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Jacarandas/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“El hombre que no ha amado

apasionadamente ignora la mitad más

bella de la vida”. Stendhal

Una de las grandes bendiciones de vivir en México es que la primavera real se adelanta a la astronómica. Faltan casi dos semanas para que el equinoccio de marzo, el día 21, le dé entrada formal a la primavera. En muchos otros lugares del hemisferio norte, el clima es todavía frío.

En Semana Santa, de hecho, todavía se puede esquiar en nieve en muchos centros de montaña de Estados Unidos, Canadá y Europa. En México la única nieve que uno puede encontrar en esta época se encuentra en la Siberia de Coyoacán. Yo reconozco que esta es la temporada del año que más me agrada. El gusto por el frío que tenía de adolescente, y que me hizo posible dejar el país y vivir varios años en Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá, lo he perdido ya definitivamente. A estas alturas del partido, el invierno me deja aterido de frío y sus largas noches me deprimen.

En un país como el nuestro, que desconoce la calefacción central, el invierno obliga a una prolongada hibernación. Sin embargo, en estos tiempos en que los días se alargan, especialmente a partir de mediados de febrero, las comisuras de mis labios se elevan naturalmente y me hacen sonreír. ¡Qué le voy a hacer! Tengo una jeta de invierno y otra muy distinta de primavera. Una de las grandes alegrías de esta época es ver día tras día cómo las chicas empiezan a dejar en los armarios los abrigos y los suéteres del invierno.

La lana abre paso al algodón y eso hace que se extienda mi sonrisa. No tengo nada contra la lana, pero no hay duda de que el algodón es más provocador y sensual. Tiene una ligereza, una transparencia y una forma de ceñirse al cuerpo de las chicas, que la lana simplemente no puede ofrecer.

En una sociedad en que los pantalones han desplazado casi completamente a las faldas entre las mujeres, la primavera trae siempre un breve renacimiento de estas últimas prendas las cuales ofrecen, hay que reconocerlo, una mejor ventilación.

Pero no sólo salen las faldas de los cajones en que se las ha mantenido confinadas durante el invierno, sino que con el calor se vuelven un poco más atrevidas. Parece una ley de la naturaleza que la primavera hace que las faldas se acorten de manera sensible.

Entiendo que no hay estudios científicos serios sobre el tema, con conclusiones replicables de manera verificable en laboratorios, pero basta echar un vistazo a las calles, especialmente aquéllas en que se reúnen las chicas que gustan de vestir a la moda, para reconocer la contundencia de este hecho. Germán Dehesa suele decir que los viernes toca. No tengo duda de que tiene razón. Él es un hombre con profundo conocimiento de estos y otros temas de la vida y la cultura.

Pero él mismo aceptará que no es lo mismo que toque un viernes frío y oscuro de enero que uno calentito y luminoso de marzo. En enero busca uno calentar los huesos debajo de una montaña de cobijas y dentro de algún pijama matapasiones.

Aunque pueda uno llegar a una cita concupiscente con todo el entusiasmo debido, la facha de invierno es suficiente para matar la mejor disposición erótica. Por eso el invierno, por muchos encantos que tenga, no puede compararse con la primavera. Mi vecino tiene una hermosa jacaranda de cuando menos 60 años de edad cuya fronda se extiende sobre buena parte de mi casa. En términos prácticos el árbol es una verdadera lata. En verano tira ramas por las lluvias, en invierno hojas que una vez que se barren vuelven a caer en marcada obstinación, en primavera flores y un aceite que se pega en la pintura de los autos y en los periódicos y revistas que recibo por decenas y que son mi obsesión personal y profesional.

Pero en estos primeros días de marzo, la jacaranda se cubre de una gruesa capa de flores de intenso color violeta las cuales encienden de alegría todo el vecindario. Son el anuncio inequívoco de la primavera. Me dicen que las chicas están saliendo a las calles vestidas de breves faldas y ajustadas y ombligueras camisetitas de tirantes.

En el cajón han quedado las medias del invierno y a veces incluso los sostenes. Y yo observo el desfile en respetuosa y silenciosa admiración. Al contrario de los machines tan comunes en nuestro país, que sienten la incontrolable tentación de destruir esos momentos mágicos dando vuelo a una soez agresividad, yo me quedo pasmado y temeroso de ahuyentar este florecer de tanta belleza. Entiendo súbitamente por qué en tantas especies animales, y en las mismas sociedades humanas de los tiempos de las cavernas, la primavera era la temporada del amor y la reproducción. A veces, de hecho, se me llenan los ojos de lágrimas en simple agradecimiento por el privilegio de disfrutar un año más del encanto que es origen de la vida y la felicidad.

AUTOS CHOCOLATE

Ya se anunció una prórroga para la legalización de los autos chocolate 1991-1996. Aunque el plazo impostergable se venció el 23 de febrero, ayer Hacienda extendió el límite hasta el 31 de mayo. ¿Cuánto apuesta usted a que tarde o temprano el Gobierno dará a conocer una nueva legalización de vehículos ilegales? Y algún funcionario saldrá a dar la cara para decir: “ésta es la última vez que decimos que es la última vez”.

Correo electrónico:

sergiosarmiento@todito.com

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