En la actualidad todavía no se dispone de una vacuna contra el virus de la hepatitis C.
EL UNIVERSAL / SALUDYMEDICINAS.COM
Hay quienes lo consideran el "laboratorio" que rige al organismo debido a que realiza muchas funciones que le permiten al humano mantenerse vivo y saludable. Nos referimos al hígado, órgano que puede verse en peligro cuando es atacado por el virus de la hepatitis C, pues le ocasiona inflamación y ello le impide trabajar adecuadamente.
La naturaleza le encomendó al hígado múltiples labores, ya que combate infecciones, detiene hemorragias, elimina medicamentos y sustancias tóxicas, elabora y acumula la bilis (sustancia que descompone las grasas durante la digestión), y almacena glucosa (azúcar) a manera de reserva energética. Como se puede apreciar, este órgano hace muchas cosas por nosotros, pero lamentablemente puede verse afectado por el virus de la hepatitis C, "intruso" que deteriora sus funciones, lo cual puede comprometer de manera importante la salud.
El microbio generalmente ingresa al organismo por vía sanguínea, y en cuanto se reproduce (después de cinco días aproximadamente), el sistema inmunológico (aquel que nos defiende de infecciones) comienza a generar anticuerpos para destruirlo, sin embargo, la mayoría de las veces no logra identificar adecuadamente al virus y la infección permanece por periodos prolongados (incluso hasta 13 años) sin que el afectado sienta algún malestar, pues la enfermedad no siempre causa síntomas.
Amenaza
La Fundación Civitas Firma pretende hacer conciencia sobre este peligroso mal. Sobre él dice que por cada persona infectada con el VIH, hay 10 afectadas por hepatitis C. En sociedad con los laboratorios Schering Plough, la fundación pretende elevar el conocimiento de esta amenaza para la población mexicana.
Es un hecho que la hepatitis C sigue azotando a la humanidad, pues hay en el mundo entre 170 y 250 millones de personas infectadas, según la Organización Mundial de la Salud. En México, se estima que entre 1.5 y 2 millones tienen hepatitis C, la mayoría sin saberlo.
Vías de contagio
Las formas de contagio son el contacto de sangre con sangre (vía parental) y esto puede ocurrir al compartir cortaúñas, rastrillos, cepillos de dientes, hilo dental, jeringas o mezclar heridas de sangre con otros. No hay vacuna contra la hepatitis C, pero existen tratamientos para controlar el virus, como la combinación de dos medicamentos: Interferón pegilado alfa 2b, conocido con el nombre de Pegtron, y Ribavirina.
Es muy importante tomar en cuenta que si una persona sufre hepatitis C desde hace años, es altamente probable que su hígado deje de funcionar y, por tanto, requiera trasplante del órgano. Por ello, es indispensable que quienes hayan estado en contacto con fuentes de contagio soliciten atención médica a la brevedad; recuerde que no siempre se tienen manifestaciones de la enfermedad.
A continuación le presentamos los factores de riesgo:
Molestias
Ahora bien, cuando la enfermedad se manifiesta -ya sea poco después de que el virus ingresó al organismo o al haber transcurrido algunos años-, incluye las siguientes molestias:
Cansancio.
Náuseas.
Fiebre.
Pérdida del apetito.
Dolor de estómago.
Diarrea.
Oscurecimiento de la orina.
Excremento de color claro.
Coloración amarillenta en piel y parte blanca de los ojos.
¿Qué hacer?
Una vez que se ha diagnosticado hepatitis C, en principio, no es necesario seguir régimen alimenticio especial, pero sí debe evitarse el consumo de bebidas alcohólicas porque al llegar al hígado debilitado ocasionan que el virus se vuelva activo. Asimismo, se le prescribe al paciente la administración de interferón alfa, que es una sustancia segregada de manera normal en la sangre para deshacerse de los virus en general; normalmente se recomiendan fuertes dosis durante tres meses. Hay ocasiones en que este tratamiento se prolonga por un año, específicamente en quienes han tenido el virus por más de seis meses.
Cabe destacar que la aplicación del citado medicamento tiene como ventaja, aunque sólo en aproximadamente 60% de los pacientes, que evita la reproducción del virus. Sin embargo, sus efectos secundarios incluyen fiebre, pérdida del apetito, reducción de peso, irritabilidad, ansiedad, caída del cabello, escalofríos, dolor de cabeza y cansancio, y en pequeño número de personas puede ocasionar depresión. No hay que olvidar que en los próximos años se podrá contar con tratamientos más exitosos.