josemedinajuarez@yahoo.com.mx

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