?Las minorías poseen derechos iguales, que una ley igual debe proteger, y violarlos sería opresión?.
Thomas Jefferson
Este pasado martes, 24 de octubre, un pequeño grupo de niños acompañados de sus padres bloquearon un acceso al Periférico Sur de la Ciudad de México a la altura de Mixcoac en demanda de la restitución de la directora de la escuela primaria Amado Nervo. La directora había sido destituida después de una disputa con un conserje de la escuela a quien había acusado de incumplimiento de sus responsabilidades.
No es ésta la única ocasión en que se ha visto algo así en el Distrito Federal. Unos días antes un grupo de niños y padres habían bloqueado el Eje 7 Sur, Félix Cuevas, a la altura de Martín Mendalde en la colonia Del Valle. Ellos pedían, por el contrario, la destitución de la directora de la escuela primaria Reino Unido de la Gran Bretaña.
No debe sorprender que los niños estén bloqueando calles por exigencias escolares. La tolerancia de las autoridades capitalinas ante los bloqueos ha llegado a un punto en el que cualquier persona o cualquier grupo considera que tiene el derecho de impedir el libre tránsito de los demás para exigir lo que sea de una autoridad.
Según una nota periodística publicada recientemente, la Ciudad de México ha tenido 13,735 manifestaciones y bloqueos entre el primero de enero de 2000 y el fin de marzo de 2006. No son las cosas así, por supuesto, en todo el mundo. Rafael Elizondo, un mexicano radicado en Suecia desde hace años, me escribía: ?En menos de una semana he leído en los periódicos sobre dos desalojos que ha llevado a cabo la Policía sueca. En el primer caso, unos manifestantes que impedían el acceso a una oficina de Gobierno y el segundo caso, en una prisión de Malmö, donde unos reos mantuvieron secuestrada la enfermería por espacio de 30 minutos. Ambos desalojos se dieron con mucha efectividad y fuerza, sin el más mínimo titubeo por parte de la autoridad, pero con el mínimo de violencia?.
?La explicación inmediata de la autoridad: los bloqueos afectaban los derechos de terceros y eso es simplemente intolerable en Suecia. Y esto en un país conocido en el mundo por el respeto a los derechos de sus ciudadanos?.
En México, desafortunadamente, se ha perdido la idea de que una de las funciones fundamentales de la autoridad es defender los ?derechos de terceros?. Hemos pasado de la represión automática y violenta de cualquier expresión de discrepancia a la dictadura de los grupos políticos que consideran que su derecho a manifestarse no está limitado por los derechos de terceros. Hemos llegado al extremo de que el Gobierno del Distrito Federal dedica importantes recursos para alojar, alimentar y proporcionar sanitarios a los grupos que se manifiestan (cuando son ideológicamente afines).
El respeto a los bloqueos llega a su máximo en Oaxaca. Hace cinco meses que unos grupos políticos han bloqueado todo el Centro Histórico de la ciudad. En el único intento de desalojo, el 15 de junio, la autoridad se retiró con la cola entre las piernas cuando los integrantes del bloqueo repelieron la acción de la Policía.
Mucho me sorprendió entonces escuchar un argumento de que estos grupos tenían derecho a establecer plantones en Oaxaca porque lo han hecho durante 26 años. Los usos y costumbres han llegado al extremo de que se considera aceptable la privatización de las calles. De hecho, la APPO está ahora amenazando que el próximo viernes, 27 de octubre, bloqueará todas las carreteras de Oaxaca y ya sabemos que ni la autoridad estatal ni la federal se atreverán a intervenir.
Quienes llevan a cabo estos bloqueos y quienes los permiten desde el Gobierno, olvidan que la razón de ser del Estado es proteger los ?derechos de terceros?. Si el Estado no se atreve a aplicar la Ley y salvaguardar estos derechos, como lo hace de manera natural la fuerza pública en Suecia, simplemente pierde su razón de ser. Esto da derecho a los ciudadanos de utilizar la fuerza para defender sus propios derechos.
Una de las razones de la pobreza de nuestro país es que tenemos autoridades que no se atreven a aplicar la Ley. Donde no hay Ley, no hay certeza para las inversiones o para la actividad productiva. Donde no hay autoridad, sólo los poderosos pueden defender sus derechos.
Nuestros gobiernos siempre tienen argumentos para justificar su pasividad ante la violación de los derechos de terceros. Dicen que defienden el diálogo como método de solución de conflictos o la el derecho a la libre manifestación.
Lo que hacen, sin embargo, es plantar las semillas para una sociedad en la que sólo prevalece la Ley del más fuerte. No han entendido lo que ocurre en naciones del mundo en que realmente se respetan los derechos humanos. No se dan cuenta que al permitir que los políticos violen los derechos de los ciudadanos pequeños, los que no tienen partidos u organizaciones que los protejan, están cometiendo un pecado mucho mayor al uso de la fuerza pública para aplicar la Ley.
EL VACÍO
En la naturaleza como en la política, todo vacío se llena. Para no vivir una nueva humillación a manos de Andrés Manuel López Obrador como el 15 de septiembre, cuando se vio obligado a trasladar la ceremonia Del Grito a Dolores Hidalgo, el presidente Fox canceló el desfile del 20 de noviembre. Hoy, sin embargo, el Gobierno perredista del Distrito Federal está considerando organizar su propio desfile. Andrés Manuel no le pondrá obstáculos a una celebración organizada por sus leales correligionarios.