?Entre más alto volamos, más pequeños parecemos a los que no pueden volar?.
Friedrich Nietzsche
En el tema de la convergencia digital, cada empresa y cada funcionario defienden sus propios intereses. Y es lógico. Pero lo que realmente nos conviene a los consumidores ?a los mexicanos comunes y corrientes? es que haya una mayor competencia en el triple play: televisión, telefonía e Iternet.
En efecto, ya existe la tecnología adecuada para ello. Los mismos cables y ondas hertzianas que hoy permiten llevar a los hogares y las oficinas estos servicios de comunicación por separado, pueden emplearse para conducirlos todos juntos y, de hecho, para añadir otros más. Incluso los cables de electricidad pueden ser el sistema de distribución de estas señales. El ingenio tecnológico hace mucho tiempo que ha dejado atrás las ?concesiones? burocráticas.
Las resistencias siguen estando ahí, por supuesto. La Secretaría de Hacienda ha emitido un escrito en el que cuestiona la posibilidad de que se amplíe el título de concesión de Teléfonos de México a la distribución de señales de televisión. El argumento es que la empresa habría valido más cuando se privatizó, hace 16 años, si se hubiera sabido que su concesión se ampliaría con el paso del tiempo a la televisión. La idea es que esto habría perjudicado a Roberto Hernández, quien también cotizó por Telmex y para quien el secretario de Hacienda Francisco Gil Díaz trabajó durante varios años.
Y quizá Hacienda tenga algo de razón: la empresa habría valido más hace 16 años si se hubiera avizorado la posibilidad de que participara en el mercado de televisión. Pero me pregunto si esto es razón suficiente para hacer que Telmex sea la única empresa del país a la que se le impida entrar al mercado de la convergencia.
Las firmas de televisión por cable, por otra parte, se oponen también a que Teléfonos de México ingrese al mercado de distribución de señales de video. Dicen que Telmex es demasiado grande y que no pueden competir con ella. En el peor de los casos, buscan que haya un plazo prolongado antes de permitir el ingreso de esta firma al mercado de televisión de paga, lo cual les permitiría gozar durante más tiempo de sus monopolios locales. Éste les ha permitido cobrar durante años tarifas que superan la norma internacional. Pero las cableras ya dan servicio de Internet y buscan empezar a proporcionar de inmediato el de telefonía.
Televisa busca también impedir el ingreso de Telmex al mercado de la televisión de paga. A sus directivos no les preocupa realmente la competencia que el gigante telefónico pudiera representar en la producción de programas; saben que la empresa de Carlos Slim no puede competir con ellos en el campo de la creación. De hecho, tal vez con el propósito de eliminar temores, el propio Telmex le ha ofrecido a Televisa una alianza para la compra de contenidos.
La inquietud de Televisa, sin embargo, es la distribución de señales. En el área metropolitana de la Ciudad de México, de hecho, el consorcio de Emilio Azcárraga Jean goza de un monopolio absoluto en la distribución de señales de paga ya que es dueña tanto de Cablevisión como de Sky. Tras la desaparición de DirecTV, en efecto, el consumidor no tiene más opción que acudir a las empresas de Televisa.
Es claro que Telmex tiene una posición dominante en telefonía y Televisa en televisión. Las empresas cableras son mucho más chicas, pero han contado hasta ahora con monopolios locales de los cuales han sacado bastante provecho. Por eso mismo es sensato permitir a todos que ingresen de inmediato al mercado de la convergencia. Televisa ya no podrá favorecer a sus propios canales de televisión abierta en los servicios de paga, mientras que Telmex y las cableras tendrán que ofrecer precios y servicios más competitivos en los mercados que ahora dominan.
En un campo de alta tecnología es importante dejar las puertas abiertas a la creatividad, a la innovación y a la competencia. De otra manera, México simplemente se seguirá quedando rezagado. Nuestros reguladores deben entender que en una economía globalizada cada vez pesan menos los viejos monopolios nacionales. Pronto llegará un momento, de hecho, en que los gobiernos no podrán ya mantener sus controles sobre los medios de comunicación. No hay barrera que se pueda erigir en una frontera para evitar el cruce de señales de audio, datos o video. El Internet, por otra parte, tiende a internacionalizar todos los sistemas de comunicación. Esto hace más importante que nunca que tengamos empresas competitivas en nuestro país en la información.
No dudemos ya. Apostemos a la convergencia. No tenemos nada que perder más que nuestros altos precios y las fortunas enormes de nuestros monopolistas. No esperemos a que sea demasiado tarde.
BOURS DEMANDA
Eduardo Bours, gobernador priista del estado de Sonora, demandó penalmente al periódico El Imparcial porque la columna ?Cerro de la Campana? cuestionó la negativa del Gobierno Estatal a transparentar el dinero que entrega a las Organizaciones No Gubernamentales. ?Cuando no hay transparencia, el sospechosismo no tiene límites -señaló la columna?. ¿Algún día tendrán derecho los sonorenses de saber cuánto dinero de los impuestos destina el Gobierno del Estado a las ONGs?? Pues yo me uno a la exigencia de El Imparcial. Los ciudadanos de cualquier entidad tenemos derecho a saber cómo gastan nuestro dinero -nuestro, no de ellos- los gobernantes.